Todos los hechos están intactos en la memoria de Hollywood. Hace exactamente dos años, cuando Mel Gibson llevaba adelante el rodaje de "La pasión de Cristo", no eran pocos los que auguraban desde allí que con un proyecto de inciertos visos sobre temas religiosos, para colmo hablado en una lengua antigua y ajena al inglés, la carrera del recio galán de "Arma mortal" devenido director corría serio riesgo.
Hoy, todos se sacan el sombrero ante un Gibson que astutamente parece tomar distancia del sistema que lo cuestionó y hoy no deja de admirar su talento visionario. Los 30 millones de dólares que el actor y director puso de su bolsillo para llevar a la pantalla su descarnada visión sobre el calvario de Jesús se multiplicaron como los panes según relata el Evangelio y dejaron en la cuenta bancaria de Gibson buena parte de los casi 612 millones de dólares que la película recaudó en todo el mundo desde su estreno en febrero de 2004.
La primera lección que aprendió Hollywood de este episodio es que hay un público potencial -integrado por personas y familias que hasta "La pasión de Cristo" casi nunca iba al cine- que justifica nuevos esfuerzos de producción. Y la segunda es que ese público, a juicio de la mayoría de los observadores del negocio del entretenimiento más poderoso del mundo, suscribe y defiende valores propios de la fe cristiana y estaría dispuesto a respaldarlos si aparecen de nuevo en la pantalla.
Hoy, después de una temporada decepcionante en las boleterías de los cines norteamericanos, Hollywood está más interesado que nunca en acercarse a ese público, y sin perder tiempo estableció una suerte de alianza virtual con algunos influyentes grupos religiosos y conservadores de fuerte actividad en el territorio norteamericano.
El primer objetivo de una estrategia que, en el fondo, aspira a darle continuidad al camino iniciado con "La Pasión de Cristo" apunta a uno de los más ambiciosos proyectos cinematográficos de estos tiempos en Hollywood: "Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el ropero", adaptación del primero de los siete libros infantiles escribos por C. S. Lewis con el que los estudios Disney esperan crear una serie tan exitosa como las de "Harry Potter" o "El señor de los anillos".
La adaptación al cine de aventura de cuatro pequeños hermanos que en tiempos del bombardeo de Londres -en la Segunda Guerra Mundial- descubren un armario mágico en la casa en la que se refugian y desde allí acceden a un mundo mágico en el que se vive un invierno sin fin justificó una inversión que, según algunas estimaciones, llegó a los 200 millones de dólares, entre costos de producción y de marketing, compartidos por Disney y Walden Media.
Al tratar temas tales como la lucha entre el bien y el mal, la traición, el perdón y la misericordia, no son pocos los que creen que el film se adapta a la perfección a un público de ribetes cristianos con enorme potencial para llenar los cines. Además, allí aparece como personaje clave el león Aslan, que se sacrifica para evitar la muerte de uno de los pequeños y al que se ve como representación simbólica del pecado, la culpa y la expiación. Pero también están quienes sostienen que desde la mirada de C. S. Lewis -que en vida se negó rotundamente a que sus textos se adaptaran al cine- hay mucho más de mito que de alegoría bíblica en sus obras.
La revista Bussiness Week informó que con la expectativa de sumar espectadores de perfil cristiano al público tradicional que sigue las novedades de Disney, el estudio y Walden Media contrataron a Motive Marketing, la misma firma que planificó junto a Gibson el éxito de "La Pasión de Cristo", para apoyar este ambicioso lanzamiento.
Una de las estrategias fue reunir en octubre a 700 líderes cristianos de Nueva York en Brooklyn para un encuentro impulsado por la coalición evangélica Mission America con miras a debatir y explorar el potencial evangelizador del film. En ese encuentro, hubo líderes religiosos que respaldaron con entusiasmo esa idea, y otros que objetaron la incompatibilidad entre el deseo de Hollywood de hacer dinero y una prédica trascendente ajena a todo interés material. Así, "Las crónicas de Narnia..." pasó por los pasillos de algunos núcleos religiosos antes que por los cines.
Otro hecho relevante en esta dirección tiene que ver con la película "Abandonados: mundo en guerra", tercer largometraje de una serie de temática explícitamente cristiana, que fue exhibido en más de 3000 iglesias evangélicas de Estados Unidos antes de su lanzamiento en DVD, ya que se rodó especialmente para el mercado hogareño.
