A algunos actores les da por prepararse especialmente para los premios Oscar. Meses antes, cuando ya se los nombra como posibles candidatos, empiezan a acicalarse más que de costumbre, cambiar el peinado, ponerse a dieta, blanquearse los dientes y sonreír de manera simpática y amable cada vez que les hacen las mismas preguntas repetidas.
Philip Seymour Hoffman hizo todo lo contrario. El hombre que se transforma con cada papel —baja y sube de peso, cambia de voz, de contextura, de postura y da bruscos giros a su personalidad—, decidió que para la bendita ceremonia de los premios de la Academia de Hollywood iba a ser él mismo. ¿Qué significa esto? Estar más gordo que nunca, con el pelo largo y bien rubio, la barba despareja, cara de cansado y la postura física de alguien que preferiría estar sentado con una lata de cerveza viendo un partido de béisbol por la tele antes que la del "prestigioso intérprete" al que todos dan por seguro ganador del premio al mejor actor por su personificación del escritor Truman Capote en el filme de Bennett Miller, Capote.
O bien, ¿quién sabe?, acaso esta imagen más parecida a la de Homero Simpson sea una nueva actuación con la que Hoffman se entretiene durante las entrevistas. Una duda podría ser: ¿sabremos alguna vez quién es este tipo que se esconde detrás de personajes sexualmente obsesivos, violentos, moralmente corruptos, tímidos y tramposos?
El Hoffman que está en Berlín podría tranquilamente aplastar, o bien duplicar en peso y tamaño al famoso escritor de A sangre fría, la novela de no-ficción publicada en 1966 —y clave en la historia de la literatura de este siglo— acerca del asesinato de una familia a manos de dos hombres despiadados en un pueblito del sur de los Estados Unidos. Que este tipo de voz grave y gruesa, mirada intensa y estructura maciza haya logrado convencernos por dos horas de que era el frágil y pequeño Capote, con sus ademanes de diva y su voz mezcla de susurro y silbido, es un pequeño milagro. Pero el mayor milagro no es ése, sino que Hoffman logre que Truman nunca sea más caricaturesco de lo que el propio escritor era, haber captado y poder transmitir esa dualidad interior entre su fidelidad, amistad y deber hacia uno de los asesinos que le sirve de principal testimonio para escribir su novela, y la necesidad de que al hombre lo condenen para así poder terminar el libro y lograr el éxito literario que él, y todos alrededor suyo, esperan. De eso trata la película. Y de eso, Capote no se recuperaría jamás.
"Tenía mucho material para inspirarme —cuenta—. Hay un documental que hicieron los Maysles (Albert y David: With Love from Truman, de 1966), que me ayudó mucho. La verdad es que cuando acepté el trabajo no había leído ni sabía mucho sobre Capote. Cuando niño lo veía en talk-shows y cosas así. Sabía qué había escrito y por qué era famoso. Pero era bastante naif respecto a quién era, así es que no tenía ningún tipo de instinto como para interpretarlo ni una intención de desmitificarlo. Eran más bien aspectos de la historia y del guión que me fascinaron y me llevaron a leer la biografía y luego el libro y todo lo demás. Y mientras más leía, más me fascinaba.
"El guión se aleja de los lugares comunes del filme autobiográfico que recorre la vida de un personaje famoso. Aquí se centra sólo en su proceso de escribir "A sangre fría".
¿Te interesó al leer el guión?
Al ver la película, ves que presenta a alguien en una cierta coyuntura de "qué va hacer ahora". Capote es alguien que ya está bien establecido, pero podés ver que en verdad todavía no ha hecho esa gran obra que va a perdurar. Sos testigo de un artista y ves esa gran obra que se transformará en un clásico. Y ves lo que eso le hace a alguien como él. Es la historia de un viaje clave que Truman hace, y lo que pasa durante ese viaje, y cómo sus acciones, así como las reacciones de los otros, crean una situación en la que no hay ganadores. Lo peor que le pasa es conseguir lo que quiere...Es así. Quiere algo con tanta fuerza que finalmente hace cualquier cosa por conseguirlo, y al hacerlo no consigue realmente lo que busca. Es como la idea de "cuidado con lo que deseás", el trato "faustiano". Todo eso está en el guión, y además es una historia verdadera, que realmente sucedió. El hizo realmente estas cosas. Es algo fantástico.
