
Uno de los méritos de este regreso de Verhoeven a su tierra se encuentra en cómo aborda el tema de la persecución y, más aún, en cómo enjuicia a la Resistencia holandesa y en darle sentimientos a algún personaje nazi (el que compone Sebastian Koch, el perseguido en La vida de los otros), aunque cueste creer que un tipo tan amable haya escalado tanto en una maquinaria criminal como la que encabezó Hitler.
La película que marca el regreso del director de El vengador del futuro a Holanda comienza en Israel, por 1956. Una visitante se cruza con una mujer en un kibutz, y a partir de allí todo será un extenso racconto.

Salvada por la Resistencia holandesa, Rachel conocerá a Müntze, un oficial de la Gestapo (Koch), del cual increíblemente, o no, se enamorará, y él también. Su contacto con el jerarca nazi, como amante y secretaria que trabaja para el régimen, le sirve a la Resistencia para instalar micrófonos y ayudar a rescatar prisioneros. "¿Cuánto estás dispuesta a dar?", le inquieren, y ella responde con la misma simpleza con la que se desnuda: lo que sea necesario. Pero la pregunta "¿La vida de un judío vale más que la de un buen holandés?" no necesita respuesta.

El guión está estructurado en tres grandes partes, la tercera de las cuales es tal vez la más rica. La guerra ha terminado y llega el momento en el que los holandeses revisan el pasado inmediato y Verhoeven muestra cómo se castiga a los que ayudaron al régimen. Terrible y espectacular, Black Book no dejará indiferente a nadie