06 agosto 2007

Hairspray

Del cine a Broadway y de allí nuevamente al cine. La travesía de Hairspray regresa a su punto de partida en la pantalla grande, pero en este caso corregida, aumentada y enriquecida por su paso por Broadway, cuya competitiva y magnética cartelera la cuenta todavía como uno de los puntos de mayor atracción.

En este viaje escénico, Hairspray puede observar el ejemplo de Los productores como si estuviera ante un espejo. La creación de Mel Brooks nació en la pantalla grande, se hizo éxito en Broadway de la mano de Matthew Broderick y Nathan Lane y volvió a Hollywood, empujada por tamaña repercusión, con la esperanza de que los mismos cuadros y los mismos protagonistas repitieran tan considerable repercusión.

Pero la adaptación resultó fallida y los magros números de taquilla (apenas 38 millones de dólares de recaudación en todo el mundo, que ni siquiera cubrieron los 45 millones de costo de producción) disuadieron a quienes auguraban, desde el triunfo de Chicago en la entrega de los Oscar 2002, que regresaba al cine, triunfal e incontenible, la era de los musicales.

No faltaron ejemplos, pero resultaron contados. Rent y Soñadoras ( Dreamgirls ) se asomaron a la pantalla grande con resultados dispares. Además, las razones del formidable triunfo del musical televisivo de Disney High School Musical habría que buscarlas por otro lado.

Por eso hay que llegar hasta Hairspray, cuyo estreno se anuncia para muy pronto, para hablar de una reafirmación del musical cinematográfico al menos desde los números: en apenas 20 días desde su estreno, los 75 millones de dólares de costo fueron superados por una recaudación global de 81 millones.

El film que estamos por conocer, dirigido y coreografiado por Adam Shankman ( Una intrusa en la familia , Más barato por docena ) está más cerca, según se anticipa, del musical que de la película que le dio origen en 1988 con la firma del siempre provocador John Waters. Pero la trama central no cambia: estamos en 1962 y en una Baltimore (ciudad que Waters jamás abandona para situar sus relatos, por más que el film haya sido rodado en Toronto) teñida de prejuicios, escenario ideal para que el autor pueda desplegar su mirada provocativa y libre de ataduras.

Aquí la segregación que salta a la vista es racial, con la población negra en clara desventaja y marginada de los espacios más atractivos, como los shows televisivos, y también relacionada con el peso y las medidas de algunos de los personajes. Uno de los principales es la adolescente Tracy Turnblad (personificada por la debutante Nikki Blonsky) que no sueña con otra cosa que con convertirse en figura del programa musical de TV The Corny Collins Show . Su madre, Edna, se identifica con ella, pero a la vez carga con el complejo de verse lo suficientemente gorda como para encerrarse en su casa y encontrar la comprensión de un marido eternamente optimista (Christopher Walken).

En la tradición de Hairspray , Edna es personificada por un hombre. La drag queen Divine (estrella fetiche de Waters) en el film de 1988, Harvey Fierstein en el elenco original de Broadway y, ahora, John Travolta, que debió someterse a cuatro horas de sesiones de maquillaje para adquirir un rostro y un cuerpo tamaño extra large que no le impide cantar y bailar como en los tiempos de Fiebre de sábado por la noche , Grease y Pulp Fiction , film al que Travolta hasta se anima a citar en algún momento del film.

"Me tomé todo ese tiempo para las sesiones como parte del proceso en el que voy transformándome en una mujer. Y cuando los maquilladores terminaron y me pusieron el vestido, no podía reconocerme", comentó el actor en una entrevista con Cindy Pearlman, de The New York Times News Service .

"Creo -detalló- que en la pantalla puede verse la belleza de esta mujer, su bondad. Quería que luciera maravillosa, como si fuera una Liz Taylor mucho más carnosa, por más que los productores estaban decididos a que el personaje tuviera el aspecto exterior y el tamaño de una heladera. Necesitaba que se viera como una persona atractiva y digna de verse."

Y mientras la voluminosa Edna tiene que vérselas con personajes de su edad, entre los que se destacan su contrafigura de color, la gran Queen Latifah (la cantante de rap que se convirtió en una de las más cotizadas figuras actuales de raza negra en Hollywood), y la rubia y siempre bellísima Michelle Pfeiffer, que a los 49 años recupera sus dotes de cantante y bailarina, ya apreciadas hace casi dos décadas en Los fabulosos Baker Boys , para interpretar aquí a la villana Velma von Tussle, productora televisiva con pocas pulgas frente a los diferentes y menos escrúpulos para lograr que su hija alcance el estrellato televisivo a cualquier costo.

"Ahora, que estoy comprometida en el lanzamiento de una nueva película, no tengo ninguna intención de recurrir al clásico lamento de las actrices de mi generación, que se lamentan porque Hollywood las dejó de lado. Prefiero cambiar el enfoque de las cosas y ponerlas a mi favor: ahora soy yo la que elige los papeles y disfruta mucho más de la vida privada. Busco historias que puedan identificarse con mi personalidad y creo en lo que hago más allá de la respuesta que las películas puedan tener en las boleterías", señaló Pfeiffer al Corriere della Sera , tras romper con esta película y algún otro proyecto todavía inédito un paréntesis de cuatro años.

El elenco se completa con actores de otra generación que también se animan a cantar y bailar: James Marsden (que llega al musical después de incursionar con los superhéroes en las películas de X-Men , como Cyclops, y en Superman regresa ), Amanda Bynes y el galán de High School Musical Zac Efron, que cambió el flequillo del popular Troy por un peinado con jopo y rulito bien al estilo de los años 60, y esta vez emplea su propia voz.