
Narrada al estilo de algunos clásicos de los años '70, Legado de violencia explota la vena de las relaciones fraternas y entre padre e hijos cuando éstas tienen consecuencias violentas. Si Chris (Jamie Bell, de Billy Elliot y el nuevo King Kong) es de temperamento irascible, esperen a conocer al hermano de su papi. Deel (Josh Lucas, el malo de Hulk) acaba de salir de la cárcel y, vaya casualidad, su carácter se parece un poco al de su sobrino. El otro niño, Tim, con problemas de salud, es el que casi ha obligado a papá John a quedarse en la granja.
Agreste y dura de ver —la iluminación de la región, la aridez del paisaje rural en Georgia, la pausa del diálogo—, Legado de violencia confirma en David Gordon Green a un realizador de talento, aunque cambie de registro: lejos está en su temática de la mucho más poética All the Real Girls.

La música de Philip Glass merece un párrafo aparte, gracias a ese coro místico al que con tanto apego se suma y que tan fuera de tono queda en varias oportunidades