16 enero 2008

Expiacion

Celos, intrigas familiares, envidias infantiles, revelaciones interpretativas y hasta sospechas de plagio se citan en Expiación, que primero fue una fenomenal novela de Ian McEwan, luego película del año pasado en el Reino Unido y que este año llegará a salas peruchas.

Estrenada en septiembre en Inglaterra y el mes pasado en Estados Unidos, la película ha recibido siete candidaturas para los Globos de Oro y nada menos que 17 para los Bafta, los galardones anuales de la Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de Televisión.

Se ha alabado la labor del director, Joe Wright, de 35 años, que debutó en 2005 con Orgullo y prejuicio y ésta es su segunda película. También, y mucho, las revelaciones de la actriz Romola Garai y el intérprete principal, John McAvoy, al que pocos recordaban por su notable papel como el médico que ayudaba al tirano ugandés Idi Amin, y hoy todos identifican con esta historia de celos y guerra (la Segunda Mundial) dividida en tres partes.

Porque el cineasta ha mantenido en Expiación la estructura en tres bloques de la novela de McEwan, cuya valía como uno de los mejores novelistas británicos de su generación quedó en entredicho cuando fue acusado de plagiar pasajes enteros hacia el final de la novela, cuando la protagonista (Keira Knightley, en su traslado al cine) ejerce de enfermera, en medio de las vendas sangrientas y el horror de la guerra y de sus propios recuerdos, durante los cruentos bombardeos de Londres.

Pero antes de todo esto, la película, que sigue fielmente la novela, empieza en una mansión gótico-victoriana de la campiña de Surrey, en un caluroso fin de semana del verano de 1935. No es la regalada vida de los Tallis lo que interesa aquí, sino sus dos hijas: la hermosa y joven Cecilia (Keira Knightley) y la adolescente, inteligente pero impulsiva Briony (Saoirse Ronan). La relación entre ellas y la que mantienen con el atractivo y optimista Robbie Turner (James McAvoy), el espabilado hijo de un sirviente de la familia, es el eje de la historia.

En esa segunda etapa de la película se consolida el amor de Cecilia y Robbie, que se ha ido alimentando de separación y lejanía al tiempo que el sentimiento de culpa ha ido corroyendo la conciencia de Briony, interpretada en la edad adulta por Romola Garai. La película entra así en su tercer bloque, el mítico Londres del blitz y la retaguardia bélica. Es aquí donde la trama se agudiza y la película se hace cada vez más oscura, más tenebrosa, más próxima al purgatorio y la expiación de los pecados que anuncia su título. Las dos hermanas pasan la guerra trabajando como enfermeras en un hospital.

Mientras Cecilia, cuya dependencia del tabaco simboliza su lado más frágil y su tendencia a los paraísos artificiales, vive con su amor en un lugar anodino, lejos de las comodidades de la casa familiar de Surrey, Briony comparte su existencia con el tormento mental de su mala conciencia y la castigadora presencia física de los heridos de guerra, con sus desvaríos mentales y la peste de la carne podrida.

Briony ha transformado sus sentimientos de culpa en una novela con final feliz. Es en el estrambote final de la película, siendo ya una escritora famosa, pero vieja y enferma (interpretada ahora por Vanessa Redgrave), cuando se decidirá a confesar a un periodista lo que de verdad ocurrió en aquellos turbulentos años.

La crítica ha acogido con entusiasmo la versión cinematográfica de la épica narración de McEwan. "Se trata de una película inteligente, ambiciosa y conmovedora. Es un gran éxito para Joe Wright y para Knightley y McAvoy, aunque seguramente cuando mejor funciona la película es en las largas y silenciosas escenas veraniegas del principio. Es una obra que busca ideas de altura y que nos trata a nosotros como adultos", ha escrito el crítico de The Guardian, Peter Bradshaw.

Ian McEwan ha agradecido que director y guionista acabaran ciñéndose con tanta fidelidad a su novela. "La película mantiene la estructura y eso es muy importante para mí. Hubo algunos borradores iniciales en los que se había cambiado todo. Pero el director tuvo la sensata decisión de volver a la estructura de la novela", ha declarado Ian McEwan. "Ha sido un trabajo hercúleo de demolición, de reducir una novela intimista de nada menos que 130.000 palabras a un guión de 20.000".

El guionista, Christopher Hampton, escogió "el camino más sabio", opina el autor con cierto e indisimulado orgullo. Hampton había adaptado antes para el cine la novela de Graham Greene Cónsul honorario, además del clásico de la picardía y las infidelidades cortesanas, Relaciones peligrosas, obra maestra de Chordelos de Laclos y rodada en 1988 por Stephen Frears.