01 mayo 2007

En que diablos pensaba Hillary Swank?

Alguna vez, hace no tanto tiempo, Katherine (Hillary Swank) fue una mujer creyente, una misionera incluso, decidida a evangelizar fieles allí donde otros no se atrevían, en el corazón más profundo y peligroso de Africa. Pero una pérdida irreparable –de la cual el film irá informando en sucesivos, didácticos flashbacks– la hizo perder su fe. Más aún, la convirtió en una militante del ateísmo científico: con un diploma de Harvard colgado en su despacho, Katherine se dedica a investigar supuestos milagros para demostrar que no son otra cosa que supercherías, muchas veces vinculadas con intereses creados, que especulan con la religiosidad de la gente. “Estudié 48 milagros que no eran tales y para los cuales, en todos los casos, encontré una explicación científica: el único milagro es que la gente siga creyendo”, dice Katherine, con soberbia doctoral. Claro, todavía no había estado en ese pequeño pueblito del deep south de Louisiana, Haven, donde parecen estar cayendo las diez plagas de Egipto de las que habla la Biblia: el tan temido castigo de Dios.

Producción del Harry Cohn de los años ’90, Joel Silver, un hombre de cine que nunca se caracterizó precisamente por su sutileza, Prueba de fe está concebida como un patchwork, una suerte de reciclaje de éxitos pretéritos y recientes –desde El exorcista y El bebé de Rosemary hasta El código Da Vinci– cuya fórmula parece reducirse a su propio, ínfimo enunciado: “thriller sobrenatural”. Haven ve teñirse su río de sangre, llover batracios del cielo, sufrir pestes de insectos, hasta que la pantalla se pone negra y caen sobre la tierra bolas de fuego. En el centro de todo ese Apocalipsis hay una niña que parece ser la hija de Satanás y a quien el pueblo todo quiere matar en sacrificio, pero Katherine ha decidido no creer más en Dios ni tampoco en el Diablo. Aunque en este caso le va a costar probar que no existen.

Resuelta con los trucos más viejos y gruesos del género (shocks de música y montaje), con subtramas que no aportan nada al relato central salvo mayor confusión (el cura irlandés interpretado por Stephen Rea que desde el otro lado del mundo le advierte a Katherine sobre una antigua secta satánica) y unos efectos especiales que lucen como lo que son, pequeños trucos de computadora, Prueba de fe en todo caso pone en duda el dogma de Hollywood: ¿Cómo puede ser que una de las pocas actrices que han ganado en dos oportunidades el Oscar de la Academia, como es Hillary Swank (Los muchachos no lloran, Million Dollar Baby), no consiga algo mejor que este triste remedo destinado a ocupar un lugar cualquiera en la grilla de la televisión por cable?