18 agosto 2005

LA BALADA DE JACK Y ROSE


Daniel Day Lewis y Camila Belle en "La Balada de Jack y Rose"Posted by Picasa

Para Rose hay un solo hombre en su vida. Con él pasa los mejores momentos de su joven existencia. Con él vive, por él vive, con él se divide las tareas de la casa en la que habitan juntos. Pero Jack es mayor que la adolescente.

Eso no es un impedimento. En definitiva, Jack debe serlo, porque es su padre.

Que Rebecca Miller, hija de Arthur Miller, haya escrito y dirigido La balada de Jack y Rose no debe llamar a sorpresa pero tampoco a engaño. La relación entre los protagonistas no es antojadizamente difícil. Jack fue un hippie y vive de recuerdos y utopías, creyendo que es posible vivir en un mundo lejos del contagio del consumismo y la contaminación de la sociedad moderna. Su esposa, la madre de Rose, los dejó cuando la hoy adolescente tenía cinco años. No tienen TV en su casa en la isla de la costa Este de los EE.UU. Tampoco tapujos en decir lo que piensan y sienten. Que no siempre es lo mismo.

Jack ha decidido mantener a su hija al resguardo del mundo exterior. Rose ni siquiera asiste a una escuela, él le enseña en la casa de madera. Las acciones no transcurren en el presente, si no en la década del '80, y en lo que era una confortable comunidad, el único que ha sobrevivido es él. El progreso llega de la mano de un inversionista (Beau Bridges, el hermano gordo de Jeff), quien quiere construir sobre un pantano un conjunto de casas. Jack pone toda su oposición en claro, hasta que su mundo se le viene abajo.

Que a un personaje libre en términos sexuales y que ha creído que la droga era más que un camino de ida, que Rose descubra el amor en el hijo de su nueva pareja no debería perturbarlo. Pero sí. La película de Miller, quien ya había buceado en la vida de tres mujeres ahogadas en sus vidas en Intimidades, apela a los desajustes en la pareja padre-hija cuando una tercera (Catherine Keener, de ¿Quieres ser John Malkovich?) entra a la casa y ella, literalmente, intente borrarla del territorio.

Narrada con iguales dosis de dureza y poesía, con sueños que se transforman en pesadillas, hasta dónde las miradas de amor paternal son otra cosa queda a resguardo de la visión del espectador. No es La balada de Jack y Rose una película sobre el incesto. Eso está claro. La mirada de Miller cava en profundidad en la relación, hasta desembocar en un final sorprendente.

Jack, sí, es un ser solitario. Y Daniel Day-Lewis, pareja de Miller en la vida real, logra que cada una de las actitudes de su personaje fluyan con naturalidad. Es cierto que el actor de Mi pie izquierdo ofrece desde siempre una fuerte personalidad, pero Jack es un ser conflictuado al que Day-Lewis le confiere toda su entereza. Más aún cuando nos enteramos de que sufre una enfermedad por la que Rose (la espectacular Camilla Belle, de hoy 17 años) sí, pronto puede quedar sola e independiente a la fuerza.

Si hay algo que los une y los separa, Miller le pone puertas, techo y ventanas. Es una de esas casas modelo que Marty Rance quiere vender y que Jack desea destruir.

"Si te mueres, yo me muero", dice Rose. "Si te mueres, no habrá sentido en mi vida", responde Jack.

Si ésa no es una declaración de amor verdadero, que el lector piense una mejor.