James Whale (Ian McKellen), director de películas míticas de los años 30 como 'Frankenstein' o 'La novia de Frankenstein', pasa sus últimas semanas de vida en su mansión de Hollywood. Corre el año 1957 y lejos quedan ya su éxitos en la pantalla. Su homosexualidad manifiesta le dejó fuera de los estudios y enclaustrado en una gran casa. Bajo la mirada atenta de su ama de llaves (Lynn Redgrave), que actúa como figura protectora, Whale pasa el tiempo amarrado a un pasado glorioso que le vuelve, una y otra vez, en forma de visiones y sueños. Hasta la llegada de un jardinero musculoso (Brendan Fraser), un ex combatiente de Corea, cuya amistad le permitirá afrontar la muerte. El papel le valió al británico McKellen, un conocido activista por los derechos de los gays, una candidatura al Oscar. El actor 'salió del armario' en 1988, cuando aún pocos se atrevían a hacerlo. Fue en un programa de radio de la BBC, para protestar por una ley que acababa de aprobar Margaret Thatcher y que, según el intérprete, criminalizaba a los homosexuales.