
La ex Chica Material, a punto de cumplir 50 años, apareció sobre el escenario en un inmenso trono dorado en forma de M, vestida con saco de smoking, pantalón de jogging negro y plateado y botas de cuero, escoltada por una troupe de bailarines de traje que no pararon de moverse en los 30 minutos que duró el concierto, en el que cantó sólo seis canciones, cuatro de su flamante disco. Producido por los astros del hip-hop Timbaland y Pharrell Williams, de The Neptunes, Hard Candy es el 11º álbum de Madonna y el último que grabará para la discográfica Warner Music, ya que el año pasado firmó un contrato de 120 millones de dólares con la gigante empresa promotora de conciertos Live Nation, que a partir de ahora manejará su carrera.

"Es la mejor; una artista que a lo largo de los últimos 25 años ha dado clases magistrales de versatilidad y siempre se ha mantenido en la cima, un paso delante de las modas y tendencias", señaló Dana Spera, una moza de Brooklyn que, desafiando el frío y la lluvia de los últimos días, era la primera en la larga cola para ingresar a la sala. El resto de las entradas se repartieron en promociones comerciales y a través de un concurso organizado por Madonna en su página web, en el que se llamó a sus seguidores a escribir poemas de cuatro líneas sobre la Reina del Pop.
"Ustedes saben cuánto odio yo esperar y mirar hacia el pasado. Pero esta canción es para todos los que pasaron la noche durmiendo en la calle", dijo Madonna, en un gesto de agradecimiento antes de entonar, guitarra eléctrica en mano, su megahit "Hung Up". El tema, que habla sobre la agonía de la espera, fue parte de su anterior álbum, el exitosísimo Confessions on a Dance Floor , de 2005, que lleva vendidos 8,5 millones de copias en todo el mundo.

"A pesar de que me parece como si hubiera grabado cien discos, cada vez que hago uno nuevo es como la primera vez, y creo que será el mejor", resaltó Madonna tras agradecer a Timberlake, Timbaland, Williams y al rappero Kanye West, con quien en Hard Candy hace a dúo "Beat Goes On".
Para el final, la cantante optó de nuevo por dar un salto al pasado reciente y, con un fondo que simulaba ser una estación de subte neoyorquino durante la década del 70, arremetió con otro anterior éxito, "Music", que en 2000 fue un infaltable en todas las discotecas del planeta. Así, con onda urbana retro, Madonna se despidió de sus fans neoyorquinos, pero la próxima semana volverá al escenario en París y Londres para ofrecer unos pequeños conciertos similares antes de anunciar su gira a mitad de año.

"Yo trabajé con Madonna en su documental Truth or Dare , en 1991, y es increíble cómo hoy, con casi 50 años, se ve aún mejor que entonces. Es una artista atleta", apuntó Weinstein.