Kimberly Peirce protagonizó uno de los debuts más sonados del cine independiente estadounidense con ‘Boys don’t cry’. La directora contó con toda su crudeza una historia real: la de Brandom Teena, un joven 'encerrado' en un cuerpo de mujer, que fue asesinado de forma brutal en un pequeño pueblo de Nebraska en 1993, cuando apenas tenía 21 años.
Hilary Swank fue la encargada de dar vida en la gran pantalla a Teena Brandom, protagonista de la historia, quien, como Brandom Teena, decide empezar una nueva vida en un pueblo de la América rural haciéndose pasar por lo que siempre sintió ser: un hombre. Todo va bien hasta que un incidente pone de relieve que biológicamente es una mujer, y serán sus propios amigos los que se conviertan en verdugos. El papel le valió el Oscar a la mejor interpretación femenina a la entonces desconocida Hilary Swank, que prácticamente se lo arrebató de las manos a la veterana Annette Bening