Su aplomo está apoyado por los rumores que circulan en Hollywood y que describen a Theron como la próxima Hilary Swank, alguien que contra todo pronóstico consiguió dos premios Oscar en el plazo de cinco años con una carrera con menos de una docena de títulos y donde los únicos memorables son los dos galardonados, Boys don't cry y Million Dollar Baby. Si fue posible para Swank también lo puede ser para Theron, que logró su Oscar por Monster y que este año se vislumbra como una de las posibles candidatas al galardón por North Country, la historia de la primera demanda por abuso sexual en el lugar de trabajo en Estados Unidos. "Supongo que al final de la jornada sienta muy bien demostrar quién eres", se reafirma Theron con honestidad pero sin arrogancia.
Su segundo triunfo está aún por ver pero su carrera dio un vuelco, de ser la chica bonita de la película, la modelo metida a actriz aceptable sólo como apoyo al protagonista (El Abogado del diablo, The Cider House Rules o Mi amigo Joe) a convertirse en una de las estrellas mejor pagadas de la pantalla, con un sueldo que ahora está en los 10 millones de dólares. Como recuerda, ésa ha sido precisamente la lucha de su carrera, "una guerra abierta a los estereotipos" y lo que significan. "No era cuestión de quedarse sentada y quejarme de mi apariencia", se lamenta una actriz cuya belleza está fuera de duda. Eso no quiere decir que la única forma de ganar el reconocimiento sea desfigurándose para un papel aunque le haya servido de ayuda como pasó con Nicole Kidman en Las horas o a Halle Berry en Monster's Ball por citar los ejemplos más cercanos además de Swank. "La transformación física viene con cada papel pero no es necesaria en cada filme", comenta una admiradora de actores que en su opinión tienen la valentía de desaparecer en lo que hacen como Sean Penn, Meryl Streep, Kate Winslet o Cate Blanchett.
En Head in the Clouds, su primer filme tras Monster, su único cambio fue perder los 15 kilos que ganó para conseguir un Oscar y volver a ser la seductora Theron. La actriz admite que esta producción de 26 millones de dólares de presupuesto en la que también trabaja Penélope Cruz fue una oportunidad de que le pagaran por estar con su novio en Montreal, bromea en referencia al tercer intérprete de este triángulo amoroso y su compañero en la vida real, el actor irlandés Stuart Townsend.
Además, su papel como Gilda, la adinerada hija de un diplomático francés, le permitió desintoxicarse de la dureza de Monster y esconderse de toda la locura previa a los Oscar con un personaje que a lo largo de la película deja atrás la locura de las noches parisienses y para tomar conciencia de una Francia ocupada durante la II Guerra Mundial. Pero en North country la belleza de Theron desaparece desde la primera vez que aparece en pantalla entre los tiznones de una minera, una transformación que devuelve a la memoria otras películas con trasfondo social como Norma Rae, Silkwood o incluso Erin Brokovich, todas ellas saludadas con una candidatura al Oscar e incluso con la estatuilla en algunos casos. "En mi opinión el físico de un personaje viene dado por su lucha emocional. Eso es lo que deja huella y no mi vanidad de actriz", se defiende. "Y lo que me inspira a seguir trabajando son esos directores que siguen sorprendiéndome con su trabajo", añade.
Esos realizadores que la sorprenden parecen ser mujeres en la mayor parte de su carrera. Ahí están Patty Jenkins en Monster; Nikki Caro (Whale Rider) en North country, y Karyn Kusama en Aeon Flux, un gran número teniendo en cuenta la escasa proporción de mujeres realizadoras en Hollywood. "La única diferencia es que cuando van al cuarto de baño escogen el de mujeres", desdeña al hablar de lo que considera una anécdota. Caro cree que es algo más que una coincidencia que sea alguien de su propio sexo la persona capaz de sacar más de Theron. "Los hombres se quedan intoxicados ante su belleza", bromea. John Duigan, director de Head in the clouds, no lo niega. "Creo que junto a Charlize y Penélope he rodado algunas de las escenas más bellas de mi carrera", afirma el realizador de Sirens