Aspira a ser la producción de Hollywood más notable del año y llega precedida de una enorme expectación que se ha visto avivada por la controvertida temática —cuestiona la versión oficial del cristianismo—, pero 'El Código Da Vinci', la película de Ron Howard escogida para inaugurar el prestigioso Festival de Cannes, sencillamente aburrió.
Ni un sólo aplauso se escuchó en su primera proyección para la prensa especializada en el certamen francés, y a la salida de la función el comentario que más se escuchó fue: "¡Qué aburrida!".
Tal vez, como una periodista italiana apuntó, no hay que tomar la película en serio, pero tanto los que han leído el 'bestseller' de Dan Brown en el que está basada la cinta, como los neófitos en las intrigas y misterios de esta historia que ha trasladado el cine el guionista Akiva Goldsman ('Una mente maravillosa') coinciden en su decepción.
'El Código Da Vinci', que arranca la historia con un singular asesinato en el Louvre, el gran museo francés de arte, reúne en su esclarecimiento a una autoridad en simbología (Tom Hanks) y una criptóloga (Audrey Tatou), así como a un historiador (Sir Ian McKellen) y un obispo del Opus Dei (Alfred Molina), dispuestos a todo con tal de lograr sus objetivos: el primero quiere encontrar el Santo Grial, el segundo impedir que eso ocurra. La trama plantea el polémico tema de un matrimonio entre Jesucristo y María Magadalena, cuya descendencia llegaría hasta nuestros días.
Las protestas desde la Iglesia católica romana no han sido en absoluto veladas y se han propuesto llamamientos a boicotear la película, entre otras acciones. Al respecto, tanto el director como sus actores insistieron en que se trata de pura ficción y que ofrece una oportunidad para iniciar un debate.
"Entretenimiento, no teología"
Howard, sabedor del provocador material que trata, recomendó a la gente que se pueda sentir ofendida no ir al cine hasta que haya conversado con alguien que haya visto el largometraje. "Esto es entretenimiento, no teología. Estimula la conversación y definitivamente eso es positivo", concluyó el ganador de dos Oscar.
Hanks, que ofreció más de una muestra de su buen sentido del humor en su encuentro con la prensa, no mencionó en ningún momento fe alguna, pero apuntó que por su educación religiosa sabía que le habían quitado los pecados, "pero no el cerebro".
El actor, que este año cumple los 50 y seguramente no recogerá un tercer Oscar por esta película, también quiso definir el largometraje como una gran oportunidad para el debate. "No es un documental", añadió Hanks, quien adoptó un tono más serio al afirmar que la gente que cree que tiene la verdad puede resultar más peligrosa que la que se hace preguntas.
Ron Howard, por su parte, reconoce que ha hecho mucho cine comercial, pero sostiene que escogió esta película sólo porque considera que trata un tema fascinante. "La vida es un misterio continuo y uno de los regalos, de Dios si se quiere, es nuestra curiosidad. Todo lo que estimula la conversación es algo constructivo", dijo.
"Al fin sabemos que Cristo no era gay"
Pero el más original ofreciendo respuestas acerca de la polémica religiosa fue el único 'sir' (en la película y en la vida real), Ian McKellen, quien afirmó estar convencido de todo lo que cuenta el libro, pues finalmente se demuestra que Jesucristo no era homosexual, ocurrencia que hizo reír a casi todos los periodistas en la sala.
Precedido de un secretismo sin precedentes (apenas se hicieron pases previos) y con una expectación mantenida hasta el último minuto, el equipo de 'El Código Da Vinci' llegó el martes por la tarde a Cannes en un tren que condujo a que se hiciera un despliegue policial en la estación similar al de las grandes cumbres de las superpotencias mundiales.
Pese a las pésimas críticas, el estreno mundial en una plataforma excepcional como lo es el certamen francés con cientos de cámaras de todos los países del mundo contribuye además a publicitar un largometraje que ha costado 125 millones de dólares y que llega este fin de semana a las salas de numerosos países, entre ellos Estados Unidos.
