23 julio 2007

Sex and the city al cine

Llegó la luz verde. Cuando parecía que no quedaba ni el menor resquicio de esperanza, después del tremendo frenazo y la subsiguiente luz roja, hace pocas semanas HBO y el estudio New Line Cinema confirmaron que la película de Sex and the City había recibido la luz verde, una señal que en el dialecto de Hollywood significa que un proyecto tiene la aprobación de todos los involucrados y que empieza la larga marcha que terminará en los cines. Pero para eso falta mucho. Por ahora, no hay siquiera una imagen filmada ni una pista de la historia que contará el film/continuación de la serie que reformuló para siempre a los personajes femeninos para la pantalla chica. La misma que le enseñó al mundo que la vida se veía mejor desde lo alto de un par de tacos Manolo Blahnik y que les otorgó a los hombres un pase libre a algunos de los recovecos del alma femenina. Aunque todavía falte el libreto, lo más importante, la base está: el equipo formado por las cuatro protagonistas, Sarah Jessica Parker, Kim Catrall, Cynthia Nixon y Kristin Davis, ya estampó su firma en los contratos.

Después de casi tres años, finalmente todas acordaron que era tiempo de darles una oportunidad más a los fanáticos, y a ellas mismas, para despedirse de Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda.

En un par de meses el glamuroso cuarteto comenzará a trabajar bajo las órdenes de Michael Patrick King, el mismo que dirigía los capítulos de la serie. El camino para llegar hasta aquí no fue sencillo. Hace dos años parecía que todo estaba listo, que los productores, entre los que figura Parker, ya podían prender las cámaras pero ocurrió lo peor. Catrall, tomando prestado uno de los desplantes de su querida Samantha Jones, se negó a participar en el proyecto hasta que el guión fuera bueno y le pagaran lo mismo que a Parker.

Los seguidores del ciclo se quedaron con las ganas, al igual que el resto de las chicas, que estaban preparadas para retomar sus papeles. En aquel momento pocos se sorprendieron por la negativa de la rubia actriz que hacía varios años que mantenía una silenciosa batalla con Parker. Es que las historias creadas por Candace Bushnell en la novela que dio origen a la serie tenían a Carrie Bradshaw como el sol alrededor del que giraban el resto como brillantes satélites. Pero cuando la ficción pasó de las páginas a la pantalla chica, el personaje de la desinhibida Samantha Jones se destacó, en gran medida, gracias a la interpretación de su actriz. Ella, consciente de su atractivo para el público, quiso más. Y no se lo dieron. Así que, a la hora de empezar a negociar las condiciones para pasar al cine pidió y pidió. La respuesta fue no, otra vez. Entonces los planes de película se congelaron.

¿Qué cambió ahora para que se derritiera el hielo? Nadie lo sabe pero la respuesta puede estar en lo que sucedió con las protagonistas desde que se despidieron en septiembre de 2004, después de 96 capítulos repletos de sexo, glamour y lágrimas.

Sarah Jessica, diseña

Cuando después de seis temporadas siendo Carrie, la personificación de la sofisticación de Manhattan, y habiendo ganado el título de ícono de la moda, a pesar de ser una mujer flaquita, no demasiado alta (mide 1,63), ni demasiado linda, Parker decidió dedicarse de lleno al cine. Apenas terminada la serie hizo varias películas con una marcada tendencia a las comedias románticas que no funcionaron ni para el público ni para la crítica.
La joya de la familia y Soltero en casa la hicieron volver a un mundo donde su atractivo no era cuestionado: el universo de la ropa. Así, la actriz se transformó en diseñadora y creó la línea de ropa económica Bitten. Para nadie fue una sorpresa que la mujer que puso al creador de calzado Manolo Blahnik en las fantasías de la mayoría de la población femenina del planeta creara su propia marca de indumentaria pero si causó conmoción o lo más parecido a un escándalo que la industria de la moda pueda crear que la ropa fuera tan sencilla, sin un rastro del brillo y el atrevimiento de su famoso personaje. Frente a los negativos comentarios sobre su carrera cinematográfica y a su decepcionante incursión en el diseño, el regreso de la neurótica Carrie ahora parece su mejor posibilidad.

Samantha mamá

Uno de los aspectos más notables de Sex and the City fue siempre el extraordinario lugar que les otorgaba a las mujeres de más de treinta y hasta a las de más de cuarenta. Lejos del estereotipo de la madre, la esposa o la mujer de carrera tan viril como sus pares masculinos, Samantha Jones fue la respuesta televisiva a lo que sucedía en la vida real. Y fue también el equivalente actoral de ganarse la lotería para Kim Catrall, que después de sacarse la grande no logró acertar ni un número más. Apenas dejó de ser Samantha, Hollywood volvió a darle la espalda a la actriz británica que antes de aceptar ese papel había luchado hasta el cansancio para hacerse un lugar en la ciudad del cine. El mejor papel post Sex... que hizo fue el de madre en una mediocre película que contaba la vida de una patinadora sobre hielo. Samantha habría gritado ofendida por el atrevimiento de los productores. Y se habría acostado con el joven protagonista, por supuesto.

Kristin de nuevo en Nueva York

Antes de Sex and the City pocos sabían quién era Kristin Davis y después de la serie no son tantos los que recuerdan su nombre. Tal vez porque Charlotte era la más modosita de las chicas, su carrera después del final del programa no logró despegar. La imagen angelical que se ganó siendo la mojigata del grupo la llevó a hacer varias películas infantiles y hasta protagonizó un film navideño en la que hacía de esposa de Matthew Broderick, el marido de su amiga Sarah Jessica en la vida real.



De tal personaje, tal actriz

Cada uno de los personajes de la serie tenía su grupo de fans. Estaban las que no lograban resistirse al encanto casi adolescente de Carrie, quienes adoraban a la clásica Charlotte y las seguidoras de Samantha se contaban por legión y, sin embargo, de más bajo perfil, las chicas Miranda triunfaron al final. Para muchos la pelirroja tuvo el papel con mayor crecimiento, porque en seis temporadas pasó de la abogada aparentemente desalmada a ser madre, esposa y hasta nuera preocupada aunque siempre cáustica. Miranda creció y con ella su actriz, Cynthia Nixon, que se transformó en una invitada de lujo de la TV. Hizo un telefilm dirigido por Robert Altman, interpretó un par de personajes conmovedores en las series ER y Dr. House ycon esas pequeñas participaciones logró la carrera más interesante del grupo. Pero igual volverá a Nueva York.

Porque sabe, como sus compañeras, que por más que huyan hacia otros territorios ellas serán siempre esas mujeres, en esa ciudad, vistiendo los mejores trajes y bebiendo los mejores tragos mientras hablan de sexo. Y que se preparen las pantallas de cine porque el cuarteto ya se subió a los tacos aguja y viene marchando.

La quinta

En pantalla las protagonistas de la serie eran cuatro, pero sin la quinta ellas no hubieran sido lo que son. La que se quedaba detrás de cámara, metida en el departamento de vestuario era Patricia Field, la diseñadora de los estilos de los cuatro personajes. Gracias a ella la serie fue casi tan codiciada como una página de Vogue por los diseñadores nuevos y añejos. Unos y otros se peleaban por tener un lugar en los armarios de Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda, y era Field quien decidía qué artículos entraban en ellos. Amiga de Sarah Jessica desde que trabajó en su film Rapsodia en Miami, luego del final de la serie Patricia aportó su maestría al vestuario de El diablo viste a la moda