La primera exhibición pública mundial de "Las crónicas de Narnia: El príncipe Caspian" tuvo el lunes 5 la audiencia perfecta para una película como ésta. Menos de un centenar de las mil butacas de la sala de cine ubicada en la neurálgica Calle 42 de la Gran Manzana estaban ocupadas por prensa especializada. La mayoría de los espectadores eran niños y sus padres, entusiasmados de ver la nueva entrega fílmica basada en la popular saga literaria de C.S. Lewis.
La película, que sigue a la taquillera "El león, la bruja y el ropero" (2005), debuta una semana antes del regreso de Indiana Jones al cine. Su meta es grande: debe repetir el éxito de la primera entrega (US$ 744,7 millones en el mundo) y satisfacer a los fanáticos que apreciaron la estricta fidelidad de "El león..." con el venerado texto escrito por Lewis. Si la reacción del público de la función del lunes 5 sirve como indicador, esta segunda parte será un éxito.
En 140 minutos, el director Andrew Adamson incluye a todos los personajes y anécdotas del libro. Los cuatro hermanos Pevensie regresan a Narnia, 1.000 años después de su reinado: descubren que las mágicas criaturas han sido exterminadas, que las pocas sobrevivientes subsisten en secreto y que el poder está en manos del malvado rey Miraz (el actor y director italiano Sergio Castellito), quien envía a asesinar al hijo de su fallecido hermano y el legítimo heredero de la corona. Ése es Caspian (interpretado por el semidesconocido Ben Barnes, de 26 años, en un rol que podría lanzarlo al estrellato), un heroico joven que alcanza a salvar su vida y huir hacia los bosques donde incita a las criaturas escondidas a rebelarse contra Miraz. En la misión colaborarán los Pevensie y personajes como el enano Trumpkin (Peter Dinklage), el centauro Glenstorm y el valiente ratón Reepicheep.
La cinta es más oscura que la anterior: los villanos ya no son seres fantásticos sino hombres de apariencia humana muy cruel; y las criaturas, tal vez por haber estado escondidas tanto tiempo, son menos adorables y más salvajes.
Con las hazañas de estos personajes los niños espectadores en Manhattan aplaudieron espontáneamente varias veces. Volvieron a aplaudir luego de una breve pero tenebrosa aparición de la villana del filme anterior, la bruja blanca (Tilda Swinton), y cuando el heroico león Aslan (con voz de Liam Neeson) llega a poner orden al caos.
Esta vez el director parece haber tenido un poco más de confianza en el buen resultado del filme: a diferencia de la película original, Adamson se toma algunas libertades. En primer lugar, la historia no ocurre en el mismo orden del libro. Seguramente para avanzar más rápido, las aventuras de los hermanos Pevensie y Caspian antes de su encuentro son contadas en forma paralela: en el texto se cuentan separadas.
Hay toda una parte agregada al filme. En una de las escenas con más efectos visuales, Adamson y sus coguionistas Christopher Markus y Stephen McFeely idearon un ataque de los Pevensie, Caspian y las criaturas mágicas al castillo de Miraz. Y también una tensión amorosa entre Susan, la mayor de los Pevensie, y Caspian, que no está en el libro
La película, que sigue a la taquillera "El león, la bruja y el ropero" (2005), debuta una semana antes del regreso de Indiana Jones al cine. Su meta es grande: debe repetir el éxito de la primera entrega (US$ 744,7 millones en el mundo) y satisfacer a los fanáticos que apreciaron la estricta fidelidad de "El león..." con el venerado texto escrito por Lewis. Si la reacción del público de la función del lunes 5 sirve como indicador, esta segunda parte será un éxito.
En 140 minutos, el director Andrew Adamson incluye a todos los personajes y anécdotas del libro. Los cuatro hermanos Pevensie regresan a Narnia, 1.000 años después de su reinado: descubren que las mágicas criaturas han sido exterminadas, que las pocas sobrevivientes subsisten en secreto y que el poder está en manos del malvado rey Miraz (el actor y director italiano Sergio Castellito), quien envía a asesinar al hijo de su fallecido hermano y el legítimo heredero de la corona. Ése es Caspian (interpretado por el semidesconocido Ben Barnes, de 26 años, en un rol que podría lanzarlo al estrellato), un heroico joven que alcanza a salvar su vida y huir hacia los bosques donde incita a las criaturas escondidas a rebelarse contra Miraz. En la misión colaborarán los Pevensie y personajes como el enano Trumpkin (Peter Dinklage), el centauro Glenstorm y el valiente ratón Reepicheep.
La cinta es más oscura que la anterior: los villanos ya no son seres fantásticos sino hombres de apariencia humana muy cruel; y las criaturas, tal vez por haber estado escondidas tanto tiempo, son menos adorables y más salvajes.
Con las hazañas de estos personajes los niños espectadores en Manhattan aplaudieron espontáneamente varias veces. Volvieron a aplaudir luego de una breve pero tenebrosa aparición de la villana del filme anterior, la bruja blanca (Tilda Swinton), y cuando el heroico león Aslan (con voz de Liam Neeson) llega a poner orden al caos.
Esta vez el director parece haber tenido un poco más de confianza en el buen resultado del filme: a diferencia de la película original, Adamson se toma algunas libertades. En primer lugar, la historia no ocurre en el mismo orden del libro. Seguramente para avanzar más rápido, las aventuras de los hermanos Pevensie y Caspian antes de su encuentro son contadas en forma paralela: en el texto se cuentan separadas.
Hay toda una parte agregada al filme. En una de las escenas con más efectos visuales, Adamson y sus coguionistas Christopher Markus y Stephen McFeely idearon un ataque de los Pevensie, Caspian y las criaturas mágicas al castillo de Miraz. Y también una tensión amorosa entre Susan, la mayor de los Pevensie, y Caspian, que no está en el libro