Paris, je t'aime es una de esas películas colectivas que suenan mejor en los papeles que en los hechos. Aquí, 18 directores han sumado episodios para un largo que intenta mostrar la vida en diversos barrios de la capital francesa, centrándose fundamentalmente en historias de amor.
Los nombres de los realizadores —muchos de los cuales estaban en la presentación de gala del filme, que tuvo lugar el jueves por la noche— impresionan: Gus van Sant, Alexander Payne, los hermanos Coen, Olivier Assayas, Wes Craven, Gerard Depardieu, Alfonso Cuarón, Isabel Coixet y Tom Tykwer, entre otros. Y también los elencos, que incluyen a personalidades tales como Juliette Binoche, Gena Rowlands, Natalie Portman, Fanny Ardant, Bob Hoskins, el propio Depardieu, Steve Buscemi y Nick Nolte.
La función de gala vino precedida de un miniescándalo ya que tres cortos incluidos en el filme (uno de ellos, de Agnes Varda) fueron levantados del corte final, acaso por la excesiva duración del conjunto.
De los 18 que quedaron, sólo unos pocos se destacan y están a la altura de las obras de los realizadores, entre ellos el de Payne (que cierra el filme), sobre una norteamericana de un pueblo chico de paseo por la ciudad (y que confunde a Simone de Beauvoir con Simón Bolivar); el de Cuarón, un largo plano secuencia con Nolte con una inesperada vuelta de tuerca sobre el final; el codirigido por Depardieu, casi una charla de café entre dos veteranos del cine de John Casavettes como Rowlands y Ben Gazzara; y el de Wes Craven que, bueno, tiene lugar en el cementerio de Pere Lachaise, más precisamente en la tumba de Oscar Wilde.
Más divididas son las opiniones respecto a los cortos de los Coen, Assayas o Tykwer. Decepciones hay varias, como la del japonés Nobuhiro Suwa, un drama con toques de realismo mágico protagonizado por Juliette Binoche; el animador francés de Las trillizas de Belleville, Sylvain Chomet, pasándose al cine con actores pero con un insoportable mimo como protagonista, y la de Gus van Sant, que parece haberlo hecho a las apuradas, como para sacarse de encima el asunto. Seguramente con el dinero que ganó por ese corto (el proyecto total costó más de once millones de euros), Van Sant puede filmar un par de películas como Elefante o Last Days. Es que hasta los cineastas más famosos tienen que ganarse la vida