16 febrero 2006

La mujer de moda: Felicity Huffman



Felicity Huffman es uno de los nombres femeninos que más resuenan en Hollywood en estos últimos días. Basta encender el televisor como para verla en cuanto programa de entrevistas haya. Su actuación en la película "Transamérica", en la que interpreta el rol de un transexual, la llevó a ser nominada para un Oscar como Mejor Actriz Protagónica, y hace dos semanas, ganó el premio SAG por su actuación en la serie "Desperate Housewives" (ya había obtenido el Globo de Oro y el Emmy). Es bastante querida en el medio. Simpática, inteligente y esposa de uno de los actores más carismáticos y respetados del mundo teatral y del cine: William H. Macy, con quien tiene dos hijos.

Pero aunque "Transamérica" todavía resuena en su cabeza, es su Lynette Scavo de "Desperate Housewives" (que hoy reestrena su segunda temporada por el canal Sony) quien la colocó en el sitio exclusivo que hoy tiene en la industria.

-¿Lynette es la más real de las "Desperate Housewives"?

-No. Creo que todas representan figuras femeninas míticas o algún ícono. Así como Juno o Vesta, en la mitología, representan diferentes formas de la femineidad. Creo que algunos pueden pensar lo que vos decís porque Lynette es una mamá y muchas mujeres, a mi edad, ya son mamás.

-¿Podrías hacer lo mismo que Lynette: salir a trabajar, mientras tu esposo atiende a los chicos?

-Nosotros nos turnamos y negociamos quién está en casa, depende de nuestros trabajos. Tenemos suerte de compartir la misma carrera.

-La serie colocó a las mujeres de cuarenta y pico en un lugar protagónico...

-Es verdad, y ahora van a aparecer muchas otras que quieran bailar al mismo son. ¿Sabés por qué es interesante esto?: porque tiene un escritor gay: Marc Cherry. Y mi experiencia con mis amigos homosexuales me indica que conocen a las mujeres mejor que nadie. Ellos aprecian la femineidad en un nivel mucho más avanzado que un heterosexual. No compiten, y cuando un gay te dice: "Qué sexy que estás y tus pechos se ven bárbaros en esa blusa", está en lo cierto. Marc es brillante y es el auténtico creador de este éxito.

-¿Te gustaría que la serie durara muchos años?

-Me pone contenta saber que tengo trabajo un par de años: me refiero a éste y al que viene. O sea: salté el tiburón. Esa frase quiere decir que estoy en el momento en que pude alcanzar la costa un ratito. Me encantaría tener trabajo por mucho tiempo, pero también creo que la vida de una serie tiene que depender de la creatividad. ¿Cuánto dura eso? ¿Quién sabe? "Friends" duró diez años, y "Frasier", once, pero otros sólo llegan a los tres años. Ojalá nosotros estemos como diez.

-¿Es por algo en particular que en esta segunda temporada se ven pocas escenas con las cuatro juntas? Teri Hatcher dijo que hace mucho que no tiene una contigo.

-Lo que puedo decirte es que pongo eso en manos de Marc Cherry. El es brillante y es el creador de la serie. Por eso acepto lo que él hace. ¿Sabés qué? Debería haber un poco menos de vainilla y más chocolate en estas cosas.

El rol soñado

Está feliz con el resultado de su composición en "Transamérica". Es la historia de Bree, un transexual que está a punto de someterse a la última operación que lo convierta físicamente en mujer. Pero un día, una llamada la sacude: es Toby, un supuesto hijo suyo que está preso en Nueva York y que le pide ayuda para salir de la cárcel. A partir de allí, esa relación profundiza aún más sus deseos de ser mujer.

-¿Ya tienes preparado tu discurso para los Oscar?

-Todavía estoy flotando. No. El único discurso que tengo en la cabeza es: "Hola, soy Felicity Huffman y fui nominada para un premio de la Academia".

-Te estás ganando todos los premios, ¿eso te cambió algo?

-Mi vida cambió cuando "Desperate Housewives" alcanzó la cima y caí en la cuenta de que voy a tener trabajo por un par de años. Pero no me convertí en una idiota por haber ganado el Emmy y el Globo de Oro.

-¿Qué sentiste cuando te ofrecieron hacer "Transamérica"?

-No me lo ofreció un gran estudio, sino una compañía pequeña llamada Bella Donna, de Nueva York. Apenas leí el guión, quise ser parte de él porque es una historia buenísima. Además, ese personaje es el sueño de un actor. Pero te confieso que pensé que iba a viajar a Nueva York para el casting y nunca me iban a elegir porque habría una cola de actrices esperando por el rol. Pero el director, Duncan Tucker, me había visto en una obra de David Mamet, seis años atrás, y me ofreció el protagónico de inmediato. No sabés lo que es que te den ese papel sin tener que audicionar seis veces.

-¿Hiciste algún tipo de investigación para esa composición?

-Sí. Si tienes un par de horas te cuento. No sabía nada sobre la comunidad transgénero. Por eso me empecé a interiorizar en el tema, me metí en Internet, leí cuanta biografía llegaba a mis manos, miré cada documental que encontré, fui a convenciones transgénero, trabajé con mujeres transgénero y con mujeres que preparan a hombres que se convertirán en mujeres. También fui a cuatro diferentes entrenadores vocales como para poder trabajar mi voz bajándola de cuatro a seis octavas.

-¿Creés que los estadounidenses se están volviendo más abiertos a partir de temas planteados en películas como "Transamérica" o "Secreto en la montaña"?

-Así creo. Pero no sé si eso se aplica para el cine totalmente. En el teatro sí, porque es una forma artística más reflexiva. Vos sabés que las cosas, a veces, tienen doble cara. Esta es una sociedad medio atiborrada y purgada. Tenemos estas películas que representan a un sector marginado de la sociedad y por otro lado tenemos un gobierno bastante conservador. Pero sí, podría decir que espero que haya un movimiento hacia la integración total. Por supuesto que estoy de acuerdo con el casamiento entre personas del mismo sexo, porque el amor es amor, no importa la forma, el color o el sexo