
Problemas de los que creía estar al margen, ya que estaba dedicándose los últimos tiempos (esto es, desde M:I II) a entrenar a nuevos reclutas.Es el secuestro de una de sus alumnas (Keri Russell, la chica de la serie Felicity), el que lo hace volver a la acción. El debe rescatarla de las manos de un misterioso y muy poderoso traficante internacional, Owen Davian (que encarna el ganador del Oscar por Capote, Philip Seymour Hoffman), cosa que hace en una de esas operaciones imposibles que sabe Dios cómo es que salen bien.

Aunque a esta altura, uno ya puede casi anticiparlas.Lo que sí cuenta es la energía y el nervio que J.J. Abrams le ha puesto a la saga. Con un Tom Cruise que, por más chalado que esté en su vida real, sigue siendo un actor excepcional para estos relatos de tensión y suspenso (el tipo se cree todo lo que pasa y transpira la camiseta como si su vida verdaderamente dependiera de ello), Misión: Imposible III es uno de esos thrillers para agarrarse del asiento y casi no soltarlo durante las dos horas de relato.
Claro que la trama tiene agujeros y que, tratándose de esta saga, tampoco tiene sentido pedirle extremo realismo a las harto improbables hazañas de Hunt y su banda (las que tienen lugar en el Vaticano y en Shanghai son prodigiosas en ese sentido). Pero Abrams —el creador de la serie Lost, con la que más de un seguidor le podrá encontrar puntos de contacto— se luce en el diseño de esas escenas, con un grado de virulencia y brutalidad que no tenían las anteriores.

Y otro pequeño lujo que se da el filme es la presencia de Hoffman. Alejadísimo de Capote, aquí el tipo vuelve a mostrar esa agresividad que le conocíamos en aquella famosa pelea con Adam Sandler en Embriagado de amor. El tipo mete miedo de veras. Y no hay Cientología en todo el mundo que pueda con tipos tan zarpados como él.