
Historias de familia ( The Squid and the Whale) es la crónica de una separación. Crónica urgente, de cámara en mano, de nervios y agitación, de angustia, pero también de momentos cómicos y absurdos, de confusión. En su cuarta película, Noah Baumbach (coguionista también de La vida acuática) disfraza un poco su propia historia para contar su adolescencia en 1986 (él es Walt) y el final del idílico mundo que vivió hasta entonces en Brooklyn, con dos padres intelectuales que, a decir verdad, no sabían muy bien qué estaban haciendo —ni qué hacer— con sus hijos.

Bernard (un extraordinario Jeff Daniels) se considera un "intelectual" con el nivel de pedantería suficiente como para decirle a su hijo: "Kafka te va a gustar, es uno de mis predecesores". Escritor serio y respetado en su momento, ya no consigue siquiera un agente y vive de dar clases en la universidad. Joan (Laura Linney, siempre impecable) empezó a publicar sus historias hace poco y, en plena decadencia literaria de su ex marido, tiene la posibilidad de editar su primera novela. ¿Son éstas las causas del divorcio? ¿Otras? ¿Importan?


Historias de familia no es una película que intente curar heridas, tranquilizar conciencias ni ofrecer soluciones. Con la brutal honestidad de los que cuentan su propia historia, Baumbach se expone, comparte con los espectadores una etapa clave de su propia vida, y logra transformarla en un objeto artístico excepcional sobre el fin de la inocencia. O, como también escribió "técnicamente" Roger Waters en otra canción de The Wall: El chico creció/El sueño terminó