¿Cómo ves la relación de Truman con Perry Smith, el asesino que le cuenta la historia?
Creo que, al conocerlo, ve aparecer su libro. Antes, estaba escribiendo un reportaje. No imaginaba que era algo tan grandioso como lo que terminó escribiendo. Cuando conoce a Smith y a Hickock ve a sus protagonistas y está desbordado de fascinación. Creo que hay algo en Smith con lo que se identifica, que es la orfandad, la marginalidad. La crianza de ambos fue brutal y él logró hacer algo con eso mientras que Perry no, y eso lo fascina en cierta forma. No es algo sexual, pero sí es una relación increíblemente íntima. El comentó que Perry fue uno de los mejores amigos que jamás tuvo.Capote decía que sentía una relación de amor no-sexual con Perry que lo atraía hacia él...Lo que decía es que ambos eran huérfanos, y tuvieron infancias muy similares. Eran marginales, habían sido niños abandonados. Fue una parte importante de sus vidas. Ambos eran bajitos, además. Uno era muy fuerte… Tenían muchas similitudes que los conectaban. Uno tuvo éxito mientras que el otro no. Uno se hizo insider y el otro siguió siendo un outsider. Y lo que a Truman le intrigaba era el por qué de eso...
Habías hecho también un personaje real en "Casi famosos" (el periodista de rock Lester Bangs), pero éste es mucho más conocido...
Claro, el personaje se comporta y suena de una cierta manera, y tenés que apegarte a eso porque la gente lo conoce bastante bien.
¿Y cómo enfrentaste eso de que la gente ya tuviera una imagen muy clara en la cabeza de cómo era Capote?
Tenía que hacer el trabajo, enfrentarlo. Dada la historia, como él dice en la película, "la gente me juzga por mi forma de hablar", entonces no podía simplemente hablar como hablo yo y pretender "soy Truman Capote". No hubiera funcionado.
¿Recurriste a algún tipo de elemento externo, de observación, para inspirarte, o fue más un trabajo interno?
No, para nada. Muchas de las cosas externas fueron obstáculos para meterme en el personaje. Porque hay cosas que tenés que tener para hacer un personaje así, pero realmente hacés un trabajo interno. Pero la lógica del momento es lo que realmente está pasando. Lo externo de hecho se interpone en el camino, por eso hay que practicar tanto.
¿Esta imagen preexistente limita o estimula el trabajo creativo?
Es parte de él, no puede limitar tu creatividad porque no puedo decir "Dios, no quiero que me limite, no voy a poner esa voz".
Además de tu actuación, la película fue muy celebrada como tal, y tiene nominaciones al Oscar. ¿Cuál creés que es el secreto de su funcionamiento?
Creo que es una historia clásica, de esas historias que siempre es pertinente contar. Creo también que es una película importante estilísticamente al ser acerca de una persona pero contada de una manera muy poco tradicional. Es una exploración específica de un momento en la vida de alguien, sin desviarse de eso. Lo que hace es analizar más que contar la vida de alguien, de hecho.
Esta película y "Secreto en la montaña" tocan temas ligados a la homosexualidad, ambas han sido muy celebradas. ¿Es pura casualidad o algún signo de los tiempos?
Hace unos ocho años hice una película sobre un transexual (Nadie es perfecto). Después hice una película sobre un tipo que se masturba en una pared (Happiness, de Todd Solondz). Creo que hacer este tipo de conexiones no tiene sentido, es una tontería. ¿Hace cuánto salió Filadelfia, con Tom Hanks? No creo que se trate de eso. Al menos, no Capote. La película no es sobre el tema gay. Eso es lo que la hace tan especial. Es una persona que es gay. Y punto. Si empiezas a concentrarte en eso significa que no estás entendiendo adónde va la película.
Siendo un cambio tan radical de imagen, ¿te fue fácil deshacerte del personaje?
¡Sí! Fue lo más fácil del mundo.
¿Siempre te resulta fácil?
Sí, sí. No soy de las personas que se quedan enganchadas a los personajes que interpretan. Una vez que se terminó, se terminó