Cualquiera diría que Uma Thurman tuvo el privilegio de cumplir sobradamente su sueño más acariciado: ser actriz. Rubia y altísima, capaz de darle a su bellísimo rostro de aires nórdicos un toque cálido y sensual que la distingue de otras mujeres parecidas a ella, pero que lucen a primera vista mucho más distantes y gélidas, encontró en la delicada Cecile de Volanges que interpretó en "Relaciones peligrosas" (1988) la plataforma perfecta para convertirse en estrella.
Cualquiera diría también que con títulos como "Henry y June", "Dulce y melancólico", "Gattaca", las dos partes de "Kill Bill" y la reciente "Secretos de diván" - las aspiraciones de Uma están satisfechas con creces. Mucho más después del contundente espaldarazo de aquella nominación al Oscar que obtuvo gracias a la sugerente interpretación de Mia Wallace, una de las mujeres fatales por excelencia del cine de los años 90, en "Tiempos violentos" ("Pulp Fiction"), de Quentin Tarantino.
Sin embargo, la actriz nacida en Boston hace 36 años, hija de una ex modelo europea y de uno de los más reputados especialistas en budismo de los Estados Unidos acaba de atribuir a un "milagro" el hecho de haber sobrevivido en el mundo del espectáculo a lo largo de los últimos 20 años.
Thurman cree que es posible superar tanto las altas y bajas a las que, según ella, se sometió su carrera en el cine como avatares de igual tenor en su vida privada -su divorcio de Ethan Hawke, en 2004, después de un matrimonio de seis años y dos hijos fue la comidilla de los medios indiscretos durante muchísimo tiempo- a partir de la búsqueda de nuevos desafíos.
"Estoy siempre detrás de cosas nuevas, de trabajar con gente que admiro y de considerar el nombre de un potencial director que me seduzca, pero también quiero apoyarme en una buena historia", dijo hace poco a la prensa británica.
Lo único que detesta -agregó allí con el énfasis de quien quiere ser escuchada y no dar lugar a duda alguna- es ser asociada o identificada a la definición de "heroína de acción", mote que empezó a escuchar después de su resonante aparición en la doble última aventura de Tarantino como una novia sedienta de venganza y dispuesta a ejecutarla desde sus puños y los ritos de las artes marciales.
"Odio ese calificativo. De verdad lo odio, porque es francamente discriminatorio para las mujeres que terminan asociadas a películas que parecen hechas como si fueran pañales descartables. Yo, en cambio, hago películas para toda clase de público", afirma.
A reírse de sí misma
Tal vez con la idea de marcar una rotunda distancia de ese estereotipo o de cumplir con el mandato que se autoimpuso de explorar nuevos horizontes cinematográficos, Uma encaró uno de los personajes más curiosos de su carrera.
En "Mi súper ex novia", Uma vuelve a ser, como en "Secretos de diván", la protagonista de una historia romántica con toques de comedia y relaciones bastante complicadas con el otro sexo. Pero a la vez, al personificar a Jenny Johnson, una mujer elegante y muy controladora que en sus ratos libres es G-Girl, una heroína con poderes sobrehumanos (vuela y con su fuerza es capaz de desviar el rumbo de un avión), la actriz también parece jugar y reírse con los efectos provocados con su aparación en "Kill Bill".
En este nuevo film, la venganza y el rencor también movilizan a nuestra protagonista, aunque en un terreno mucho más liviano. Cuando descubre que su enamorado, un arquitecto bastante retraído (Luke Wilson), parece sentirse más atraído por una compañera de trabajo (Anna Faris, la protagonista de "Scary Movie"), empieza a utilizar sus superpoderes para amargarle la vida. De paso, los hechos comienzan a despertar la atención del doctor Bedlam (interpretado por el comediante Eddie Izzard), archienemigo de G-Girl desde los tiempos en que ambos compartían la escuela secundaria.
"Usar superpoderes en contra de una pareja luego de la ruptura sentimental es como cumplir la máxima fantasía de algunas mujeres", bromea Thurman a propósito del eje alrededor del cual gira la nueva comedia de Ivan Reitman, el director de "Los cazafantasmas", "Gemelos" y "Un detective en el kinder", entre otros títulos.
"Más allá del juego -agrega la actriz- me encantaba la idea de encarnar a una mujer totalmente neurótica, vulnerable y con poderes sobrehumanos que habitualmente usa al servicio del bien. Es muy raro ver a un personaje como Jenny, porque luce todo el tiempo enojada y molesta, pero a partir de esas actitudes también hace reír. Quise interpretarla del modo más abierto posible, aún corriendo ciertos riesgos. La verdad es que no me preocupaba llegar a pasar por tonta haciendo este papel".
