El pelo cortado con un estilo que hace años ya estaba pasado de moda, cejas tupidas que nunca vieron una pinza de depilar, anteojos grandes y un trabajo de ortodoncia con tantos cables como para construir un puente. Detalles más o menos, ése es el disfraz que dio una triunfal vuelta al mundo gracias a la telenovela Yo soy Betty, la fea.
A su llegada a la televisión de los Estados Unidos como Ugly Betty (esta noche, a las 21, por Sony se verá el último capítulo de la primera temporada), poco cambió en el exterior y en el espíritu del personaje creado por el colombiano Fernando Gaitán y, sin embargo, hablado en inglés, el melodrama latino ganó comedia y al mismo tiempo una profundidad en sus temas que nadie esperaba. Algo similar al lugar de la comunidad latina en Norteamérica.
"Me siento muy orgullosa de la manera en que la familia es representada en el programa. Esta gente es única y representa a un nuevo tipo de familia latina en los Estados Unidos. Creo que nunca se había mostrado una familia hispana no tradicional en la TV", dice America Ferrara, la actriz de padres hondureños que interpreta a la fea Betty del título desde su casa en Nueva York, la ciudad a la que recientemente se mudó toda la producción del programa.
Además de mostrar el glamour y los brillos de una editorial dedicada a la moda, el lugar en el que transcurre cada capítulo de la telenovela devenida serie, la ficción se detiene en la historia de Ignacio, el padre de la protagonista, un inmigrante mexicano como tantos otros que habitan en los Estados Unidos. "Estamos rompiendo con el estereotipo de lo que se espera de una familia latina viviendo en Nueva York. Aquí no hay abuelitos y 25 primos compartiendo la misma casa.
Además, se plantean temas que son muy relevantes para los latinos en los Estados Unidos como el seguro médico, lo caro de los remedios y el hecho de que el padre de Betty es un inmigrante ilegal", detalla Ferrara.
El hecho de que un ciclo de los más vistos y exitosos de la pantalla chica norteamericana -una comedia para más datos-, se atreviera a hablar de un tema tan sensible tuvo tantos adeptos como detractores. "Recibimos muchos comentarios, tanto positivos como negativos. Hubo gente que estuvo muy agradecida de que hayamos discutido sobre los inmigrantes sin papeles en un ciclo del prime time y también hubo quienes creyeron que no debía hacerse", explica la actriz que, desde que comenzó con Ugly Betty, sufrió una transformación también fuera de cámara.
Apenas la serie triunfó, la joven actriz curvilínea comenzó a adelgazar notablemente y muchos creyeron que los kilos que desaparecían estaban directamente relacionados con la presión de los medios por aceptar sólo a protagonistas flacas en la cima de Hollywood. En el caso de Ferrara, es aún más complicado porque la serie que ella encabeza intenta destruir ese preconcepto y reemplazarlo por un punto de vista más sano sobre lo que se considera bello.
"Comencé mi carrera a los 17 años. La gente cambia, crece. Y pensar que yo, como persona, no voy a cambiar y evolucionar es poco realista. Además creo que le hago más justicia a Betty y lo que ella representa siendo fiel para conmigo misma. Lo que aprendí de ella y este programa es que no le estamos diciendo a la gente que la belleza física es algo malo. Lo que decimos es que no puede ser ni lo único ni lo más importante", termina Ferrara como para despejar los rumores que se preguntaban qué le está pasando.
Por ahora, la chica que fue nombrada como una de las latinas más influyentes de los Estados Unidos está más preocupada por su alma que por su cuerpo. O al menos por el alma de su personaje. "Lo que hace a Betty, una historia tan exitosa alrededor del mundo es el corazón de esta mujer. Más allá de su aspecto, lo que importa, lo que atrapa a la audiencia es su bondad".
A su llegada a la televisión de los Estados Unidos como Ugly Betty (esta noche, a las 21, por Sony se verá el último capítulo de la primera temporada), poco cambió en el exterior y en el espíritu del personaje creado por el colombiano Fernando Gaitán y, sin embargo, hablado en inglés, el melodrama latino ganó comedia y al mismo tiempo una profundidad en sus temas que nadie esperaba. Algo similar al lugar de la comunidad latina en Norteamérica.
"Me siento muy orgullosa de la manera en que la familia es representada en el programa. Esta gente es única y representa a un nuevo tipo de familia latina en los Estados Unidos. Creo que nunca se había mostrado una familia hispana no tradicional en la TV", dice America Ferrara, la actriz de padres hondureños que interpreta a la fea Betty del título desde su casa en Nueva York, la ciudad a la que recientemente se mudó toda la producción del programa.
Además de mostrar el glamour y los brillos de una editorial dedicada a la moda, el lugar en el que transcurre cada capítulo de la telenovela devenida serie, la ficción se detiene en la historia de Ignacio, el padre de la protagonista, un inmigrante mexicano como tantos otros que habitan en los Estados Unidos. "Estamos rompiendo con el estereotipo de lo que se espera de una familia latina viviendo en Nueva York. Aquí no hay abuelitos y 25 primos compartiendo la misma casa.
Además, se plantean temas que son muy relevantes para los latinos en los Estados Unidos como el seguro médico, lo caro de los remedios y el hecho de que el padre de Betty es un inmigrante ilegal", detalla Ferrara.
El hecho de que un ciclo de los más vistos y exitosos de la pantalla chica norteamericana -una comedia para más datos-, se atreviera a hablar de un tema tan sensible tuvo tantos adeptos como detractores. "Recibimos muchos comentarios, tanto positivos como negativos. Hubo gente que estuvo muy agradecida de que hayamos discutido sobre los inmigrantes sin papeles en un ciclo del prime time y también hubo quienes creyeron que no debía hacerse", explica la actriz que, desde que comenzó con Ugly Betty, sufrió una transformación también fuera de cámara.
Apenas la serie triunfó, la joven actriz curvilínea comenzó a adelgazar notablemente y muchos creyeron que los kilos que desaparecían estaban directamente relacionados con la presión de los medios por aceptar sólo a protagonistas flacas en la cima de Hollywood. En el caso de Ferrara, es aún más complicado porque la serie que ella encabeza intenta destruir ese preconcepto y reemplazarlo por un punto de vista más sano sobre lo que se considera bello.
"Comencé mi carrera a los 17 años. La gente cambia, crece. Y pensar que yo, como persona, no voy a cambiar y evolucionar es poco realista. Además creo que le hago más justicia a Betty y lo que ella representa siendo fiel para conmigo misma. Lo que aprendí de ella y este programa es que no le estamos diciendo a la gente que la belleza física es algo malo. Lo que decimos es que no puede ser ni lo único ni lo más importante", termina Ferrara como para despejar los rumores que se preguntaban qué le está pasando.
Por ahora, la chica que fue nombrada como una de las latinas más influyentes de los Estados Unidos está más preocupada por su alma que por su cuerpo. O al menos por el alma de su personaje. "Lo que hace a Betty, una historia tan exitosa alrededor del mundo es el corazón de esta mujer. Más allá de su aspecto, lo que importa, lo que atrapa a la audiencia es su bondad".