Con 'El Código Da Vinci' se inauguran 10 días de cine en el que 20 películas, cuatro de ellas de realizadores hispanos, competirán por la Palma de Oro
Ni un sólo aplauso se escuchó en su primera proyección para la prensa especializada en el certamen francés, y a la salida de la función el comentario que más se escuchó fue: "¡Qué aburrida!".
Tal vez, como una periodista italiana apuntó, no hay que tomar la película en serio, pero tanto los que han leído el 'bestseller' de Dan Brown en el que está basada la cinta, como los neófitos en las intrigas y misterios de esta historia que ha trasladado el cine el guionista Akiva Goldsman ('Una mente maravillosa') coinciden en su decepción.
'El Código Da Vinci', que arranca la historia con un singular asesinato en el Louvre, el gran museo francés de arte, reúne en su esclarecimiento a una autoridad en simbología (Tom Hanks) y una criptóloga (Audrey Tatou), así como a un historiador (Sir Ian McKellen) y un obispo del Opus Dei (Alfred Molina), dispuestos a todo con tal de lograr sus objetivos: el primero quiere encontrar el Santo Grial, el segundo impedir que eso ocurra. La trama plantea el polémico tema de un matrimonio entre Jesucristo y María Magadalena, cuya descendencia llegaría hasta nuestros días.
Las protestas desde la Iglesia católica romana no han sido en absoluto veladas y se han propuesto llamamientos a boicotear la película, entre otras acciones. Al respecto, tanto el director como sus actores insistieron en que se trata de pura ficción y que ofrece una oportunidad para iniciar un debate.
"Entretenimiento, no teología"
Howard, sabedor del provocador material que trata, recomendó a la gente que se pueda sentir ofendida no ir al cine hasta que haya conversado con alguien que haya visto el largometraje. "Esto es entretenimiento, no teología. Estimula la conversación y definitivamente eso es positivo", concluyó el ganador de dos Oscar.
Hanks, que ofreció más de una muestra de su buen sentido del humor en su encuentro con la prensa, no mencionó en ningún momento fe alguna, pero apuntó que por su educación religiosa sabía que le habían quitado los pecados, "pero no el cerebro".
El actor, que este año cumple los 50 y seguramente no recogerá un tercer Oscar por esta película, también quiso definir el largometraje como una gran oportunidad para el debate. "No es un documental", añadió Hanks, quien adoptó un tono más serio al afirmar que la gente que cree que tiene la verdad puede resultar más peligrosa que la que se hace preguntas.
Ron Howard, por su parte, reconoce que ha hecho mucho cine comercial, pero sostiene que escogió esta película sólo porque considera que trata un tema fascinante. "La vida es un misterio continuo y uno de los regalos, de Dios si se quiere, es nuestra curiosidad. Todo lo que estimula la conversación es algo constructivo", dijo.
"Al fin sabemos que Cristo no era gay"
Pero el más original ofreciendo respuestas acerca de la polémica religiosa fue el único 'sir' (en la película y en la vida real), Ian McKellen, quien afirmó estar convencido de todo lo que cuenta el libro, pues finalmente se demuestra que Jesucristo no era homosexual, ocurrencia que hizo reír a casi todos los periodistas en la sala.
Precedido de un secretismo sin precedentes (apenas se hicieron pases previos) y con una expectación mantenida hasta el último minuto, el equipo de 'El Código Da Vinci' llegó el martes por la tarde a Cannes en un tren que condujo a que se hiciera un despliegue policial en la estación similar al de las grandes cumbres de las superpotencias mundiales.
Pese a las pésimas críticas, el estreno mundial en una plataforma excepcional como lo es el certamen francés con cientos de cámaras de todos los países del mundo contribuye además a publicitar un largometraje que ha costado 125 millones de dólares y que llega este fin de semana a las salas de numerosos países, entre ellos Estados Unidos.
Con 'El Código Da Vinci' se inauguran 10 días de cine en el que 20 películas, cuatro de ellas de realizadores hispanos, competirán por la Palma de Oro