01 octubre 2005

AVENUE Q

Muchos fanáticos de los musicales pusieron el grito en el cielo cuando, el año pasado, se enteraron de que un musical con marionetas era uno de los principales candidatos al Tony. Y finalmente, "Avenue Q", la obra de los casi debutantes Jeff Whitty (libro), Robert López y Jeff Marx (letras y música) se llevó el Tony 2004 a "mejor obra musical".

Se estrenó en el teatro Vineyard, del Off Broadway en marzo de 2003, obtuvo críticas excelentes y ganó el premio del Círculo de Críticos por mejor obra musical del circuito alternativo. De inmediato, un grupo de productores echó una mirada al espectáculo y lo atrapó para reestrenarlo en el pequeño John Golden Theatre, de Broadway, el 31 de julio de 2003, donde permanece hasta ahora. En 2004 ganó seis premios Tony, entre ellos: al mejor musical del año y a la mejor partitura.

Es que una historia irónica y sarcástica para adolescentes y adultos en el formato del programa de TV infantil "Plaza Sésamo" era muy atractiva y, lógicamente, daba motivos para permanecer mucho tiempo en cartel.

"Avenue Q" es la historia de un grupo de "perdedores" que vive en una de las últimas calles del vecindario. Allí llega Princeton, un joven recién graduado que no sabe qué hacer con su título en letras, ya que no tiene ni trabajo ni lugar donde vivir. En Avenue Q, se encuentra con un grupo de personajes que, tras la aparente normalidad, están disconformes con su vida. Kate Monster es una veinteañera que no consigue ponerse de novia, porque vive en un tiempo de relaciones pasajeras y de pavura al compromiso; Christmas Eve es una inmigrante japonesa que llegó a los Estados Unidos en busca de oportunidades y tiene que contentarse con trabajar en un supermercado coreano; Brian es su esposo, que soñaba con ser una estrella de la TV y no consigue trabajo de nada. Se agregan Rod, un republicano que no puede asumir su homosexualidad; Nicky, su compañero de cuarto (heterosexual), que intenta convencerlo de que no está mal ser gay, y Trekkie Monster, un monstruo adicto a la pornografía por Internet. Todos ellos viven en una vecindad regenteada nada menos que por Gary Coleman (sí, el negrito de "Blanco y negro"). Claro que no es el auténtico, sino una simpatiquísima actriz. Quién para llevar adelante una calle de "fracasados" si no el pobre Arnold, estrella de la TV y ahora simple empleado porque sus padres se gastaron todo su dinero.

Pero lo que ocurre en "Avenue Q", entre ingeniosas y pegadizas canciones, es demostrar que las causas del fracaso de estas criaturas no sólo son el entorno, la sociedad y la política, sino también la individualidad, la competencia feroz y el egoísmo reinante. Aunque como todo cuento norteamericano, todo termina bien y los personajes concluyen cantando que lo que les ocurre es "sólo por ahora", y que esto incluye también al "amor, al cabello y a George Bush". Todo esto con musiquita casi infantil.

Asimismo, es muy divertido el cuadro "Todos somos un poquitito racistas", en el que todos los personajes (blancos, negros, orientales, monstruos) hacen un "mea culpa" sobre ese costado oscuro que tienen.

"Avenue Q" refleja desde la fantasía una cotidianidad cruda y ruda que pega zarpazos sobre el bienestar, el amor y los valores básicos.

Actores titiriteros

Sólo tres de los personajes están personificados exclusivamente por actores (los simpatiquísimos Jordan Gelber, Ann Harada y Natalie Venetia Belcon). El resto son manipulados por actores, a la vista del público, y forman una unidad interpretativa tan brillante como atractiva. El espectador no está obligado a observar sólo al muñeco o al actor, sino que la manipulación está perfectamente completada con interpretación.

Algunos de los intérpretes manipulan a más de un personaje, como es el caso de Stephanie D´Abruzzo (ganadora del Tony), que interpreta a la adorable Kate Monster y a su rival, la despampanante Lucy T. Slut. Además de excelente actriz y titiritera es una gran cantante. Otro talento es el protagonista masculino: Barret Foa, quien manipula al recién recibido Princeton y al gay no asumido Rod. Se completa con Christian Anderson y Jennifer Barnhart.

La escenografía es única y corpórea: representa la calle donde viven estos personajes y los pórticos de sus casitas. Ventanas y puertas que se abren dejan ver bosquejos de sus intimidades.

Las marionetas, al mejor estilo "muppet", son de medio cuerpo y están muy bien diseñadas por Rick Lyon, quien tiene una experiencia de más de treinta años como marionetista en programas de TV como "Plaza Sésamo", "Las tortugas Ninja", "Bear en la casa azul" y "El libro de Pooh".

"Avenue Q" es una obra emergente que, sin duda, no sólo deja huella, sino que continúa demostrando la cantidad de variantes que puede presentar el género musical. En cada función, la sala está colmada, en su mayor parte, por adolescentes y veinteañeros que la volvieron una obra de culto. A su vez, mediante letreros y publicidad, se advierte a los padres que no es apropiada para niños debido al lenguaje procaz y a las alusiones al sexo.

Quien tenga la suerte de darse una vuelta por la Gran Manzana y quiera darse una panzada de humor en el esquema de las comedias musicales "de antes", "Avenue Q" es una de las mejores opciones