02 agosto 2005

COMO SON LAS CHICAS DEL PECADO


Britany Murphy es una de las protagonistas de "Sin City"Posted by Picasa

En La ciudad del pecado las mujeres mantienen diferentes comportamientos, pero nunca pasan inadvertidas, maltratadas por los personajes de Bruce Willis, Mickey Rourke o Benicio del Toro. Ya sea en la sufrida moza del bar (Shellie, interpretada por Brittany Murphy), la angelical Nancy (Jessica Alba) o la prostituta dominante Gail (Rosario Dawson), queda la sensación de que no hay pecado que no se consume a pesar (o a partir) de ellas. En un filme que probablemente pase a la historia por ser considerado como "la mejor traducción de un cómic a la pantalla grande", ellas le ponen el cuerpo al trazo grueso y duro con que el dibujante Frank Miller diseñó "el oscuro corazón de toda ciudad", allá por 1991. Previamente, Miller había transformado a Batman en un ser conflictivo, entrado en años y dark en El señor de la noche. Luego vendría Sin City (La ciudad del pecado).
A la hora de enfrentar las entrevistas, las chicas pasan de a una a la vez. Y cada una parece representar el rol opuesto al asignado en la película. Ahí viene Brittany Murphy, ahora castaña, que habla hasta por los codos. Lleva orgullosamente una nariz de cierta irregularidad y abre exageradamente la boca para lo que se supone una sex symbol. Y tira su "anti-currículum" sobre la mesa: "Era la más machona de mi curso... ¡jugaba al fútbol! Tengo 27 años y perdí mi virginidad hace seis años, un poco alentada por mi madre", sonríe esperando haber sido convincente.
Según Frank Miller, su personaje (Shellie) es uno de los más logrados. "Apenas tuve dos días de filmación, pero quedé enamorada de mi rol. Jamás había leído un cómic antes de rodar, y ahora soy una fan total de Miller".
Tus papeles suelen responder al de una chica problemática o instalada en el seno de una familia disfuncional. ¿Qué tanto te cansa ese estereotipo?
Cuando sos criada sin padre en un lugar de los suburbios de New Jersey, la palabra "disfuncional" se transforma en "normal". A los 9 años ya estaba actuando en compañías de teatro y ese era mi mundo. Para lo feliz que soy actuando, no creo haberme perdido mucho por no haber tenido una familia tipo.
Jessica Alba luce acaso más recatada. Prolijo rodete y suéter de cachemira, se horroriza de sólo pensar que su familia (de origen latino y muy conservadora) vaya a verla al estreno para comprobar lo suelta que sale de ropa. Dice que Bruce Willis besa "bien, apasionadamente, aunque es un poco jugoso para mi gusto". Y confiesa que aprendió a utilizar el lazo en los estudios de Robert Rodríguez, en Texas. "Su rancho posee toda la parafernalia cowboy que te puedas imaginar. Como hacía mucho calor, me la pasaba en mi cuarto en ropa interior, aprendiendo a revolear el lazo". Cree que Rodríguez le quitó para siempre la "inocencia" y a partir de ahora toda su tarea consistirá en rechazar la "avalancha de papeles para hacer de potra que me ofrecerán de ahora en más".
¿Hasta que punto no fuiste vos, aceptando determinados papeles, la que marcó esa dirección?
Puede que sí. Pensándolo bien, quizás no me quede otra que esperar que me lleguen las arrugas para poder ser una actriz 'seria'.
Rosario Dawson tiene una de las tres o cuatro bocas más sexys del mundo del espectáculo. Robert Rodríguez lo sabe y por eso es que le dio el rol de Gail, una prostituta vengativa e inescrupulosa. Hija de sangre cubana e irlandesa mantiene una encendida defensa de la educación sexual en barrios carenciados. "Mi madre quedó embarazada de mi cuando tenía 16 años. No quise el mismo destino para mí y es por eso que lucho para hacer algo por tanta gente que sufre embarazos no deseados o se contagia del HIV por no disponer de información", dice con el fervor de una asistenta social, justamente quien debutara como actriz con la controvertida Kids (Larry Clark, 1995). "Me sacaron de la calle. Tenía 15 años y ni siquiera actuaba en los actos del colegio".
¿Te perturbó verte tan joven y en un papel tan perturbador?
Me chocó. Pero ahora ya no me preocupa si alguien se ofende o se excita por el hecho de que se me vean los pezones. Sería un halago que pensaran: 'ah, ahí está la perra que siempre dice que debo usar preservativo'".
Cortesía "El Clarín"