Cantar y bailar
Esa actitud más desprejuiciada se corresponde con algunos de los pasos más recientes de Thurman en el cine. Sobre todo a partir del entusiasmo con que acometió el personaje de Ulla en la versión cinematográfica del musical "Los productores", junto a los artífices de ese éxito en Broadway, Matthew Broderick y Nathan Lane.
"Estaba completamente excitada ante la posibilidad de hacer un musical. ¡Descubrí que cantaba y que podía bailar! Me costó muchísimo, porque es casi imposible ponerse a la altura de quien hizo esa clase de cosas durante nueve meses seguidos en un teatro de Broadway, pero después de esa experiencia ya taché las palabras cantar y bailar de las cosas que todavía tengo pendientes", comenta en una entrevista de The New York Times News Service.
Con todo, Uma dice estar siempre con los pies en la tierra, tal vez como resultado de las creencias budistas que heredó de su padre. A propósito, dice que el mayor aporte de "Kill Bill" a su vida fue la posibilidad de explorar a partir de la violencia extrema exhibida en ese film sus propios límites en términos de fuerza y resistencia interior. "Las mujeres son más fuertes de lo que los hombres afirman", señala.
Sin embargo, hay un momento en el que asoma en ella un costado de duda y debilidad. Es cuando habla de su vida afectiva y de la posibilidad de rehacer una pareja, compromiso que recientemente parece haberse frustrado una vez más con la anunciada ruptura de su vínculo con el magnate hotelero Andre Balasz. "Arreglar una cita es algo que suena terrible en mis oídos -dice-. Además, no sé cómo se arma hoy una cita de ese tipo. La cultura entera parece haber cambiado. La gente ya no quiere encontrarse con otra gente en un bar sólo para pasar un rato agradable. Es muy duro para alguien en estos días tomar contacto con otras personas, especialmente en el caso de una persona madura que trata de cuidar todo lo que pueda ocurrir en ese vínculo."
Tal vez encuentre una vez más remedio en el cine para afrontar esas penurias. La bella madre de Maya (ocho años) y Roan (cuatro años), que disfruta del ocio con ellos dejándose ver como cualquier otro neoyorquino en el Central Park ahora piensa en satisfacer otro deseo. "Toda mi vida soñé en ser como Doris Day en una película, con frases ingeniosas y esas sonrisas tan dulces", dice con toda convicción. Conociendo la historia de Uma Thurman, lo más probable es que ese sueño no tarde en hacerse realidad.
Cualquiera diría también que con títulos como "Henry y June", "Dulce y melancólico", "Gattaca", las dos partes de "Kill Bill" y la reciente "Secretos de diván" - las aspiraciones de Uma están satisfechas con creces. Mucho más después del contundente espaldarazo de aquella nominación al Oscar que obtuvo gracias a la sugerente interpretación de Mia Wallace, una de las mujeres fatales por excelencia del cine de los años 90, en "Tiempos violentos" ("Pulp Fiction"), de Quentin Tarantino.
Sin embargo, la actriz nacida en Boston hace 36 años, hija de una ex modelo europea y de uno de los más reputados especialistas en budismo de los Estados Unidos acaba de atribuir a un "milagro" el hecho de haber sobrevivido en el mundo del espectáculo a lo largo de los últimos 20 años.
Thurman cree que es posible superar tanto las altas y bajas a las que, según ella, se sometió su carrera en el cine como avatares de igual tenor en su vida privada -su divorcio de Ethan Hawke, en 2004, después de un matrimonio de seis años y dos hijos fue la comidilla de los medios indiscretos durante muchísimo tiempo- a partir de la búsqueda de nuevos desafíos.
"Estoy siempre detrás de cosas nuevas, de trabajar con gente que admiro y de considerar el nombre de un potencial director que me seduzca, pero también quiero apoyarme en una buena historia", dijo hace poco a la prensa británica.
Lo único que detesta -agregó allí con el énfasis de quien quiere ser escuchada y no dar lugar a duda alguna- es ser asociada o identificada a la definición de "heroína de acción", mote que empezó a escuchar después de su resonante aparición en la doble última aventura de Tarantino como una novia sedienta de venganza y dispuesta a ejecutarla desde sus puños y los ritos de las artes marciales.
"Odio ese calificativo. De verdad lo odio, porque es francamente discriminatorio para las mujeres que terminan asociadas a películas que parecen hechas como si fueran pañales descartables. Yo, en cambio, hago películas para toda clase de público", afirma.
