04 noviembre 2005

MATCH POINT

Como cada año durante los últimos 36, Woody Allen se puso tras la cámara para plasmar una historia. Sin embargo, en esta ocasión esa cámara no estaba colocada en su Nueva York natal, ni envuelta en música de jazz, ni alimentando carcajadas como en buena parte de sus otras obras. Porque el genio de Manhattan ha preferido optar por una tragicomedia londinense. El resultado es 'Match Point'.

La cinta, rodada íntegramente en Londres, cuenta la historia de Chris (Jonathan Rhys-Meyers), un entrenador de tenis irlandés de origen humilde que logra colarse en los círculos de la alta sociedad inglesa de la mano de Tom, uno de sus alumnos, y de su hermana Chloe (Emily Mortimer), quien se convertirá en su esposa.

La aparición de Nola (Scarlett Johansson), una neurótica y 'algo' alcohólica aspirante a actriz estadounidense —a la que conocerá en calidad de novia de Tom—, pondrá en peligro las metas de Chris. Incapaz de resistirse al magnestismo de la joven, optará por poner fin a la historia de la manera más fría, drástica y cruel.

La importancia de la suerte

Un comportamiento que recuerda al de Raskolnikov en la obra de Fedor Dostoievski 'Crimen y castigo', lectura que de hecho el director recomendó a Rhys-Meyers para comprender mejor a su personaje, que además parece tocado por la varita mágica de la buena suerte.

Y es que el azar es uno de los ejes temáticos del filme. Allen mantiene la teoría de que el mundo se divide entre las personas que tienen suerte y las que no. El talento es importante, pero sirve de muy poco si no se tiene fortuna. Y parece que el cariño que la diosa le tiene a Chris la hace incapaz de sentir un poco de aprecio por Nola.

No obstante, acabado el filme —de duración mucho mayor a lo habitual en la filmografía del neoyorquino, 124 minutos— el espectador sospecha que la suerte no será suficiente para acallar los gritos de la conciencia.

Pese a que es difícil que, tras 35 obras, Allen cambie su estilo, 'Match Point' sí supone un punto de inflexión respecto a sus anteriores producciones. Como en 'Crímenes y Pecados', la comedia ha dado paso a la tragedia moral —que en ocasiones llega a adoptar tintes de 'thriller'—, y la elección de música de ópera en lugar de jazz acrecienta el dramatismo.

Además, Broadway y Central Park han sido sustituidos por la Tate Modern, el parque de Saint James y 'The Gherkin', una de las últimas obras de Norman Foster, de Londres. Y es que Allen, por vez primera en su carrera, ha rodado una película íntegramente fuera de Nueva York

Un reparto británico

En el filme, presentado fuera de concurso en el pasado Festival de Cine de Cannes, Allen trabaja con un reparto mayoritariamente británico, algo que no es nuevo para él, pues ya lo hizo en su última cinta, 'Melinda y Melinda', y en anteriores ocasiones con actores como Michael Caine, Kenneth Branagh o Helena Bonham Carter.

Sin embargo, para el papel protagonista Allen eligió a un irlandés. El realizador le tenía echado el ojo a Rhys-Meyers desde que le viera en 'Quiero ser como Beckham', interpretando al encantador entrenador de la protagonista. También tenía claro que Scarlett Johansson ('Lost in Translation') era la persona indicada para encarnar a la sensual e irresistible Nola, una mujer "poco corriente y absolutamente neurótica. Pobre, sensible y luchadora", según la define la actriz.

Emily Mortimer se ocupa de interpretar a Chloe, la dulce y cegada de amor esposa de Chris, que, como en el protagonista, despierta en el espectador sentimientos encontrados. Y Matthew Goode, prácticamente un desconocido fuera de Reino Unido, borda el hermano caradura de Chloe.

Especial mención —pese a sus breves apariciones— merecen los veteranos Brian Cox y Penelope Wilton, quienes interpretan a los padres de Chloe y Tom, que —junto con los extraordinarios policías que aparecen al final de la película— dan lugar a los momentos más cómicos de un filme predominantemente sombrío.