14 julio 2007

La Fiebre Amarilla

Los Simpson es la serie animada que más años lleva en la historia, la comedia más larga de la televisión estadounidense y la serie con mayor distribución internacional. Se difunde en más de 45 idiomas, en más de 90 países, y ha generado más de 2.500 millones de dólares. Es también "la serie más profunda de la televisión" (según el filósofo Carl Matheson) y "una de las hazañas más increíbles de todo el mundo del espectáculo" (según el comediante Ricky Gervais). Es una "serie originada en el mundo empresarial que parodia abierta y reflexivamente al capitalismo de consumo que a la vez promociona", según el libro Leaving Springfield: The Simpsons & the Possibility of Oppositional Culture, uno de los muchos estudios académicos que analizan sus aportes a la filosofía, la psicología, los estudios culturales y la lingüística. Y además es también una celebración de la familia o un ataque a la familia, un insulto vicioso al cristianismo o una celebración del cristianismo, según la creencia de cada uno.

Todo lo cual parecería una carga demasiado pesada para endilgar a cinco personas de color amarillo y con ojos saltones de la mítica colonia de Springfield si no fuera tan evidente que Groening siempre quiso que así fuera. "La historia de la TV tradicionalmente consistió en no hacer nada que escandalizara a la abuela o hiciera enojar al más chico", dijo en una oportunidad. "Nuestra solución es hacer bromas que la gente con educación pueda entender. Y para los que no, no importa, porque tenemos a Homero golpeándose la cabeza y diciendo: D'oh!".

Debe haber, seguramente, algunos lugares en el planeta donde la influencia de la familia disfuncional más famosa del mundo todavía no se haya hecho sentir. Pero cada vez son menos, y menos serán todavía cuando Los Simpson: la película -esperada durante años por los fanáticos con un fervor religioso- llegue al cine. Los animadores y los autores de Los Simpson -hay más de 200- hablan de su trabajo con timidez y un toque de ironía porque se trata de gente que no sale de escribir bromas y dibujar personajes. Muchos los conocieron de chicos. "Yo crecí con ellos -dice Jennifer Moeller, animadora de la serie y la película-. Y de golpe termino dibujándolos. Lo cual es toda una emoción. Pero también es un trabajo". Cuando descubren en qué trabaja Moeller, tienden a bombardearla con preguntas, cosa que resulta agotadora. Entonces dice: "Hago trabajo administrativo".

El universo de Los Simpson está definido por reglas muy estrictas. Los personajes no pueden cambiar ni desarrollarse nunca -Maggie aprendió una palabra en 20 años - y cada historia debe resolverse al término de cada episodio. "En los primeros tiempos, éramos muy rígidos: todo lo que pasaba tenía que ser algo que realmente pudiera pasar", dice Jim Brooks, el tolerante productor fundador de la serie. "Durante años, no viajamos al espacio, por ejemplo. Y les rogábamos a nuestros actores que no hicieran ninguna publicidad para no destruir la ilusión de que los personajes existían".

Curiosamente, lo que no hay en el proceso de escritura es ningún tipo de inspección del guión por parte de los ejecutivos de Fox. La cadena se hallaba en plena crisis financiera cuando comenzó la serie, lo que permitió a Groening y a Brooks asegurarse una cláusula de no injerencia que dio como resultado que un canal de gran audiencia propiedad del magnate Rupert Murdoch lleve dos décadas difundiendo, en horario central, un dibujo animado que hace bromas sobre sexo y religión, que construye historias en torno del amor gay y que se burla de las ridiculeces derechistas de su canal hermano, Fox News Channel. Los Simpson: la película está rodeada de un gran secreto pero Variety, el diario de la industria, reveló que el argumento gira en torno de historias que tienen como protagonistas a fundamentalistas religiosos y al calentamiento global. También puede revelarse que hay una escena, controvertida, en la que Bart hace skate desnudo.Para los admiradores, el momento en que Groening inventó a Los Simpson ha alcanzado estatus de leyenda, y hay varias versiones al respecto.

A mediados de los '80, su principal trabajo era dibujar la tira cómica Life In Hell, una caricatura profundamente cínica, distribuida en varios periódicos "alternativos" (todavía sigue dibujando Life In Hell todas las semanas, muchas veces después de la medianoche, luego de un día de intensa actividad con los Simpson). Brooks, por su parte, estaba produciendo una comedia semanal con Tracy Ullman y necesitaba llenar espacios de un minuto entre cada segmento. Se le ocurrió que a Groening podía llegar a gustarle animar Life In Hell.