A reírse de sí misma
Tal vez con la idea de marcar una rotunda distancia de ese estereotipo o de cumplir con el mandato que se autoimpuso de explorar nuevos horizontes cinematográficos, Uma encaró uno de los personajes más curiosos de su carrera.
En "Mi súper ex novia", Uma vuelve a ser, como en "Secretos de diván", la protagonista de una historia romántica con toques de comedia y relaciones bastante complicadas con el otro sexo. Pero a la vez, al personificar a Jenny Johnson, una mujer elegante y muy controladora que en sus ratos libres es G-Girl, una heroína con poderes sobrehumanos (vuela y con su fuerza es capaz de desviar el rumbo de un avión), la actriz también parece jugar y reírse con los efectos provocados con su aparación en "Kill Bill".
En este nuevo film, la venganza y el rencor también movilizan a nuestra protagonista, aunque en un terreno mucho más liviano. Cuando descubre que su enamorado, un arquitecto bastante retraído (Luke Wilson), parece sentirse más atraído por una compañera de trabajo (Anna Faris, la protagonista de "Scary Movie"), empieza a utilizar sus superpoderes para amargarle la vida. De paso, los hechos comienzan a despertar la atención del doctor Bedlam (interpretado por el comediante Eddie Izzard), archienemigo de G-Girl desde los tiempos en que ambos compartían la escuela secundaria.
"Usar superpoderes en contra de una pareja luego de la ruptura sentimental es como cumplir la máxima fantasía de algunas mujeres", bromea Thurman a propósito del eje alrededor del cual gira la nueva comedia de Ivan Reitman, el director de "Los cazafantasmas", "Gemelos" y "Un detective en el kinder", entre otros títulos.
"Más allá del juego -agrega la actriz- me encantaba la idea de encarnar a una mujer totalmente neurótica, vulnerable y con poderes sobrehumanos que habitualmente usa al servicio del bien. Es muy raro ver a un personaje como Jenny, porque luce todo el tiempo enojada y molesta, pero a partir de esas actitudes también hace reír. Quise interpretarla del modo más abierto posible, aún corriendo ciertos riesgos. La verdad es que no me preocupaba llegar a pasar por tonta haciendo este papel".
Cantar y bailar
Esa actitud más desprejuiciada se corresponde con algunos de los pasos más recientes de Thurman en el cine. Sobre todo a partir del entusiasmo con que acometió el personaje de Ulla en la versión cinematográfica del musical "Los productores", junto a los artífices de ese éxito en Broadway, Matthew Broderick y Nathan Lane.
"Estaba completamente excitada ante la posibilidad de hacer un musical. ¡Descubrí que cantaba y que podía bailar! Me costó muchísimo, porque es casi imposible ponerse a la altura de quien hizo esa clase de cosas durante nueve meses seguidos en un teatro de Broadway, pero después de esa experiencia ya taché las palabras cantar y bailar de las cosas que todavía tengo pendientes", comenta en una entrevista de The New York Times News Service.
Con todo, Uma dice estar siempre con los pies en la tierra, tal vez como resultado de las creencias budistas que heredó de su padre. A propósito, dice que el mayor aporte de "Kill Bill" a su vida fue la posibilidad de explorar a partir de la violencia extrema exhibida en ese film sus propios límites en términos de fuerza y resistencia interior. "Las mujeres son más fuertes de lo que los hombres afirman", señala.
Sin embargo, hay un momento en el que asoma en ella un costado de duda y debilidad. Es cuando habla de su vida afectiva y de la posibilidad de rehacer una pareja, compromiso que recientemente parece haberse frustrado una vez más con la anunciada ruptura de su vínculo con el magnate hotelero Andre Balasz. "Arreglar una cita es algo que suena terrible en mis oídos -dice-. Además, no sé cómo se arma hoy una cita de ese tipo. La cultura entera parece haber cambiado. La gente ya no quiere encontrarse con otra gente en un bar sólo para pasar un rato agradable. Es muy duro para alguien en estos días tomar contacto con otras personas, especialmente en el caso de una persona madura que trata de cuidar todo lo que pueda ocurrir en ese vínculo."
Tal vez encuentre una vez más remedio en el cine para afrontar esas penurias. La bella madre de Maya (ocho años) y Roan (cuatro años), que disfruta del ocio con ellos dejándose ver como cualquier otro neoyorquino en el Central Park ahora piensa en satisfacer otro deseo. "Toda mi vida soñé en ser como Doris Day en una película, con frases ingeniosas y esas sonrisas tan dulces", dice con toda convicción. Conociendo la historia de Uma Thurman, lo más probable es que ese sueño no tarde en hacerse realidad.