23 enero 2008

Requiem para un vaquero

Heath Ledger es mucho más que el hombre que hizo que los sombreros de cowboy comenzaran a verse ambiguos. Antes de que su breve paso por las pantallas comience a adquirir el tono de leyenda y reverencia que tienen River Phoenix o James Dean, revisemos el legado del australiano.

Y no fue Britney. Mientras la agencia de noticias AP tiene listo el obituario de la princesa del pop, y Amy Winehouse fuma crack y aspira éxtasis para todo el mundo en The Sun, Heath Ledger, de 28 años fue encontrado muerto en su departamento en el Soho de Nueva York.

Un nuevo actor se suma a la lista de muertos-antes-de-los-30. Revisemos el breve legado de Ledger en las pantallas.

El Sueño Adolescente

Para cualquier mujer que haya sido adolescente a finales de los noventa, la imagen de Heath Ledger, pelo negro desordenado, parado en las gradas de una cancha de fútbol cantando “I love you baby….”, en 10 Cosas Que Odio De Ti (1999), es parte fundamental de la juventud.


Después de eso pasó a tener el status de Cuero, con C mayúscula. Quizás porque hacía del chico malo-pero- con- corazón en una película tan estúpida y al mismo tiempo excelente, o porque siempre nos gusta ver a un chico lindo cantar por amor. Heath Ledger tenía la cara ancha, acento coqueto, actitud de “no me importa”, y sonrisa de ganador.

Dos años después, (y luego de haber hecho el gran salto y actuar con Mel Gibson en El Patriota), hizo Corazón de Caballero (2001), una también estupendamente estúpida película sobre un chico pobre que consigue conquistar a la dama más linda de la corte, con música de Queen de fondo.

Cuando uno pensaba que Ledger seguiría esa senda de entretención simple, barata y eternamente necesaria, se puso indie.

El Cowboy

El rumor de Hollywood es que nadie, ni Leo, ni Brad, ni etc., quería hacer el papel de un cowboy gay. Por eso, actores jóvenes pero aún no consagrados, como el bueno de Donnie Darko y Ledger, decidieron arriesgarse con el director Ang Lee y filmar Secretos De La Montaña (2005), esperando alejarse de la imagen de niño buenito y no volver a ser el póster central que viene gratis dentro de las revistas de adolescentes.

Excelente idea: ambos consiguieron una nominación al Oscar, además de ser vistos como actores perfectamente adultos y ya no como promesas. Pasaron a ser también íconos gay, (lo que nunca es malo, ¿o no, Madonna?). Y, como bonus, Ledger
consiguió novia en la grabación, nada más ni nada menos que nuestra querida Michelle Williams, Jen de Dawson’s Creek. Juntos tuvieron una hija y se convirtieron en la nueva pareja indie hot, con departamento en Manhattan, camisetas, y pelo despeinado.

Todo el mundo aplaudió a Ledger. Su gran desempeño no va tanto por atreverse, sino porque su actuación es tan sutil, sus movimientos tan pausados, y su cara tan triste, que esa película pasa de ser “la película de los gay”, a una linda y triste historia de amor.


El Guasón


Si te nominan al Oscar, ya no estás para tonteras. Bueno, Ledger hizo ese bodrio llamado Casanova (2005), pero también la muy, muy indie Candy (2006), en donde personifica a un adicto a la heroína (si es que la autopsia determina que murió por sobredosis, esta película va a adquirir una lectura premonitoria al estilo El Cuervo. Más puntos para la leyenda).

Como si fuera poco, es uno de los múltiples actores (donde destaca Cate Blanchett) que personifican a Bob Dylan en I’m Not There
(2007), una película de esas que no se entiende nada, pero que está llena de significados ocultos, por lo que es universal

Para coronar su carrera, y su temprana muerte, Ledger nos deja una de las películas más esperadas de 2008, The Dark Knight, la nueva Batman, que lo tiene a él como un guasón mucho más dark que el colorinche adversario que interpretó Jack Nicholson en la de Tim Burton. Se estrena en julio, y va a ser para siempre “la última película de…”.

¿Cómo pasará a la historia entonces Heath Ledger? Probablemente como un cowboy gay. O un pata con look rockero. Hoy preferimos recordarlo como el tipo que hablaba poco y decía mucho en sus películas. Y que siempre tuvo problemas con la peineta.

Descansa en paz, vaquero