El primer filme cubano candidato a un Oscar —a la mejor película de habla no inglesa— fue precisamente una cinta de temática homosexual. Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío llevaron al cine un cuento del escritor Senel Paz sobre la amistad 'sui géneris' que forjan David (Vladimir Cruz), un estudiante de Ciencias Políticas acérrimo defensor del régimen castrista —porque es lo único que le han enseñado— y lleno de prejuicios homófobos, y Diego (Jorge Perugorría), un artista gay capaz de ver más allá de los límites de la isla caribeña. Pese a la reticencia inicial de David, la pasión por la cultura que ambos comparten les permitirá conocerse y abrir los ojos a realidades hasta entonces desconocidas. Los directores lograron eludir la censura castrista situando la historia en la década de los 70, cuando el régimen del comandante era mucho menos permisivo con el colectivo gay, al que incluso perseguía.