Allá por el año 1998, Julio Medem estrenó su cuarta película como director, Los Amantes del Círculo Polar. Confesó haber incluido muchas referencias autobiográficas en el relato, y confesó también la depresión que padeció al finalizar el rodaje, tras su total implicación en el proyecto. Creo que lo subsanó con el happy end de "Lucía y el sexo".
Los símbolos, los colores y la música de Alberto Iglesias son los principales signos de identidad del universo personal del cine de Medem.
Los símbolos, los colores y la música de Alberto Iglesias son los principales signos de identidad del universo personal del cine de Medem.
Cuando una película derrocha encanto y me fascina profundamente, no me salen las palabras escritas.
Algo que describa esta melancólica película es difícil de explicar. Empezaré con Gonzalo F. Berridi, responsable de la fotografía. Cuesta pensar cómo se las ingenió para que la frialdad de las imágenes encajaran como un puzzle en la historia de amor de Ana y Otto.
Sin duda funcionó, como un sueño profundo donde no existe nada más cálido que el amor, el resto es frío, frágil e intangible. En este aspecto vemos también como Medem rescata a la madre de Otto del gélido clima.
La historia es sublime. Una vida llena de casualidades o quizás un destino predeterminado. Los protagonistas se encargan de narrarnos la misma historia según sus puntos de vista, convirtiendo el libreto en una delicia casi poética, y en determinados momentos estremecedora. Algunos lo verán demasiado cursi, puede ser, para gustos no hay nada escrito.
Hay tantas cosas que me fascinan del film que no puedo quedarme con una. ¿Acaso no es maravillosa esa frase de amor que escribe Otto en los aviones de papel? El director no la quiso descubrir para que cada uno imaginara la frase de amor perfecta.
Najwa Nimri está espléndida, evocadora y misteriosa, Fele Martínez también al igual que los jóvenes actores (incluido el hijo de Julio Médem) que interpretan diferentes etapas de la pareja, Nancho Novo y el resto del reparto.
Una historia de amor a fuego lento, un cuento de casualidades, de círculos, de ojos. El destino, Finlandia, Alberto Iglesias, Najwa Nimri. Una historia de valientes que saltan por la ventana, esperando la casualidad de su vida. Los amantes del Círculo Polar o una hipnótica maravilla
Algo que describa esta melancólica película es difícil de explicar. Empezaré con Gonzalo F. Berridi, responsable de la fotografía. Cuesta pensar cómo se las ingenió para que la frialdad de las imágenes encajaran como un puzzle en la historia de amor de Ana y Otto.
Sin duda funcionó, como un sueño profundo donde no existe nada más cálido que el amor, el resto es frío, frágil e intangible. En este aspecto vemos también como Medem rescata a la madre de Otto del gélido clima.
La historia es sublime. Una vida llena de casualidades o quizás un destino predeterminado. Los protagonistas se encargan de narrarnos la misma historia según sus puntos de vista, convirtiendo el libreto en una delicia casi poética, y en determinados momentos estremecedora. Algunos lo verán demasiado cursi, puede ser, para gustos no hay nada escrito.
Hay tantas cosas que me fascinan del film que no puedo quedarme con una. ¿Acaso no es maravillosa esa frase de amor que escribe Otto en los aviones de papel? El director no la quiso descubrir para que cada uno imaginara la frase de amor perfecta.
Najwa Nimri está espléndida, evocadora y misteriosa, Fele Martínez también al igual que los jóvenes actores (incluido el hijo de Julio Médem) que interpretan diferentes etapas de la pareja, Nancho Novo y el resto del reparto.
Una historia de amor a fuego lento, un cuento de casualidades, de círculos, de ojos. El destino, Finlandia, Alberto Iglesias, Najwa Nimri. Una historia de valientes que saltan por la ventana, esperando la casualidad de su vida. Los amantes del Círculo Polar o una hipnótica maravilla