21 mayo 2006

BRILLO "SHORTBUS", DE JOHN CAMERON MITCHEL

Una sorpresa del cine británico y la primera decepción local fueron las novedades que dejó el primer sábado del Festival de Cannes, en la sección competitiva. Pero el plato fuerte estuvo afuera de la competición: se trató de Shortbus, el nuevo filme del norteamericano John Cameron Mitchel que seguramente romperá el récord de ser la película no pornográfica con más sexo explícito en la historia del cine.

La única opera prima en competición, la británica Red Road, de Andrea Arnold, resultó ser hasta ahora una de las mejores en dicha sección. El filme transcurre en Glasgow y cuenta la historia de una mujer viuda que opera un centro de cámaras de vigilancia callejeras en barrios peligrosos. Una tarde descubre ahí a un hombre que ha salido de la cárcel y que tiene alguna relación con la muerte de su familia.

Intenso y oscuro, con un muy logrado clima amenazador y una gran performance de la protagonista (la debutante Kate Dickie), el filme fue hasta ahora una de las sorpresas de una competencia que hasta ahora no superó la corrección. De cualquier manera, algunos problemas narrativos de la última media hora (la necesidad de cerrar con moño cada subtrama y curar cada herida) atentan un poco contra lo que venía siendo una verdadera joya.

Muy distinto fue el asunto con Selon Charlie, una verdadera decepción de la por lo general interesante realizadora francesa Nicole Garcia (El adversario). A la manera de Magnolia o la ganadora del Oscar, Crash, el filme intenta cruzar la vida de siete personajes masculinos en un pequeño pueblo. Todos, cada uno a su manera, atravesando algún tipo de crisis de la mediana edad, tanto personal como profesional.
Pese a un elenco de grandes nombres locales como Vincent Lindon, Jean-Pierre Bacri, Benoit Magimel y Benoit Poelvoorde, el filme no supera los esquematismos y obviedades del caso, sin lograr profundizar en ninguna de las situaciones y paneando ligeramente sobre varias.

Filme de tesis, geométrico y finalmente banal, Selon Charlie es de esos relatos que pretenden ser profundos y complejos pero revelan ser obvios y vacíos.

Mucho más interesante y radical fue la propuesta del director de Hedwig and the Angry Inch, John Cameron Mitchell, que se centra en las historias pansexuales de un grupo de personajes neoyorquinos y lo hace de manera franca y directa. Con destino de película de culto y de medianoche, en Shortbus hay sexo para todos los gustos y vocaciones. El título del filme responde al nombre de un club al que los personajes van (los principales son una chica coreana que no puede tener un orgasmo y una pareja gay que intenta abrirse sexualmente) y en el que se pueden vivir experiencias extremas.

Cameron Mitchell se toma el asunto con humor y muestra la situación de manera festiva y alegre, logrando, especialmente en la primera mitad, muchísimos momentos cómicos, y situaciones absurdas y graciosas. En la segunda parte, el filme se torna entre sentimental y psicologista, y pierde cierta gracia, pero en líneas generales se trata de una arriesgada y buena propuesta que rescata el espíritu libertario del cine underground de los 60 y el de títulos de culto de los 70.El director explicó luego que las historias fueron creadas por los mismos actores, como lo hace Mike Leigh en sus filmes.

"En estos años se ha vuelto a ver cierta franqueza sexual en el cine -dijo—, pero me molestaba que siempre se mostrara el sexo de manera densa y sin humor, siempre conectado a cosas negativas. Yo quería hacer una película que fuese sexualmente franca y provocativa, pero también emocional y especialmente divertida". Y lo logró