04 agosto 2005

LA CIUDAD DEL PECADO


"Sin City "de Robert Rodríguez y Frank Miller, marca el arribo del cómic al cine como nunca se vio Posted by Picasa

Calles siempre mojadas, sangre de todo tipo y color, golpes, brutalidades, mujeres hermosas, malvados hiperperversos, hombres duros de buen corazón, una fotografía de brillante blanco y negro, efectos especiales, aliento de film noir y cómic. Todo eso es La ciudad del pecado, y seguramente no es estamos quedando cortos.
Filme más de estilo que de género propio, la nueva realización de Robert Rodríguez (quien desde El mariachi no ha dejado de crecer y probar, y creer en arquetipos) es un vívido reflejo del mundo de la historieta original.
La película se basa en tres de las historias de Sin City, o La ciudad del pecado, la novela gráfica de Frank Miller, quien estuvo presente durante el rodaje —de ahí que, sumado a que Robert Rodríguez ha filmado la historieta como estaba, sin adaptarla, Miller figure como codirector—.
Bruce Willis es Hartigan, un policía al borde del retiro, librando una batalla personal —que se vuelve más personal aún— con un paidófilo; Mickey Rourke es un adoquinado matón a quien una prostituta —de nobles propósitos, claro— puede ver en él más allá de su rudeza y le abre literalmente el corazón. Lástima que aparezca muerta, asesinada por un psicópata. Y Dwight (Clive Owen), un buen tipo que también se enamora, debe lidiar con un policía enloquecido (Benicio del Toro, con prótesis pero no tan impresionante como la que luce Rourke) de la líder de las prostitutas de la ciudad del pecado (Rosario Dawson).
Así las cosas, los habitantes de la película recorren la trama con gestos adustos y desconfiados, sabiendo que en cualquier momento pueden ser sacudidos —y lo son— de la peor manera. Se mueven con frases hechas y las mujeres —antes de que a alguien se le ocurra tildar de misógino a Miller/Rodríguez— sufren, vejaciones o no, pero son de un carácter que más de un hombre desearía para sí.
Se han reciclado personajes y arquetipos muy propios tanto de la pulp fiction como del pop. Todo, en una ambientación retrofuturista que hace olvidar el tiempo y el lugar de las acciones para que el espectador se lance a los vericuetos y la fuerte aventura que ofrece la trama.
Todo se ha construido digitalmente, con los actores actuando sobre un fondo verde, para luego adosarle fondos y espacios increíbles. Con su diseño alucinante —alucinante de manera literal—, La ciudad del pecado habrá de marcar un antes y un después en cómo se entenderá de ahora en más no sólo el cómic en el cine, sino el cine propiamente dicho.
Los balazos, los golpes, las heridas se escuchan y ven de una manera única hasta hoy. Pero a no confundir estilo con engolosinamiento. Rodríguez sabe manejarse con personajes que renquean, nunca el medio tono, protagonistas con viejas heridas que saben cómo resurgir en los momentos más difíciles.
Amigo de Quentin Tarantino, el realizador de Tiempos violentos —a la que La ciudad del pecado no le debe poco— dirige la secuencia en la que los personajes de Owen y Del Toro viajan en auto por la carretera y en la que Benicio luce una hermosa arma incrustada en la cabeza. Es, si se quiere, la historia menos atractiva de las tres, la que no guarda relación intrínseca con las otras. Pero no desentona.
A diferencia de Sky Captain, rodada de manera similar, en La ciudad del pecado los personajes viven, sienten, sangran. Lo que les pasa por dentro, aflora. Siempre. Y ésa es la base de cualquier gran película.