"En sus zapatos" es una comedia dramática, basada en un libro que fue best seller y filmada por un director como Curtis Hanson, que tuvo un gran acierto con "Los Angeles al desnudo" (1997), y que ahora explora con sensibilidad y finura el mundo femenino.
La película es la historia de las hermanas Feller, de Maggie (Cameron Díaz) y Rose (Toni Colette), tan distintas y durante tanto tiempo enfrentadas, pero sin embargo unidas por lazos de sangre irrompibles y permanentes.
Rose es una exitosa abogada de Filadelfia y Maggie sólo ha tenido decenas de empleos menores. Rose todavía no encuentra al hombre de su vida y Maggie ha conocido demasiados. Y Rose, por último, es una mujer algo reprimida e insegura por sus kilos de más, mientras que a Maggie no le sobra ni falta un gramo y califica como objeto sexual en la categoría de rubia tonta.
"En sus zapatos" va a presentar la historia de ambas mujeres con un tono negro, desesperanzado y más de una vez patético, porque la película es una ocasión única para que la australiana Toni Colette y sobre todo Cameron Díaz, en vez de ángel de Charlie, sea un ángel caído y de pocas luces, a punto de convertirse en mujer fácil. De hecho, la Maggie Feller de Cameron Díaz debe ser la mejor actuación de su carrera.
Tiene "En sus zapatos", como otras películas de Curtis Hanson, una impecable dirección de arte y una señalada preocupación por los escenarios y vestuarios, algo que le otorga atmósfera, moda y un grado de distinción más bien descriptivo y de catálogo. Hanson no es Mike Nichols o Blake Edwards y tampoco intenta serlo, por lo que su cine está desprovisto de mordiente o crítica social y su mirada, finalmente, tiende a blanquear los ánimos y a pacificar los sentimientos, con lo que las relaciones personales se dulcifican en lo políticamente correcto.
Es por esto que la relación de Rose y Maggie, que se inicia tan cruda, destructiva y tormentosa, se va haciendo cada vez menos compleja, y cuando ya tienen muy poco que ofrecer o decir, surge, afortunadamente, una Shirley MacLaine de 70 años que interpreta a Ella Hirsch, la abuela de las hermanas, que vive bajo el sol de Florida en un condominio de viudos y viudas, con la compañía de algún personaje entrañable como la señora Lefkowitz (Francine Beers), y donde despunta el humor negro y lucidez de gente vieja en el tiempo del atardecer.
La aparición de Shirley McLaine, que está insuperable en sus silencios, escasas palabras e ironías, rearma la película con el protagonismo brillante y sutil del personaje secundario que se pone bajo el foco y se roba la película.
Ella Hirsch es la abuela que recibe a sus nietas, reordena el daño cometido, limpia las culpas y asume el rol de la mujer antigua que debe guiar a las jóvenes, para que entre ellas brote lo que hay entre abuelas, madres e hijas: lazos de sangre y un cariño que es más fuerte que la vida
La película es la historia de las hermanas Feller, de Maggie (Cameron Díaz) y Rose (Toni Colette), tan distintas y durante tanto tiempo enfrentadas, pero sin embargo unidas por lazos de sangre irrompibles y permanentes.
Rose es una exitosa abogada de Filadelfia y Maggie sólo ha tenido decenas de empleos menores. Rose todavía no encuentra al hombre de su vida y Maggie ha conocido demasiados. Y Rose, por último, es una mujer algo reprimida e insegura por sus kilos de más, mientras que a Maggie no le sobra ni falta un gramo y califica como objeto sexual en la categoría de rubia tonta.
"En sus zapatos" va a presentar la historia de ambas mujeres con un tono negro, desesperanzado y más de una vez patético, porque la película es una ocasión única para que la australiana Toni Colette y sobre todo Cameron Díaz, en vez de ángel de Charlie, sea un ángel caído y de pocas luces, a punto de convertirse en mujer fácil. De hecho, la Maggie Feller de Cameron Díaz debe ser la mejor actuación de su carrera.
Tiene "En sus zapatos", como otras películas de Curtis Hanson, una impecable dirección de arte y una señalada preocupación por los escenarios y vestuarios, algo que le otorga atmósfera, moda y un grado de distinción más bien descriptivo y de catálogo. Hanson no es Mike Nichols o Blake Edwards y tampoco intenta serlo, por lo que su cine está desprovisto de mordiente o crítica social y su mirada, finalmente, tiende a blanquear los ánimos y a pacificar los sentimientos, con lo que las relaciones personales se dulcifican en lo políticamente correcto.
Es por esto que la relación de Rose y Maggie, que se inicia tan cruda, destructiva y tormentosa, se va haciendo cada vez menos compleja, y cuando ya tienen muy poco que ofrecer o decir, surge, afortunadamente, una Shirley MacLaine de 70 años que interpreta a Ella Hirsch, la abuela de las hermanas, que vive bajo el sol de Florida en un condominio de viudos y viudas, con la compañía de algún personaje entrañable como la señora Lefkowitz (Francine Beers), y donde despunta el humor negro y lucidez de gente vieja en el tiempo del atardecer.
La aparición de Shirley McLaine, que está insuperable en sus silencios, escasas palabras e ironías, rearma la película con el protagonismo brillante y sutil del personaje secundario que se pone bajo el foco y se roba la película.
Ella Hirsch es la abuela que recibe a sus nietas, reordena el daño cometido, limpia las culpas y asume el rol de la mujer antigua que debe guiar a las jóvenes, para que entre ellas brote lo que hay entre abuelas, madres e hijas: lazos de sangre y un cariño que es más fuerte que la vida