12 julio 2007

"Transformers" saca toda su artillería de efectos visuales

A comienzos de los 80, en una feria de juguetes europea, el gigante norteamericano Hasbro compró dos líneas de figuritas japonesas que bautizó como "Transformers". Casi 30 años después, luego de una popular serie nacida en 1984 que tuvo varios clones después, el director Michael Bay y el productor Steven Spielberg decidieron llevar estos personajes, que parecían ya olvidados, a la pantalla grande. El resultado no podía ser mejor: en una semana la película ya ha recaudado más de US$ 260 millones en el mundo, cubriendo desde ya su presupuesto de US$ 150 millones.

La dupla Bay-Spielberg no se anduvo con chicas y tiró toda la carne sobre la parrilla. La película, que llega a Chile el 19 de julio, presenta 144 minutos de espectaculares efectos e imparable acción.

La historia se centra en Sam Witwicky, un adolescente que descubre que su primer auto es en realidad un intrépido robot que deambula por la Tierra con un secreto propósito: proteger a Sam de unos enemigos que quieren capturarlo para descubrir el paradero de unos lentes que pertenecieron a uno de sus ancestros y que ocultan un peligroso secreto.

El filme ofrece diferencias con la serie. El apellido del joven humano que toma contacto con los robots se mantiene, no así su nombre. El robot que entabla amistad con él, llamado Bumble Bee, en la serie era un Escarabajo de Volkswagen; ahora es un Chevrolet Camaro, que luego se convierte en el Camaro Concept. Los robots "buenos", los Autobots, son traviesos y chistosos, y aprendieron a hablar con los humanos a través de internet; por eso, ocupan modismos y jingles. Eso sí, hay un gran punto en común: la ferocidad de los malos, llamados los Decepticons, es la misma.