Y a Groening le gustó -hasta que llegó al hall de la oficina de Brooks, donde se le ocurrió que eso podía significar ceder los derechos de sus personajes. Lo que hizo en cambio, en cinco minutos, sentado en el hall, fue dibujar un boceto de los cinco integrantes de la familia Simpson, bautizándolos con el nombre de su madre y su padre, Homero y Margaret, y sus hermanas Lisa y Maggie.Usar su propio nombre le pareció muy personal, según dijo, por lo tanto eligió Bart. (actualmente él tiene dos hijos llamados Homero y Abe). Groening tenía apenas más de 30 en ese momento; ahora tiene 53 y el Simpson que uno recuerda no es Bart, sino Homero.

Fox invirtió US$ 10 millones en la primera serie sin haber visto más que esos cortos. Era la primera vez que un canal de TV estadounidense importante difundía animación nueva en horario central desde Los Picapiedras, en los '60. El primer episodio salió al aire en EE.UU. el 17 de diciembre de 1989. Las cifras de audiencia treparon rápidamente, tomando a todos por sorpresa. "Empezaron a suceder esas cosas, y pensé: 'OK, está pasando fuera de lo común'", dice Groening. "Recuerdo haber visto algún graffiti. Y después vi productos Simpson contrabandeados: un Bart negro con Nelson Mandela en la tapa de Time, y poco después un tatuaje. Fue un gran impacto. Me sentí pasmado por haber contribuido a que la gente se mutilara". Se ríe y luego hace una pausa. "Pero ahora lo veo todo el tiempo. La mitad de las veces que compro un CD, la persona tiene un tatuaje Simpson. Es extraño. Sobre todo cuando no puedo descubrir quién es porque no está muy bien dibujado".

Fue el primer presidente Bush quien puso el programa en el mapa cultural usando un discurso en el medio de su campaña electoral para condenar en la serie lo que muchos percibían como la celebración de lo disfuncional y de la "cultura irresponsable". "Estados Unidos necesita ser mucho más como los Walton y mucho menos como Los Simpson", dijo.

Pese a todo el recelo hacia la autoridad -políticos, jefes y medios de comunicación son retratados sin distinción como corruptos- el carácter subversivo de Los Simpson se exagera con facilidad. "Es indudable que, cuando era chico, recibí una fuerte influencia de la contracultura -dice Groening-, y me parece que si la subversión no es un elemento en lo que hacemos, no es divertido. Pero también es un entretenimiento, no hay vuelta que darle. ¿Si es posible ser subversivo en algo tan comercial? No lo sé. Yo lo intento".

Pero el principio sagrado sigue siendo la broma concreta. "En la película, eso se da más. Hay chis tes que resultaron graciosos las primeras 350 veces, y a la siguiente, 'Ah, ya me cansó', entonces lo cambiamos. Y lo que queda son siempre los chistes más obvios, viscerales, convencionales. Cada vez que un personaje se cae, que le dan una patada en la cara, lo golpean en la cabeza. Trabajamos a fondo en el diálogo más ingenioso, con referencias sofisticadas a libros y películas, pero lo que hace reír en definitiva es Homero eructando después de tomar cerveza".

Los Simpson y la Filosofía, un libro de ensayos académicos sostiene que el atractivo de Homero es eterno porque remite a conflictos fundamentales sobre lo que nos da placer en la vida. Todos ocupamos distintos puntos en el continuo de los placeres -desde las nobles alegrías de la familia hasta la alegría degradada de atorarse con cerveza o con comida. "Hay algo éticamente admirable en Homero pese a no ser virtuoso con respecto a sus apetitos corporales", escribe el académico Raja Halwani.

De todas maneras, no invalida el argumento de Halwani señalar que también hay otro atractivo más simple. "Considero que ganó fama como programa para chicos porque aunque uno no entienda las alusiones a la religión o la política, hay suficiente como para entretener a chicos de 6 años que quieren ver un pelado que se golpea la cabeza", dice Gervais. Luego analiza lo que acaba de decir. "Aunque, bueno, yo me río cuando el gordo pelado se golpea la cabeza. Podría reírme sin la política y la religión, siempre que el gordo pelado se golpee la cabeza".