
Allen no es muy amigo de estos contactos multitudinarios, pero por suerte para él no está solo. Lo acompañan Colin Farrell y Ewan McGregor, que encarnan a los hermanos de Cassandra's Dream, su nueva película que tuvo su premiére norteamericana aquí. Con ella, el director de Dos extraños amantes vuelve al thriller al estilo de Match Point, ya que los hermanos están necesitando una ayuda financiera y es su tío (Tom Wilkinson, el personaje "que habla" como Woody en el filme) quien les daría una mano... si primero le hacen un favor personal: asesinar a un hombre que podría testificar contra él.
Cuando se le preguntó por el proceso y el estilo de rodaje, en el que siempre trata de hacer sólo pocas tomas para asegurarse de que termina el día de trabajo a horario, Allen con sencillez replicó que es porque él es "impaciente y un poquito vago".

"Creo que en total hice tantas tomas para esta película como las que hice para una sola escena de Miami Vice", recordó Farrell.
La vida diaria de Allen consiste entonces en escribir o filmar, y pasar el mayor tiempo disponible con amigos o su familia. Nada del otro mundo. "No ha cambiado nada en Nueva York luego del 11 de setiembre -respondió cuando el atentado acababa de cumplir un nuevo aniversario-. Vas a restaurantes y siguen llenos. No digo que no haya cambiado la foto, la imagen del mundo entero, pero en Nueva York la gente sigue estando en los parques, llena los restaurantes, sale de compras. No hay una sensación de temor."
McGregor interviene, y comenta que Allen "llega al set y lo primero que hace es coreografiar la escena, por dónde quiere que caminemos y esas cosas. Había escuchado muchas cosas acerca de Woody antes de conocerlo -dijo, ante la mirada del director-. Un montón de historias sobre cómo es él, que nunca te habla, que no te llama por tu nombre, que jamás dice 'buenos días', que nunca te dirige y que nunca tiene nada que ver con vos." Y, aunque admitió que a Allen le tomó unos días llamarlo por su nombre de pila, el escocés dio por desterradas todas esas aseveraciones.

Sobre el humor de Allen, dijo que, por la consabida melancolía del director de Interiores, a veces, puede pasar inadvertido. "Creo que es realmente cómico, pero con Woody nunca sabés, no podés estar seguro de si eso es una línea cómica, divertida, o si es realmente cómo se siente."
Farrell se refirió con elocuencia acerca de "la naturaleza orgánica, kinética" de Allen. "Woody da mucho espacio, mucha liberación, para trabajar. Es muy indulgente."
Allen acompañó el comentario insistiendo en que difícilmente sea él mismo quien sepa si una película va o no a tener éxito. "Yo trato de escribir mis guiones de una manera que no sea ofensivo a los oídos -dijo simpáticamente-, pero yo dejo a los actores que tomen control de sus personajes y sus características porque, al fin y al cabo, ellos los conocen más íntimamente que yo."

¿Hay algún lugar en Latinoamérica que lo inspire? "Nunca estuve allí, visitar Brasil y la Argentina sería interesante. Estoy seguro de que muchas historias pueden encontrarse en esos países. Pero antes de filmar en España estuve muchas veces en Madrid y Barcelona, y las encontré. Escuché cosas maravillosa de gente que estuvo en la Argentina y Brasil. Si hay una posibilidad, lo haría. Absolutamente."

No todo es cine en el horizonte artístico de Woody. Su amigo, el tenor Plácido Domingo, director de la Opera de Los Angeles, le ofreció un trabajo. "Me pidió que montara un ópera allí. Como ustedes saben, nunca puse un pie en Los Angeles para trabajar, me gusta dirigir películas, pero hacer algo en escena es otro tipo de trabajo. Plácido fue tan encantador que me preguntó si podría darle una mano, y arreglamos que sería una ópera de sólo una hora." Montará Gianni Schicchi, de Giacomo Puccini, que forma parte del trío Il Trittico. "Si puedo hacer una contribución, cuando termine mi película correré hasta Los Angeles y me pondré a su disposición." De hecho, el estreno ya está previsto para 6 de setiembre de 2008... "No me lo imagino en esmóquin a Allen", comentó Farrell, y todos rieron.
Para el final, Allen dejó una reflexión sobre sí mismo y su cine. "Nunca vuelvo a ver mis películas. En 1969 hice Robó, huyó y lo pescaron y nunca más la vi. Es sencillo: lo malo no puedo cambiarlo, y para ver lo mal que está tal escena..."