Con un costo de producción de 10 millones de dólares y el respaldo por primera vez del poderoso estudio Sony Pictures, el film recrea casi literalmente, pero con el tono de los thrillers de Hollywood, algunos pasajes de la Biblia. En este caso, la llegada de una suerte de Anticristo (representado por un magnate de las grandes corporaciones llamado Nicolae) que prohíbe el cristianismo y obliga a sus practicantes a pasar a la clandestinidad mientras desata la Tercera Guerra Mundial. En estas circunstancias, el presidente norteamericano (encarnado por el popular actor negro Louis Gossett, Jr.), admite sus errores (que es lo mismo que arrepentirse de sus pecados) y se suma a los fieles que llevan adelante la resistencia entre explosiones, tiroteos y operativos comando.
El productor del film, Peter Lalonde, que además trabaja en grupos cristianos, destacó a The New York Times el hecho de que tras una de esas proyecciones especiales, realizada en Costa Mesa (Arizona) ante 900 personas, once de ellas decidieron sumaron a la iglesia evangélica tras la función.
A la vez, hay quienes suman a "El exorcismo de Emily Rose", que acaba de estrenarse entre nosotros, a esta tendencia desde una perspectiva más ligada al catolicismo. Los 19 millones de dólares invertidos en esta producción fueron largamente recuperados en Estados Unidos, donde lleva recaudados 80 millones. "Los vínculos entre la religión y la espiritualidad no son demasiado considerados por los medios. Lo que quise hacer fue una película en la que se plantearan cuestiones tan importantes como la existencia de Dios, del diablo y de un reino espiritual trascendente", dijo el director de la película, Scott Derrickson.
Y no faltan en este terreno conexiones entre el cine, los personajes representativos de la fe cristiana y la situación del fundamentalismo islámico. A comienzos de octubre, en un mensaje en un sitio de Internet ligado a la red terrorista Al-Qaeda se lanzaron amenazas de muerte contra el actor egipcio Omar Sharif, que a los 73 años encarnó a San Pedro en una miniserie producida por la RAI cuyo primer capítulo, estrenado en la pantalla chica italiana el 25 de octubre último, fue visto por casi nueve millones de telespectadores.
"Sharif abraza ahora la idolatría de los cruzados. Ofende al Islam y a los musulmanes mientras recibe los aplausos del público italiano. Debemos matarlo", dice el mensaje fundamentalista contra el actor que fue criado en el cristianismo y se convirtió al Islam en la década de 1950 luego de su matrimonio con la estrella egipcia Faten Hamama. "Hacer de San Pedro fue tan importante para mí que a partir de ahora me costará muchísimo encarnar otros personajes", reconoció Sharif, uno más de los muchos nombres sensibilizados por las relaciones cada vez más complejas que se establecen cuando cuestiones de fe se mezclan con el entretenimiento
Hoy, todos se sacan el sombrero ante un Gibson que astutamente parece tomar distancia del sistema que lo cuestionó y hoy no deja de admirar su talento visionario. Los 30 millones de dólares que el actor y director puso de su bolsillo para llevar a la pantalla su descarnada visión sobre el calvario de Jesús se multiplicaron como los panes según relata el Evangelio y dejaron en la cuenta bancaria de Gibson buena parte de los casi 612 millones de dólares que la película recaudó en todo el mundo desde su estreno en febrero de 2004.
La primera lección que aprendió Hollywood de este episodio es que hay un público potencial -integrado por personas y familias que hasta "La pasión de Cristo" casi nunca iba al cine- que justifica nuevos esfuerzos de producción. Y la segunda es que ese público, a juicio de la mayoría de los observadores del negocio del entretenimiento más poderoso del mundo, suscribe y defiende valores propios de la fe cristiana y estaría dispuesto a respaldarlos si aparecen de nuevo en la pantalla.
Hoy, después de una temporada decepcionante en las boleterías de los cines norteamericanos, Hollywood está más interesado que nunca en acercarse a ese público, y sin perder tiempo estableció una suerte de alianza virtual con algunos influyentes grupos religiosos y conservadores de fuerte actividad en el territorio norteamericano.
El primer objetivo de una estrategia que, en el fondo, aspira a darle continuidad al camino iniciado con "La Pasión de Cristo" apunta a uno de los más ambiciosos proyectos cinematográficos de estos tiempos en Hollywood: "Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el ropero", adaptación del primero de los siete libros infantiles escribos por C. S. Lewis con el que los estudios Disney esperan crear una serie tan exitosa como las de "Harry Potter" o "El señor de los anillos".
La adaptación al cine de aventura de cuatro pequeños hermanos que en tiempos del bombardeo de Londres -en la Segunda Guerra Mundial- descubren un armario mágico en la casa en la que se refugian y desde allí acceden a un mundo mágico en el que se vive un invierno sin fin justificó una inversión que, según algunas estimaciones, llegó a los 200 millones de dólares, entre costos de producción y de marketing, compartidos por Disney y Walden Media.
