12 setiembre 2006

All the King's Men

Nunca una misma película ganó dos veces el Oscar, pero los creadores de All the King's Men suponen que siempre hay una primera vez para todo. Es que esta remake del polémico filme de Robert Rossen, de 1949 que tenía como protagonista a un excéntrico y demagógico gobernador de Louisiana (entonces encarnado por Broderick Crawford), inspirado en uno real (Huey P. Long), apuesta a ir por los premios de la Academia este año.

Y, en los papeles, tiene con qué. Dirigida por el reconocido guionista ganador del Oscar por La lista de Schindler, Steven Zaillian, All the King's Men tiene como protagonista a un más intenso que lo usual Sean Penn, como el populista y, en principio, bienintencionado Willie Stark, acompañado por unos cuántos nombres de peso, entre ellos Kate Winslet, Anthony Hopkins, Jude Law, James Gandolfini y Mark Ruffalo.

Si bien, en la conferencia de prensa el director trató de dejar de lado las comparaciones entre el personaje de Stark y el presidente de los Estados Unidos George Bush, Sean Penn no tuvo reparos en lanzar sus ataques al presidente actual. "Es como el Diablo, pero tonto", dijo, sin vueltas, el actor de Río místico.
Con pelo largo y bigote, el actor, famoso por sus críticas al régimen republicano (ver Un militante...), agregó. "Algunos dirán que es un buen político, pero el tema es cómo definís esa palabra. En una época, ser un buen político era ser alguien que trabajaba en beneficio de la gente, no en el suyo propio".

De ganar el Oscar por el rol, Penn también repetiría lo que hizo Crawford hace 57 años, pero a juzgar por el resultado del filme, con una nominación debería darse por satisfecho Mark Ruffalo, también presente en la charla, comparó una situación específica de la película con lo que sucedió en Nueva Orléans por el huracán Kathrina, "donde también parece haber habido algún tipo de negligencia. Es una de las tantas cosas de las que, como ciudadano de los Estados Unidos, me siento avergonzado", afirmó el actor.

La película iba a estrenarse en los Estados Unidos a fines de 2005, pero Zaillian asegura que el motivo del retraso tuvo que ver con un apuro en el montaje que no le permitió terminar el filme como él lo quería y que, por ese motivo, no funcionaba muy bien en los testeos previos. "A algunas personas les costaba seguir las relaciones entre los personajes", confiesa.

¿Qué hicieron entonces Zaillian y Columbia? Decidieron tomarse buena parte de un año para reeditar la película y dejarla para la temporada 2006. ¿El resultado? Uno de esos productos de "prestigio" y debate a la hora de los premios, pero que no genera demasiado entusiasmo. A diferencia de Buenas noches, y buena suerte, la historia de Stark es una trama de inocencia corrupta por el poder, más centrada en los dilemas morales del narrador (el periodista que interpreta Jude Law) que el propio engañoso gobernador.

"Reconozco que soy bastante lento —dice Zaillian, de 53 años—. Reviso cada plano que filmo, y filmo bastante. Me parece que el deber del director es conocer bien su material, esforzarse tanto como los actores se esforzaron en hacer su trabajo, y sacar lo mejor de ellos". La película tiene una precisa reconstrucción de época, pero más allá de eso —y de algunas buenas actuaciones— no sorprende demasiado, no genera mucha empatía y es bastante solemne y morosa. Tal vez hubiese sido más interesante si se adaptaba a la actualidad política de los Estados Unidos. Así como está, parece una imponente pieza de museo (con la inclusión del tango Por una cabeza bailad por una mujer... en patines), pero no mucho más.

Zaillian reconoce también no haber leído el libro ni visto la película original cuando el productor Mike Medavoy le ofreció esta oportunidad de dirigir la re make. Consultado por si se interesó en la novela por su fuerte crítica a la corrupción política, el director asegura que no: "Lo que me interesó fueron sus aspectos humanos, no los políticos. Las preguntas que se plantea la historia tienen que ver con la moral, con el bien y el mal. Y son preguntas eternas, que corren tanto para el año 1949 como para 2006".

Pese a todo, tomando en cuenta la temática del filme y hasta la participación de Penn, es inevitable hacer interpretaciones políticas y pensar que el filme es una crítica a la política del gobierno republicano de George W. Bush. "La gente piensa que es eso, porque el personaje de Willie es arrogante y pasa bastante por alto el tema de la Justicia —entiende—. Pero la diferencia es que Stark no es la clase de gobernante al que le dicen al oído lo que tiene que decir para ser popular o reelegido. Es un tipo con ideas, con un punto de vista claro, que luego las pierde en el camino", asegura.

Finalmente, Zaillian reconoció que aún sigue sin ver la película de Rossen. "No quería que me influenciara de ninguna manera. Ahora creo que jamás la veré, porque si no, luego me voy a preguntar porque no hice tal cosa o la otra". Si él mismo lo dice...