Al enterarse de su trama, es fácil darse cuenta que Click, perdiendo el control viene de la misma fábrica de Todopoderoso, la anterior película de los guionistas Mark O'Keefe y Steve Koren. En el filme con Jim Carrey, un hombre preocupado por su trabajo y desatento en su vida personal consigue, mediante un procedimiento "mágico", tener poderes equiparables a los de Dios. Pero pronto se da cuenta que el asunto es más un problema que una solución.
En Click, Adam Sandler encarna a Michael Newman, un padre de familia con una bella esposa (Kate Beckinsale) y dos hijos a los que apenas presta atención. Es, también, un brillante arquitecto que espera ser ascendido a socio de la compañía en la que trabaja. Buscando un "control remoto universal" para unificar la media docena de aparatitos que tiene en su living, entra a una cadena de artículos para el hogar y, metiéndose en el depósito, descubre a un hombre (Christopher Walken, imitando al científico loco de Christopher Lloyd en Volver al futuro) que le provee el control remoto que él desea. Pero, le aclara, es un modelo de ultimísima generación y que no se puede devolver.
El "control universal" resulta un gancho narrativo similar al de los poderes de Carrey. Con él, Newman puede manejar no sólo la tele y la puerta del garage, sino que puede hacer callar voces molestas, avanzar y saltear situaciones desagradables o incómodas, e ir controlando el tiempo a su antojo. Claro que tanto poder tendrá sus consecuencias negativas.
Pese a venderse como una película más madura del actor de Locos de ira y Embriagado de amor, Click arranca más cerca de las humoradas clásicas a las que Sandler nos tenía acostumbrados en sus primeros filmes, como Billy Madison o El aguatero, con chistes gruesos y un humor simple y directo. Ese Sandler puede o no gustar, pero al menos uno lo siente genuino: es lo que el hombre, en las películas que protagoniza y produce (se dice que controla férreamente todo lo que pasa en ellas), suele hacer.
Pero Click es una película con lecciones de vida incluidas, y si bien uno las ve venir de entrada, así como está dirigida por Frank Coraci (o por el propio Sandler, quién sabe), la transición entre el humor escatológico del principio y la última media hora final —que copia descaradamente a Qué bello es vivir, de Frank Capra— es brusca y poco efectiva.
Pese a esa incompatibilidad de tonos mencionada, Click no termina de ser un fracaso, ya que Sandler siempre se las arregla para alivianar los momentos más cursis y empalagosos con alguna humorada inesperada. Y también porque se siente que sigue intentando encontrarle la vuelta al famoso problema del "crecimiento" del actor cómico.
Pudo, en Embriagado de amor, porque tenía un director con ideas por detrás (Paul Thomas Anderson) y fracasó en Espanglish, porque a James L. Brooks parecen habérsele acabado las ideas hace rato. Aquí, a sus anchas, se queda a mitad de camino entre ser "tomado en serio" como Bill Murray o continuar con un estilo de humor disparatado a la manera de Will Ferrell. ¿Una película de transición? Probablemente. ¿Una película disfrutable? Probablemente también. Aunque si cada espectador tuviera un control remoto como el de Sandler, podría armarla a su medida.