Aquella ama de llaves reprimida y gris que apareció en "Lo que queda del día" es ahora, doce años después y con dos Oscar en el bolsillo, una niñera desbordada y con ribetes mágicos capaz de derrotar por puntos a Mary Poppins, por más que la vea muy fea y tenga un solo diente. Emma Thompson, una de las primeras damas del cine y del teatro de Europa, es quien precisamente en "Nanny McPhee, la nana mágica", se transforma de verdad en una niñera que podría opacar la fama de Julie Andrews.
Todo ocurre en un film dirigido por Kirk Jones, donde la protagonista se anima a guiñarle el ojo con sutil ironía a la mismísima magia de Harry Potter.
"Yo amo «E. T.», una película que regaló alegría y amor a muchas generaciones. Por eso, haber escrito e interpretado esta película con la mente puesta en los chicos fue un verdadero gozo", dice. Thompson se entusiasma con el papel con el que más parece haberse comprometido en los últimos tiempos.
La actriz, hoy de 46 años, había sobrellevado un período de aislamiento después de su comentado divorcio de Kenneth Branagh. Más tarde volvió a casarse con otro actor, Greg Wise, siete años más joven que ella y de esa unión nació, cuando Thompson tenía 40 años, su primera hija, Gaia, a la que califica de pequeña joya. Thompson dice de sí misma y de su hija: "El consumismo traza líneas demográficas muy fuertes y separa a los hijos de los padres, a los jóvenes de los viejos. Yo, en cambio, creo en todas las cosas que pueden unir a las diferentes generaciones, no en las que las separan".
Conocida por su trabajo fuera de los sets en favor de las personas sin techo y un fuerte compromiso social y político, para la actriz hoy se viven tiempos duros que despiertan temor en la gente. "Yo no creo en eso de ser una estrella; sigo viviendo en Londres, en el barrio donde nací, y jamás quise mudarme a algún lugar de moda. Pero decidí mandar a mi hija a un colegio privado con algún sentimiento de culpa. ¿Por qué? Es que tengo miedo de todos los peligros y amenazas que nos rodean", admite.
No es casual descubrir que Jane Austen, la autora de "Sensatez y sentimientos" -cuya adaptación al cine tuvo a Thompson entre sus protagonistas- y "Orgullo y prejuicio", es la preferida de la actriz. En una charla con ella se mezclan todo el tiempo sus motivaciones personales y sociales con el cine, el teatro y la literatura.
"Es que yo estoy convencida de que la vida imita a la literatura y no al revés. Escribir es el modo en el cual trato de equilibrar la vida diaria, la imaginación y los valores", explica. Y dice haber escrito esta película -en la que muy pocas veces se la ve al natural- también pensando en su hija. "En tiempos tan oscuros como los que vivimos, es verdaderamente dichoso estar con los hijos y reencontrar el valor del más pequeño e íntimo vínculo con ellos", agrega.
La decisión de rescatar la magia encantada y también realista de Mary Poppins, además de la memoria de su propia imagen fue lo que llevó a Thompson a escribir y protagonizar un film. "Vivimos un tiempo en el que es necesario distraerse. ¿Por qué no probar con una fórmula que mezcla literatura, fantasía, relato de época y diversión", dice la actriz, que debió someterse a sesiones de maquillaje de tres horas diarias y comparte aquí cartel con grandes actores británicos: Colin Firth, Angela Lansbury, Imelda Staunton y hasta su propia madre, la venerable Phyllida Law