22 octubre 2006

El mundo de David Lynch

Mientras las primeras hojas del otoño caen sobre Manhattan, en un teatro del Lincoln Center alguien nos recuerda que esa realidad es apacible sólo en su apariencia. El responsable de tal desconcierto entre el público es David Lynch, quien se encuentra en el New York Film Festival mostrando su monumental "INLAND EMPIRE". Todo lo que se sabía de él desde el debut de su brillante "Mullholland drive" (2001) era que llevaba dos años filmando "algo" y, lo más sorprendente, lo estaba haciendo en video.

"INLAND EMPIRE", cuyo título se escribe en mayúscula, es su primera aventura digital, dura tres horas y tiene a Laura Dern de protagonista. "Es una chica que tiene muchos problemas", dice tras el estreno con ironía. Fin de la sinopsis.

Posiblemente sólo David Lynch puede decirnos cómo ese niño criado entre los tranquilos bosques de Montana terminó creando una de las filmografías más perturbadoras y fascinantes del cine americano.

"Mi familia era muy normal y estable. Eso y el hecho de que nadie me regalara cuadernos para colorear o cosas por estilo, me sacaron de mí mismo", declaró en una ocasión. Aunque lleva 30 años detrás de las cámaras, además de carpintero, se considera un artista visual (estudió la carrera de Arte en Filadelfia y exhibe sus pinturas en galerías). Vive en Los Angeles, ciudad que dice amar, pero su filmografía ha sido financiada fuera de Hollywood, con productores independientes, especialmente franceses.

"En la industria americana te ponen demasiadas trabas, no te dejan crear con autonomía, y terminas perdiendo mucho tiempo en hablar con gente acá y allá", ha afirmado.
Desde su ópera prima, "Cabeza borradora" (1978), su carrera ha sido un emblema para las nuevas generaciones de creadores que ven en él un inigualable autor. Si bien "El Hombre Elefante" (1980, varias nominaciones al Oscar) lo dio a conocer a la luz pública, el culto Lynch se expandió con "Duna" (1984) y se profundizó con la sádica y elegante "Terciopelo Azul" (1989, otra vez nominada al Oscar). Le siguieron "Corazón Salvaje" (que se llevó la Palma de Oro del Festival de Cannes en 1990) y la serial "Twin peaks" (1992), un fenómeno televisivo después convertido en película.

Con la popular saga de Laura Palmer terminó por definirse lo que hoy conocemos como el universo lynchiano: dualidad y trastornos de la personalidad, infierno familiar y retrato de una América profunda y embrujada, sólo normal en su superficie, con enanos y cowboys metafísicos, madres desquiciadas, rubias sádicas, cortinas rojas que abren a otras dimensiones y carreteras tenebrosas.

Excéntrico, hermético y aislado en su casa de L.A., la vida de Lynch también se convirtió en un misterio. Con tres hijos de tres relaciones distintas (la última de 15 años con su editora legendaria Mary Sweeney), se especuló que el personaje de Laura Palmer estaba inspirado en su hija Jennifer Lynch, autora por lo demás de "El diario de Laura Palmer". También se habló mucho sobre su romance con Isabella Rossellini a finales de lo 80, insinuando que su relación era tan sádica como la que ella y Dennis Hopper tenían en "Terciopelo Azul". La actriz y modelo hija de Ingrid Bergman y Roberto Rossellini lo desmintió categóricamente: "Dave no es como los personajes de sus películas, eso es absurdo".

El descubrimiento del video.

El camino más fácil para explicar de qué van las tres horas de "INLAND EMPIRE" es recordar los últimos 40 minutos delirantes de su anterior "Mullholland Drive", aclamada por la crítica y el público. Aunque vuelve a contar la historia de una pesadilla salida de la tierra de los sueños, Hollywood (también hay dos mujeres relacionadas entre sí), esta vez Lynch se toma una libertad formal sin límites, apoyada por las innumerables posibilidades que le da el formato DV.

Hipnótica, vertiginosa y con un homenaje claro a la era de oro del cine hollywoodense, es quizás el ejercicio visual y narrativo más extremo de su filmografía.

Nada es convencional en "INLAND EMPIRE". Aceptando eso, no es difícil sentirse chupado por su universo. Desde la primera línea de diálogo (" ¿Dónde estoy? Busco una entrada") vemos asomarse la fisura de un hoyo negro. Nikki, una joven actriz deseosa de obtener el papel de su vida (Laura Dern), es contratada por un director (Jeremy Irons) para hacer el remake de una película polaca que nunca se terminó por culpa de un maleficio. La maldición recae sobre Nikki, quien se transforma en su personaje de Sue, se enamora de su coprotagonista Billy (Justin Theroux) y se ve transportada a una dimensión paralela de la cual no puede salir. Y nosotros tampoco.

