03 octubre 2005

AMERICAN DREAMZ, UNA SATIRA AL GOBIERNO DE BUSH


A fines de 2004, el guionista y director Paul Weitz se decidió a crear una sátira sobre George W. Bush y la guerra en Irak. Parecía una propuesta arriesgada, tanto para el cineasta (conocido por su comedia adolescente American Pie, la tierna Un gran chico y En buena compañía) como para el estudio que aceptó hacerla: NBC Universal.

Cómo funcionará la película cuando se estrene en 2006, dependerá tanto de los eventos mundiales y la suerte del presidente norteamericano como del talento de Weitz.



La película tiene como protagonistas a Dennis Quaid como un jefe de Estado despistado aunque de buen corazón llamado Staton. Marcia Gay Harden interpreta a su esposa, muy parecida a Laura Bush. Willem Dafoe es un asesor presidencial que le da al presidente "píldoras para la felicidad". Y Hugh Grant es el agresivo conductor de un reality show de aspirantes a estrellas de la música llamado American Dreamz, que le da su nombre al filme.

Un actor debutante, Sam Golzari, encarna a Omer, un terrorista suicida al que le apasionan las canciones de Broadway. Mientras el filme se realiza con un presupuesto de 19 millones de dólares y nerviosas estrellas de cine, el director dice: "Si la gente no tiene nada que opinar acerca de la película, me decepcionaría".

Hugh Grant está en su trailer en Los Angeles, y se lo nota incómodo, moviéndose de aquí para allá. Pocos días antes de la entrevista, la noticia de las bombas en Londres estaban en todas partes. Pero no es por eso que está molesto. De hecho, parece tener otro de los ataques de pánico que lo acechan en los últimos tiempos. Grant está tenso, se frota las manos, hace gestos de dolor y se para nerviosamente al fondo de su trailer. "Siempre odié actuar —confiesa—. En las últimas películas me agarraba un terrible pánico escénico.

En los ensayos todo andaba bien, pero de golpe te endurecés y no podés recordar ni tu diálogo".Después de la mala experiencia que tuvo en Bridget Jones 2 decidió abandonar la actuación y dedicarse a escribir. Pero el asunto no funcionó. Tras 18 meses se dio cuenta que no había escrito una línea. Cuando su amigo Weitz le mandó el guión, decidió que sería mejor volver a la actuación que sentirse un inútil.

"Hugh no quería hacer la película —dice Weitz—. 'Leo el guión, pero no te enojes, no estoy actuando', me dijo. Después le gustó tanto que empezó a dudar". Grant le advirtió que iba a actuar mal y que iba a sentirse muy neurótico. "Me dijo que si yo podía lidiar con eso, lo haría. Ya en pleno rodaje, Grant advirtió que su angustia le venía bien para encarnar a su personaje, un periodista intrépido que se odia a sí mismo por haber dejado una carrera promisoria por la fama rápida de un estúpido reality show.


Grant
, educado en Oxford, podía identificarse con eso. "Decir textos de otros todo el tiempo te tira un poco abajo —explica—. Pero ahora estoy haciendo algo que, aún cuando me angustia, me hace sentir que me estoy respetando. Ahora a lo único que le tengo miedo es al miedo en sí mismo". En la entrevista no parece haber logrado dominarlo del todo. "¿No te molesta si terminamos?", ruega. "El tema central de la película es la gente obsesiva y creída, que son el centro de nuestra cultura —dice Weitz—. Estoy investigando ese aspecto de la identidad norteamericana en la que los sueños siempre fueron algo positivo, pero eso a la vez nos impide tener una visión realista de nuestras propias vidas".

La política tiene que ver con eso, dice. "La combinación de estar en guerra con Irak y a la vez seguir como si nada con nuestras vidas cotidianas y estar obsesionados con American Idol fue lo que me movió a hacer la película. Me parece una situación absurda que se presta para la comedia".

A Weitz le preocupa la actualidad de la película. Cualquier cosa puede pasar desde hoy hasta su lanzamiento. "Un año atrás hacer una película que examine la estupidez de ver el mundo en blanco y negro hubiese sido imposible —dice—. Creo que las cosas están empezando a cambiar".Una semana más tarde, Dennis Quaid se había unido al elenco. Delgado y enérgico, el actor dice que se preparo para el rol de Staton mirando a Bush por TV. También robó algunas cosas de Ronald Reagan y de Bill Clinton, a quien considera un amigo. "No quiero hacer una imitación, quiero captar su espíritu —dice, hablando de Bush—. No estoy haciendo 'el anti-Bush' aquí. Soy independiente. No soy ni republicano ni demócrata, y no busco dar un mensaje político". Pero cuando uno lo ve actuar, se parece bastante a Bush. Exagera los gestos y el asombro, confesándole al premier chino que está "aterrorizado" con Corea del Norte.

Al día siguiente casi todo el elenco está presente para una escena intensa, el clímax del filme. Es el primer día de Willem Dafoe, que luce igualito al vicepresidente Dick Cheney. Quaid, Grant y el resto del elenco están aquí por el gran final del reality show. El terrorista es un personaje clave en la escena. Por primera vez en días, Weitz está relajado, sonriente, y también lo están sus actores. La escena va de la comedia al drama y al horror en el espacio de dos minutos. Inesperadamente, el director ha desarrollado sentimientos cálidos por el presidente Stanton. "La película entró en un territorio más perverso de lo que imaginaba —dice—. Es dulce e íntima. No imagine que iba a ir para ese lado". Los productores le traen un par de posibilidades para usar como póster. En uno se ve a la Estatua de la Libertad como una muy sexy participante del concurso de canto. En otro se lo ve al Tío Sam con la pinta de un conductor de reality show. Weitz prefiere un simple dibujo del torso de un hombre, con un traje y un pin en la chaqueta que dice: "Yo voté por American Dreamz".