
"Los raperos 50 Cent y P. Diddy estaban en el público y, pese a que han recibido balas, pasaron por la cárcel y han sido perseguidos por la policía, nunca sintieron tanto miedo", fue uno de las bromas repetidas en sitios de farándula norteamericana. "A principios de semana se rumoreó que el mago Criss Angel haría un acto de desaparición con ella. ¡A quién se le ocurrió a última hora no llevar a Criss!", comentaban en otras webs. "Su baile me recordó cuando a los chicos gordos les ayudan a subir por la piscina. Además, no es buena señal cuando los bailarines sudan más que la estrella", remató Steve Hall, del weblog "Adrants".
Pero la prensa estadounidense fue más allá del dardo venenoso y, muy seriamente, postuló que la carrera de la cantante tocó fondo y que su desastrosa performance, que incluyó desgano, falta de forma y nula coordinación con el playback, demostró que la rehabilitación tuvo escaso efecto.

"The New York Times" hizo foco en su lado artístico y también destruyó el nuevo single de la estadounidense, "Gimme more", que tuvo su estreno en la cita. "Britney no decepcionó: estuvo horrible", comentó el diario. El tema, que llegó la semana pasada a las radios, apenas ha trepado en las listas norteamericanas y no supera el puesto 100 entre las más programadas.
Para sellar la más nefasta de sus noches, algunos medios compararon su cometido con el de su ex pareja, Justin Timberlake, que alzó cuatro galardones durante la velada. Direcciones más que opuestas.
Pero siempre hay un consuelo. Una luz al final del túnel. A Britney sólo le queda pensar que siguió la tendencia de la noche: según la propia prensa que la destrozó, ésta fue una de las peores premiaciones MTV. Desordenada, breve (dos horas en vez de las tres habituales) y con un pugilato tras las cámaras que enfrentó a Kid Rock y Tommy Lee, ambos ex de Pamela Anderson.