19 octubre 2006

Oliver Stone decepciona con su World Trade Center

Oliver Stone ha sido muchas cosas, pero nunca lo que es en Las Torres Gemelas: un cineasta sin ideas. Chato, opaco, pomposo, aburrido: son todos términos que le caben a la perfección a este filme y que casi nunca pertenecieron al vocabula rio relacionado con el director de Pelotón, JFK y Wall Street.

A Stone se lo puede discutir desde muchos lados —tanto ideológicos como cinematográficos—, pero jamás uno esperaría de él una película plana, sin matices, convencional como un filme para TV y casi sin grises, ni zonas oscuras, ni puntos de discusión y/o debate.

A partir de la historia de dos policías neoyorquinos (Nicolas Cage, Michael Peña) que arriesgan sus vidas para ayudar a las personas atrapadas en medio de los atentados al World Trade Center del 11 de setiembre de 2001, y que quedan atrapados bajo los escombros cuando los edificios se derrumban, Stone hace una pedestre celebración de "el espíritu americano" y de los lazos de solidaridad que unieron a los norteamericanos en ese aciago día.

El problema no está en el tema elegido —la historia del cine está llena de excelentes películas que pueden ser también vistas como similares celebraciones— sino en la forma en la que Stone elige contar la historia y en lo que deja afuera.

Con dos protagonistas que se pasan casi todo el metraje del filme tratando de mantener algún tipo de diálogo para mantenerse despiertos (y a los espectadores) bajo los escombros, Stone elige combinar esos diálogos con escenas de la desesperación de las familias de ambos policías (María Bello y Maggie Gyllenhaal interpretan a sus respectivas esposas) que parecen extraídas de una película de los años '50.

La tercera pata de la historia son las personas que ayudan a iniciar la búsqueda que dará, finalmente, con nuestros amigos atrapados bajo las torres, en especial un belicoso ex marine que se calza la ropa de fajina, parte a los escombros, ayuda en el rescate y termina clamando venganza.

La película sólo tiene un pico de tensión en la secuencia del derrumbe, en la que el director demuestra cierta pericia para narrar la desesperante búsqueda de un refugio de policías y sobrevivientes en medio del caos. El resto es previsible, chato, con apuntes "onírico/místicos" que son decididamente barrocos (por no decir absurdos) y un grado de descontextualización política alarmante para un cineasta con la historia y el currículum de Oliver Stone.

Las Torres... es una película tan pobre de ideas, tan anodina, que produce más abulia que irritación, más desconcierto y fastidio que real molestia. Por algún motivo u otro, Stone siempre fue capaz de provocar reacciones encontradas. Aquí intenta, literalmente, forzar emoción de las piedras, pero no provoca nada. Sólo consigue una pobrísima película que necesita, como sus dos sufridos protagonistas, de un respirador para mantenerse con vida