Tras la proyección y un teatro sumido en un shock sensorial, se encienden las luces y Lynch aparece con Laura Dern, con quien no trabajaba hace 17 años.Con 60 años y su clásico pelo desordenado a lo Principito, el director americano agradece cordialmente que nadie le pregunte de qué trata su película. El hombre irradia una serenidad y una simpatía asombrosas. "Explicar con palabras algo es un grave problema", confiesa. Cuenta que al momento de rodar, sólo tenía escrito un monólogo de 14 páginas "No es que no crea en la necesidad de una historia, pero ésta debe soportar cierto grado de - y repite su palabra clave- abstracción".

La decisión arriesgada de filmar en digital tiene varias explicaciones. La primera, creativa. Su encuentro con la creación numérica data del año 2001, cuando estrenó su sitio web davidlynch.com y rodó unos cortometrajes llamados "Experiments".

"Al armar mi página web me enamoré de la textura de la imagen digital porque me recordaba la de las viejas cintas de 8 milímetros", recuerda. "Para que una película funcione tiene que basarse en una sola idea. Una idea es una escena condensada, el resto es experimentación. Por esto el futuro es digital. Es un mundo maravilloso y cada día mejora más". La segunda, económica. "El cine en 35 milímetros murió, al menos para mí. Su calidad es muy linda, pero se rompe, el equipo es pesado y los costos son altos. Con mi SONY PD-150 hago lo que quiero".

A diferencia de "Mullholland Drive", "INLAND EMPIRE" nunca estuvo a punto de quedarse en el cajón por falta de financiamiento. Studio Canal, su inversionista francés, le dio dinero ("menos de un millón de dólares", dice, no se sabe si en broma) y le reservaron los derechos de distribución.Y por último, la autonomía. Además de dirigir, Lynch se lleva los créditos del guión, la dirección de foto, edición y decorado y diseño de sonido en esta cinta. "Es la ventaja del video digital. Tienes el control sobre todo y puedes experimentar como se te da la gana".

El reencuentro con su musa.

Es la tercera vez que Laura Dern y David Lynch trabajan juntos, desde "Terciopelo Azul" y "Corazón salvaje". "Todo lo que David me dio fue el monólogo de 14 páginas. Me dejó en claro que estaba interesado en mi compromiso con la experimentación. Ese fue el inicio", cuenta la actriz.

"Eran 14 páginas sueltas, sin orden", se ríe Lynch. "Improvisé un set en la parte de atrás de mi casa y estaba listo para trabajar ese monólogo la noche entera. Pero ¡sorpresa! Laura no sólo lo había memorizado entero, además lo había interiorizado. Fue muy mágico. La película creció en mí escuchándola".

Una vez en el set, Dern no tenía idea qué le ocurriría a su personaje. "Abría muchas puertas y no sabía lo que había al otro lado, mi única guía para trabajar mis emociones era ese monólogo".

Lynch está seguro de que el video digital produce un tipo de performance distinto en los actores. "Cuando filmas con celuloide hay demasiadas pausas. Tienes que cargar la cámara, volver a medir la luz, etc., lo cual hace que el calor de la actuación baje. Al filmar todo el rato, eso no sucede".Ver a Laura Dern delirando mientras deambula por el Paseo de la Fama de Los Angeles es uno de los gustitos que sólo Lynch se puede dar. Y lo sabe. "Es una actriz increíble. Me gusta su fragilidad. Espero que este año su talento sea celebrado como se debe", dice a la vez que hace un guiño con el ojo.¿Estará pensando en un Oscar? Nadie sabe si esta vez Hollywood se animará a premiar a su musa tal como el último Festival de Venecia ya compensó con un León de Oro la carrera de uno de los más grandes directores americanos.

Sus mejores filmes

"El hombre elefante"

Lynch recreó la verdadera historia de Joseph Merrick, quien sufrió elefantiasis en la Inglaterra victoriana. Es uno de sus relatos más lineales. Ojo con la fotografía en blanco y negro y la actuación de John Hurt detrás de un elaborado maquillaje.

"Terciopelo azul"

Con este filme el director comienza su reflexión sobre la pesadilla del sueño americano. Kyle MacLahaln, uno de los actores fetiches de Lynch, interpreta a un joven que se introduce en el sub- mundo criminal con el mejor villano: Dennis Hooper.

"Corazón salvaje"

Consagra su propuesta visual en el Festival de Cannes cuando este filme sorpresivamente gana la Palma de Oro. Haciendo guiños al "Mago de Oz", la historia de dos amantes en fuga, Lula y Sailor, es cruda, altamente erótica y violenta.

"Carretera perdida"

Comienza el Lynch más críptico. Ésta es una película mayor y compleja sobre el desdoblamiento de la personalidad y con un historia pesadillesca ambientada en Los Angeles. De nuevo, Lynch se esmera en el villano: Robert Blake como un irreconocible malo está perturbador.

"Una historia sencilla"

La más normal de sus cintas es un enternecedor y emotivo relato que sigue a un anciano a bordo de un mini tractor camino a reconciliarse con su hermano

"El camino de los sueños"

Hay varias apuestas sobre qué diablos significa este filme con Naomi Watts. Lo cierto es que se trata de una gran película que sigue la lógica de los sueños y su historia relata los esfuerzos de una aspirante a actriz por convertirse en estrella en Hollywood.