Parte de su logro está en la mirada. Los protagonistas no son los médicos experimentados, con cientos de cirugías en el cuerpo, sino los practicantes, que cometen errores más habitualmente que los mayores y asumen cada trabajo como un desafío. Ahí lleva la batuta Zach Braff como John "J.D." Dorian, un tipo que contradice la imagen del médico típico: es soñador, anda en las nubes, pero casi siempre es certero en sus diagnósticos. Lo que se llama humanizar la medicina.
La serie sale del esquema sitcom (que viene en decadencia en Estados Unidos), al abrir su set a todo un hospital y sin las clásicas risas cada 30 segundos. Todos los episodios mezclan el humor con una reflexión-moraleja de "JD", que no suena a moralina, porque está matizada con humor. La comedia, eso sí, tiene peligros: "Scrubs" es una serie coral y hay personajes que -por guión o desempeño- tienden a quedarse en la caricatura. El riesgo lo sortean con la profundidad y los rasgos que develan los personajes en las cuatro temporadas en pantalla