25 noviembre 2005

PRISON BREAK

"Prison Break" pudo haber sido la serie más estúpida de la temporada de estrenos. Michael Scofield, un ingeniero estructural, tiene una buena vida, pero roba un banco porque quiere que lo metan a la cárcel. No sólo eso, quiere entrar sólo para escaparse. Pero no se quiere escapar solo, sino que con su hermano, quien va a ser ejecutado en un mes. Por un crimen que no cometió, claro está. "Una cosa es tener un motivo (para entrar a la cárcel), pero sigue siendo estúpido hacerlo si uno no tiene una razón muy fuerte para saber que lo va a lograr. Así se me ocurrió el que Michael sabe cómo escaparse de la cárcel porque estuvo involucrado en su diseño", cuenta Paul Scheuring, creador de la serie.

El resultado no fue nada estúpido, sino un producto que ha tenido buenas críticas ("La vida en la cárcel da miedo, pero la mayor parte del tiempo es aburrida a morir. Por suerte, 'Prison Break' no lo es", dijo el "New York Times"), buenas cifras de audiencia (debutó en el top 10) y mantiene la tensión constante. Michael tiene que evitar peligros como ser violado o meterse en la inminente guerra de razas dentro del penal. Y en medio de todo esto, tiene que llevar a cabo su elaborado plan, que incluye el haberse tatuado los planos de su nuevo hogar en su espalda, pecho y brazos y hacerse pasar por diabético para tener acceso diario al lugar más vulnerable de la prisión: la enfermería. No sin antes conseguirse pastillas inhibidoras de insulina con los contrabandistas de remedios. Otra dificultad más.

Por su crudeza la serie recuerda a "Oz": en lo que va de la temporada, Michael estuvo en un motín y le amputaron dos dedos de un pie con una tijera de jardinero por no querer ayudar a un matón de la cárcel. "Nunca seremos tan oscuros como 'Oz', pero los canales de TV abierta (el caso de Fox en Estados Unidos) están acostumbrados a que a sus personajes no les pasa nada realmente malo. Quisimos cambiar eso, para que el público nunca sepa lo que va a ocurrir", asegura Scheuring. Pero tampoco pueden mostrar todo lo que quieran.

"Tenemos censores. Debemos cuidar el lenguaje y las escenas de sexo o violencia. Lo bueno es que el nuevo presidente de Fox (Peter Ligouri) viene del canal de cable FX y nos anima a que tomemos más riesgos", cuenta. Y ciertamente el equipo ha aprovechado las concesiones con la violencia y conflictos al por mayor, con muertes de algunos personajes y todo.

Esto ayuda a tener interesado al público, pero Scheuring tiene claro que la fórmula no puede durar eternamente. Y se larga a revelar secretos del futuro de la serie. Nota para fanáticos que no quieren saber qué pasa la próxima temporada: es hora de dejar de leer.

"Si en cinco años ellos siguieran diciendo: 'En serio, sí nos vamos a escapar', los televidentes se aburrirían. Ya para la segunda temporada el programa se va a ver completamente diferente, porque estarán fuera de la cárcel y escapando a través de Estados Unidos o fuera del país. Así que desde ese punto será una historia más grande acerca del escape. Espero que la audiencia esté interesada en saber qué ocurre con Sucre, Michael, Lincoln y los otros como para seguir viendo la serie".