19 octubre 2007

Hollywood pierde una heroína romántica : Deborah Kerr

La película es "Sintonía de amor", de 1993. En ella, los personajes de Meg Ryan y Rosie O'Donnell recitan de memoria los trágicos diálogos de Terry McKay y Nicky Ferrante, protagonistas de "Algo para recordar". Una moderna comedia protagonizada por Ryan y Tom Hanks puso de moda la clásica historia de amor que Deborah Kerr y Cary Grant protagonizaron en 1957. Y así toda una nueva generación de espectadores se encontró con esta diva de rostro amable y belleza única.

Kerr, que protagonizó unas 40 películas en cinco décadas de carrera, dejó una huella imborrable en la pantalla grande como heroína romántica. Su leyenda se apagó el martes 16, cuando complicaciones del mal de Parkinson le produjeron su muerte a los 86 años, en Suffolk (Inglaterra). El anuncio lo hizo ayer su agente, Anne Hutton: "Su familia estuvo con ella en todo momento. Sufría Parkinson desde hace tiempo, acababa de celebrar su cumpleaños y era una señora mayor. Simplemente pasó a mejor vida".

En la pantalla, los suyos no fueron amores fáciles. En "Algo para recordar" falló a la cita con el amor de su vida por un accidente que la dejó inválida, y en "De aquí a la eternidad" (1953) era una esposa adúltera que pasó a la historia por su apasionado beso junto a Burt Lancaster en las playas de Pearl Harbor. Ella misma se refería a este rol como la cúspide de su popularidad en EE.UU., una fama que no le llegó fácil: Harry Cohn, mandamás de Columbia en la época, quería la sensualidad salvaje de Joan Crawford y no la belleza refinada de Kerr para el papel.

Nacida en Helensburgh (Escocia) en 1921, era para los estadounidenses la máxima expresión de la mujer típicamente británica. Título que compartía con Greer Garson y Jean Simmons. Fue nominada al Oscar en seis oportunidades y nunca lo ganó; la Academia saldó su deuda con ella en 1993, cuando le entregó una estatuilla honorífica. En esos años Kerr ya estaba retirada: su cuerpo mostraba que su salud estaba resentida. Sus apariciones posteriores fueron muy pocas.

Para ella, el espectáculo fue casi un mandato. Hija de una familia acomodada, su tía, Phyllis Smale, tenía una escuela de actuación a la que la sobrina debió ir por obligación. También recibía clases de canto y ballet. Sus primeros trabajos fueron en pequeños papeles en obras de Shakespeare en el teatro Open Air de Regents Park, Londres.

Obtuvo su primer contrato para el cine en 1939, después de que el productor y director Gabriel Pascal la encontró en un restaurante. Se hizo popular en 1945, con la cinta de Robert Donat "Perfect strangers". También vivió un periodo polémico por la película "Narciso negro" (1947), sobre una comunidad de monjas anglicanas. Tras su estrenó en Estados Unidos, la Liga Nacional por la Decencia la llamó "una afrenta a la religión y la vida religiosa". Sin embargo fue el título que le permitió saltar a Hollywood. Después vinieron "Quo Vadis" (1951), "Julio César" (1953) y "De aquí...".

A Kerr le sobreviven dos hijos de un matrimonio con Anthony Bartley, de quien se separó en 1959. En 1969 se casó con Peter Viertel, que estuvo con ella hasta el final.

"Su tipo de sensualidad refinada probó ser refrescantemente atractiva, ya que insinuaba deseos escondidos y sentimientos prohibidos, dándole a su actuación una arista e interés extras".

"DAILY TELEGRAPH"