En Hollywood ya lo consideran el próximo Leonardo DiCaprio, pero la verdad es que Jake Gyllenhaal ha estado esquivando la fama mundial buscando intercalar las grandes producciones, como "El día después de mañana", con películas más pequeñas independientes, como "Donnie Darko", y lo ayuda el que a las adolescentes estadounidense todavía les cueste pronunciar bien su apellido.
"No es que no me guste la fama; creo que en lo profesional te permite tener más peso luego para elegir los proyectos, pero hace la vida cotidiana más complicada y yo quiero vivir tranquilo", dice Gyllenhaal, 25, protagonista de "Soldado anónimo". Poca tranquilidad es la que tiene actualmente, después de haber copado las pantallas norteamericanas primero con "Soldado anónimo", luego con "Proof", en la que comparte cartel con Gwyneth Paltrow, y "Secreto en la montaña", por la que acaba de ser nominado a un Oscar al mejor actor de reparto. Su intermitente romance con la actriz Kirsten Dunst es uno de los temas favoritos de los tabloides y las revistas de la farándula y todos los grandes estudios se pelean por tenerlo en sus películas.
Para este año todavía no sabe qué hará. Terminará de filmar en San Francisco el thriller "Zodiac", de David Fincher ("El club de la pelea"), con Robert Downing Jr., y luego se tomará un respiro. Piensa tal vez retomar sus estudios sobre religiones orientales en la Universidad de Columbia, con el profesor Robert Thurman (padre de Uma) y pasar tiempo con su "cinematográfica" familia (su padre es el director Stephen Gyllenhaal, su madre la guionista Naomi Foner, su hermana la actriz Maggie Gyllenhaal y sus padrinos son los actores Dustin Hoffman y Jamie Lee Curtis).
-Primero hiciste un papel muy académico en "Proof", luego una película de mucha testosterona, muy masculina como "Soldado anónimo" y finalmente "Secreto en la montaña", sobre cowboys gays. ¿Cómo has sentido esta variación de roles en tu vida?
-Son todos pequeños pedazos de mi personalidad. Creo que John Madden, el director de "Proof", vio en mí una actitud madura de la cual ni yo mismo era consciente, y eso me permitió actuar con Gwyneth a pesar de la diferencia de edad. Para "Soldado anónimo", Sam Mendes reconoció en mí una agresión interna que yo no me conocía, mezclada con una bobería que sí está muy presente en mí. Y Ang Lee, en "Secreto en la montaña", me permitió verme de una manera mucho más abierta y expresiva que antes. Han sido tres películas que me cambiaron la vida.
-Para "Soldado anónimo" tuviste que trabajar mucho tu cuerpo y filmaron durante varios meses en el desierto, con un equipo de casi todos hombres. ¿Te afectó todo este ambiente machista?
-Sí, por supuesto. Y me asustaba un poco. Por ejemplo, en mis días libres, que no estaba en el set, iba manejando mi auto hasta Los Angeles y si alguien me pasaba en la ruta inmediatamente me salía gritarle e insultarlo. Por dentro pensaba: «No tenés idea de con quién te estás metiendo». Además, estaba viviendo con Peter [Sarsgaard, su cuñado] y en casa nos peleábamos todo el tiempo. Era peligroso ver que cualquier impulso me generaba una reacción violenta, que no es normal en mí. Y definitivamente tuvo que ver con el haber pasado cinco meses en una carpa en el desierto con otros trece actores hombres
-Sí, por supuesto. Y me asustaba un poco. Por ejemplo, en mis días libres, que no estaba en el set, iba manejando mi auto hasta Los Angeles y si alguien me pasaba en la ruta inmediatamente me salía gritarle e insultarlo. Por dentro pensaba: «No tenés idea de con quién te estás metiendo». Además, estaba viviendo con Peter [Sarsgaard, su cuñado] y en casa nos peleábamos todo el tiempo. Era peligroso ver que cualquier impulso me generaba una reacción violenta, que no es normal en mí. Y definitivamente tuvo que ver con el haber pasado cinco meses en una carpa en el desierto con otros trece actores hombres