Al tratar temas tales como la lucha entre el bien y el mal, la traición, el perdón y la misericordia, no son pocos los que creen que el film se adapta a la perfección a un público de ribetes cristianos con enorme potencial para llenar los cines. Además, allí aparece como personaje clave el león Aslan, que se sacrifica para evitar la muerte de uno de los pequeños y al que se ve como representación simbólica del pecado, la culpa y la expiación. Pero también están quienes sostienen que desde la mirada de C. S. Lewis -que en vida se negó rotundamente a que sus textos se adaptaran al cine- hay mucho más de mito que de alegoría bíblica en sus obras.
La revista Bussiness Week informó que con la expectativa de sumar espectadores de perfil cristiano al público tradicional que sigue las novedades de Disney, el estudio y Walden Media contrataron a Motive Marketing, la misma firma que planificó junto a Gibson el éxito de "La Pasión de Cristo", para apoyar este ambicioso lanzamiento.
Una de las estrategias fue reunir en octubre a 700 líderes cristianos de Nueva York en Brooklyn para un encuentro impulsado por la coalición evangélica Mission America con miras a debatir y explorar el potencial evangelizador del film. En ese encuentro, hubo líderes religiosos que respaldaron con entusiasmo esa idea, y otros que objetaron la incompatibilidad entre el deseo de Hollywood de hacer dinero y una prédica trascendente ajena a todo interés material. Así, "Las crónicas de Narnia..." pasó por los pasillos de algunos núcleos religiosos antes que por los cines.
Otro hecho relevante en esta dirección tiene que ver con la película "Abandonados: mundo en guerra", tercer largometraje de una serie de temática explícitamente cristiana, que fue exhibido en más de 3000 iglesias evangélicas de Estados Unidos antes de su lanzamiento en DVD, ya que se rodó especialmente para el mercado hogareño.
Con un costo de producción de 10 millones de dólares y el respaldo por primera vez del poderoso estudio Sony Pictures, el film recrea casi literalmente, pero con el tono de los thrillers de Hollywood, algunos pasajes de la Biblia. En este caso, la llegada de una suerte de Anticristo (representado por un magnate de las grandes corporaciones llamado Nicolae) que prohíbe el cristianismo y obliga a sus practicantes a pasar a la clandestinidad mientras desata la Tercera Guerra Mundial. En estas circunstancias, el presidente norteamericano (encarnado por el popular actor negro Louis Gossett, Jr.), admite sus errores (que es lo mismo que arrepentirse de sus pecados) y se suma a los fieles que llevan adelante la resistencia entre explosiones, tiroteos y operativos comando.
El productor del film, Peter Lalonde, que además trabaja en grupos cristianos, destacó a The New York Times el hecho de que tras una de esas proyecciones especiales, realizada en Costa Mesa (Arizona) ante 900 personas, once de ellas decidieron sumaron a la iglesia evangélica tras la función.
A la vez, hay quienes suman a "El exorcismo de Emily Rose", que acaba de estrenarse entre nosotros, a esta tendencia desde una perspectiva más ligada al catolicismo. Los 19 millones de dólares invertidos en esta producción fueron largamente recuperados en Estados Unidos, donde lleva recaudados 80 millones. "Los vínculos entre la religión y la espiritualidad no son demasiado considerados por los medios. Lo que quise hacer fue una película en la que se plantearan cuestiones tan importantes como la existencia de Dios, del diablo y de un reino espiritual trascendente", dijo el director de la película, Scott Derrickson.
Y no faltan en este terreno conexiones entre el cine, los personajes representativos de la fe cristiana y la situación del fundamentalismo islámico. A comienzos de octubre, en un mensaje en un sitio de Internet ligado a la red terrorista Al-Qaeda se lanzaron amenazas de muerte contra el actor egipcio Omar Sharif, que a los 73 años encarnó a San Pedro en una miniserie producida por la RAI cuyo primer capítulo, estrenado en la pantalla chica italiana el 25 de octubre último, fue visto por casi nueve millones de telespectadores.
"Sharif abraza ahora la idolatría de los cruzados. Ofende al Islam y a los musulmanes mientras recibe los aplausos del público italiano. Debemos matarlo", dice el mensaje fundamentalista contra el actor que fue criado en el cristianismo y se convirtió al Islam en la década de 1950 luego de su matrimonio con la estrella egipcia Faten Hamama. "Hacer de San Pedro fue tan importante para mí que a partir de ahora me costará muchísimo encarnar otros personajes", reconoció Sharif, uno más de los muchos nombres sensibilizados por las relaciones cada vez más complejas que se establecen cuando cuestiones de fe se mezclan con el entretenimiento