Los filmes, que van desde un estreno de bajo presupuesto de un director de Terranova al debut detrás de cámaras de la actriz británica Samantha Morton, cuentan historias de jóvenes abusadas o abandonadas que luchan por solucionar problemas que se remotan a traumáticos pasados.
Mientras que hay alguna liviandad y esperanza en ellos, las emociones detrás de esas películas son crudas y a veces dejan huellas. Como sucede a menudo con lo ofrecido en el Festival Internacional de Cine de Toronto, probablemente sean exhibidas en los cine arte el próximo año.
Crackie, de la directora Sherry White; Precious, de Lee Daniels y The Unloved, de Morton tratan sobre romper el silencio de los secretos de familia y dar voz a heroínas improbables. Finalmente las películas abordan el tema de entregar poder a jóvenes silenciadas.
"Están aquellas personas que no tienen una voz, que no parecen tener cualquier cosa que decir", dijo White en una entrevista, explicando por qué quería contar la historia de su protagonista. "Pero es tan sólo que nadie escucha", agregó.
El primer largometraje de White, Crackie, fue rodado en Terranova, la remota isla canadiense donde nació y fue criada. Pero aquí no hay pintorescas escenas de la bahía que resten méritos a una historia sobre la callada desesperación de una joven mujer.
En The Unloved, Morton no ofrece a las audiencias una solución cómoda para Lucy, una niña de 11 años, quien es separada de su abusivo e inestable padre y colocada en un hogar colectivo para jóvenes.
Precious, basada en la novela Push de Sapphire, posee el mismo aire de autenticidad. Situada en Harlem en 1987, el filme dirigido por Lee Daniels cuenta la desgarradora historia de una adolescente obesa y analfabeta llamada Claireece, Precious Jones, quien queda embarazada de su padre por segunda vez.
"Me reconocí en el personaje", dijo la productora ejecutiva Oprah Winfrey durante la proyección en Toronto