Ni el gastrónomo más osado podría haber previsto el menú del día que reservaba para el domingo la competición por la Palma de Oro del 59 Festival de Cannes: ensalada de tiros con pretensiones y, de postre, delicias turcas.
A veces es mejor empezar por el final y echarle un ojo a los postres. Ese era ayer el caso y el turco Nuri Bilge Ceylan, con su depurada y minimalista "Iklimler", dejó mejor sabor de boca que el estadounidense Richard Kelly con su exacerbada "Southland Tales", un perfecto ejemplo de que el que mucho abarca, poco aprieta.
La cuarta película de Ceylan, no obstante, tampoco agradó por igual a los asistentes al pase de prensa, en el que hubo división de opiniones. "Iklimler" (titulada en francés "Les climats") es una de esas cintas de ritmo pausado en el que se intuye el tiempo dedicado al trabajo con los actores.
Tiempo que, en algunos casos, ha llegado más lejos todavía. Porque Ceylan (Estambul, 1959), en su personal conversión en hombre orquesta, no sólo escribe, dirige y monta, sino que coprotagoniza la cinta -y nada mal, por cierto- en el papel de marido de la que es su esposa en la vida real, Ebru Ceylan, la cual ofrece un festín de matices interpretativos.
Así pues, todo queda en casa para este hombre que en anteriores filmes asumió también la dirección de fotografía, usó su propia casa y pertenencias como decorados y puso ante la cámara a parientes y amigos.
Y que no se quejen: Muzaffer Ozdemir y Mehmet Emin se llevaron el premio a la mejor interpretación masculina en Cannes gracias a "Uzak" ("Lejano"), que le procuró a Ceylan en 2003 el Gran Premio del certamen, el segundo trofeo en importancia tras la Palma de Oro.
"El cine son muchos trabajos y yo quiero hacerlos todos", comentó hoy en la rueda de prensa sobre su cinta este artesano del cine cuyo personalísimo sistema de trabajo le brindó un premio Caligari con "Kasaba" (1998) en la Berlinale, adonde volvió dos años después con "Mayis sikintisi".
Ceylan, que ya estuvo en Cannes en 1995 como cortometrajista, narra en "Iklimler" la crisis de un matrimonio al ritmo lento de las estaciones, con cámara fija siempre y planos de larga duración, e incluso planos secuencia, lo cual da sensación de sencillez y naturalidad pese a lo arduo que probablemente fue prepararlos.
"Estoy más interesado en la vida interior de las personas" y "no me gusta nada andar moviendo la cámara, no puedo hacer nada al respecto", se justificó el cineasta con humilde sonrisa.
A veces es mejor empezar por el final y echarle un ojo a los postres. Ese era ayer el caso y el turco Nuri Bilge Ceylan, con su depurada y minimalista "Iklimler", dejó mejor sabor de boca que el estadounidense Richard Kelly con su exacerbada "Southland Tales", un perfecto ejemplo de que el que mucho abarca, poco aprieta.
La cuarta película de Ceylan, no obstante, tampoco agradó por igual a los asistentes al pase de prensa, en el que hubo división de opiniones. "Iklimler" (titulada en francés "Les climats") es una de esas cintas de ritmo pausado en el que se intuye el tiempo dedicado al trabajo con los actores.
Tiempo que, en algunos casos, ha llegado más lejos todavía. Porque Ceylan (Estambul, 1959), en su personal conversión en hombre orquesta, no sólo escribe, dirige y monta, sino que coprotagoniza la cinta -y nada mal, por cierto- en el papel de marido de la que es su esposa en la vida real, Ebru Ceylan, la cual ofrece un festín de matices interpretativos.
Así pues, todo queda en casa para este hombre que en anteriores filmes asumió también la dirección de fotografía, usó su propia casa y pertenencias como decorados y puso ante la cámara a parientes y amigos.
Y que no se quejen: Muzaffer Ozdemir y Mehmet Emin se llevaron el premio a la mejor interpretación masculina en Cannes gracias a "Uzak" ("Lejano"), que le procuró a Ceylan en 2003 el Gran Premio del certamen, el segundo trofeo en importancia tras la Palma de Oro.
"El cine son muchos trabajos y yo quiero hacerlos todos", comentó hoy en la rueda de prensa sobre su cinta este artesano del cine cuyo personalísimo sistema de trabajo le brindó un premio Caligari con "Kasaba" (1998) en la Berlinale, adonde volvió dos años después con "Mayis sikintisi".
Ceylan, que ya estuvo en Cannes en 1995 como cortometrajista, narra en "Iklimler" la crisis de un matrimonio al ritmo lento de las estaciones, con cámara fija siempre y planos de larga duración, e incluso planos secuencia, lo cual da sensación de sencillez y naturalidad pese a lo arduo que probablemente fue prepararlos.
"Estoy más interesado en la vida interior de las personas" y "no me gusta nada andar moviendo la cámara, no puedo hacer nada al respecto", se justificó el cineasta con humilde sonrisa.
No le hacía falta. Sus esmerados encuadres y enlaces visuales de montaje pueden muy bien hacerle salir premiado de Cannes también este año, si es que se le perdona algún pecadillo con el ritmo, que hacia el final decae un tanto.
"Southland Tales", el drama del fin del mundo
Una falta venial, en todo caso, mientras que su competidora "Southland Tales" trae a colación que, como decía Francisco de Quevedo, el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.
Y es que la segunda cinta de Richard Kelly (Newport, 1975) ofrece de nuevo, un lustro después de su prometedor debut en "Donnie Darko", una trama en torno al fin del mundo, pero con la que no demuestra haber cuajado aún como cineasta.
Lo cual no deja de ser preocupante en una producción que durante casi tres horas pone a prueba la paciencia con una trama de ciencia ficción que a tiro limpio y bombazos intenta insuflar vida a un monstruo de Frankenstein hecho con retales de mesianismo, guerra en Irak, terrorismo, política y viajes temporales.
La cinta está protagonizada por Sarah Michelle Gellar, la "Buffy cazavampiros" televisiva, aquí en un papel de estrella del porno, y el ex luchador Dwayne "The Rock" Johnson, que ha madurado como actor desde la época de "The Scorpion King" ("El rey escorpión", 2002).