En eso estaban muchas cadenas, viendo que los que inventaron eso de "It's not TV. It's HBO" (No es televisión. Es HBO) parecían haber entrado en una especie de letargo creativo sólo sostenido por series como In treatment, True blood o Flight of the conchords. Muy digno, pero no suficiente para una televisión que durante la última década ha sido el referente número uno de la época más brillante de la historia del medio.
Y ahora, muchos rumores y habladurías después, la cadena por cable más poderosa del mundo (30 millones de suscriptores sólo en Estados Unidos) ha llegado al momento de eso que los americanos llaman payback: en el MIP de Cannes, y ante un reducidísimo grupo de periodistas, HBO dibujó los planes maestros de la compañía para los próximos años.
Como bandera de lo que está por venir se alza The Pacific, una serie bélica en la línea de Band of Brothers, con producción de los mencionados Hanks y Spielberg, 200 millones de dólares de presupuesto y una factura visual sin comparación en la industria televisiva. "Ésta es en realidad la historia de tres amigos, y si en Band of Brothers hablábamos de una guerra en términos heroicos, en The Pacific vemos otra clase de guerra. Una guerra de la que no se habla, porque los que la combaten no están seguros de por qué se encuentran en el campo de batalla. Es una serie de carácter más intimista", cuenta Michael Lombardo, presidente de operaciones de HBO en la Costa Oeste.
En la retaguardia, proyectos tan jugosos como los de Scorsese y su historia del nacimiento de la mafia en el Atlantic City de los años veinte, David Chase (creador de Los Soprano) con su épico retrato de los inicios de Hollywood o David Simon (responsable de The wire), ahora en Nueva Orleans contando la historia de un grupo de músicos seis meses después del paso del huracán Katrina. Y ya en otro género, Alexander Payne y su -desternillante- piloto para Hung, una comedia negra cuyo núcleo es el inmenso pene de su protagonista, Thomas Jane.
Pero en Cannes, donde Plepler y Lombardo llegaron acompañados de otros pesos pesados de la compañía, como Eric Kessler (copresidente), Charles Schreger (presidente de distribución internacional) o Simon Sutton (a cargo de distribución de programas), se incidió además en algo que normalmente no entra en el paquete habitual a la hora de hablar del medio: la preocupación por la economía.
Los responsables de HBO no han tocado ni a un solo empleado de los 2.000 que posee la cadena en EE UU. No sólo eso, su oferta para los próximos meses incluye dos comedias de nuevo cuño dirigidas por desconocidos de los que Plepler y Lombardo hablan como "jóvenes talentos que se merecen una oportunidad" (y que se suman a la recién estrenada Eastbound & Down), el documental que ha seguido durante cuatro años a Obama o el último proyecto de los ya fallecidos Sidney Pollack y Anthony Minghella (The No. 1 Ladies Detective Agency). También demuestra su compromiso con una línea de trabajo que no entiende de reducciones preventivas, coyunturas financieras o modelos de gestión temporales.
"Sabemos que hay crisis, que es muy dura, pero también sabemos que históricamente nuestra compañía ha crecido en momentos duros. La gente demanda calidad (...) al final se quedan con lo que les merece confianza", dice Plepler. Pero podría decirlo Lombardo, porque viéndoles sentados uno a cada lado de la mesa y oyéndoles hablar sin pelos en la lengua es obvio que estos dos ejecutivos, seguramente los más poderosos del sector, son algo más que dos hombres de negocios de estilos completamente distintos (directo y conciso el copresidente, reflexivo y pausado su mano derecha) y que su cordialidad y perfecta compenetración, no sólo entre ellos y con los asistentes al acto, sino con sus propios empleados, es algo más que una actitud con vistas a la galería. "Si nosotros salimos de la crisis, ustedes saldran también. Ánimo", añaden al final, antes de despedirse. Ya lo decía el eslogan: "It's not TV. It's HBO".