Es una radiante tarde azul en Los Angeles. Lindsay Lohan y yo estamos sentadas en un café en la Avenida Melrose haciendo lo que hacen las mujeres: hablar de ropa. ¿Su marca favorita? "Balenciaga, por supuesto". También menciona Miu Miu, Prada y Donna Karan y no olvida a sus grandes amigos, Domenico Dolce y Stefano Gabbana: "Si me caso, me gustaría que ellos hicieran mi vestido de bodas", dice.
Lindsey luce distinta. Tras pasar 84 minutos en la cárcel por conducir en estado de ebriedad y otras tres permanencias en centros de rehabilitación está menos animada, menos escandalosa, más recatada. Pero algunas cosas nunca cambian. Como el perpetuo uso de su blackberry y sus cigarrillos incesantes. O como la "corte" que siempre la acompaña: su leal asistente Jeni, un muchacho llamado Patrick que describe como su estilista y su bronceador profesional, Lorit. Si ella regresa a Londres, ciudad que ella ama, ellos probablemente también irán. "Oh, amo Europa, definitivamente quiero criar a mis hijos allá", asegura Lindsey.
Aunque no profundiza, la actriz cuenta que hasta ha hablado el tema de los hijos con sus amigos. Algo totalmente alejado a las locuras a las que nos tiene acostumbrados, como la vez que bebió una combinación de vodka y Red Bull; o cuando fue acusada de robar un abrigo de mink; o los miles de dólares en ropa que se rumoreó habría robado del armario de una amiga.
Más allá de los escándalos no hay que olvidar un detalle: Lohan es ante todo una actriz como podrían decir quienes han visto "Juego de gemelas", "Chicas pesadas" o "Un viernes de locos". La actriz se preocupa de hablar con énfasis de su trabajo: "Eso es lo que he estado haciendo desde los siete años. La gente parece olvidar eso. Pareciera que están más interesados en una foto mía corriendo bajo la lluvia, cosa que hice anoche y alguien sacó una foto", dice.
La estrella ha aceptado dar esta entrevista debido a su participación en Visa Swap, una gran venta e intercambio de ropa liderados por Mischa Barton. Donó un par de zapatos Jimmy Choo apenas usados, una cartera Miu Miu y dos piezas clásicas. "Odio dar mi ropa", cuenta. Y agrega: "Cada cosa que uso tiene tanta personalidad, pero pienso que es una iniciativa maravillosa, así que estoy más que encantada en dar lo que puedo".
Dar y gastar de manera responsable es parte de la personalidad de la nueva Lindsay, que también está grabando un disco en Nueva York con el sello Universal Motown. Otros proyectos que la entusiasman son lanzar una línea de perfumes y su propia serie de TV que aclara no tiene nada que ver con el reality de su madre, ése que muestra los intentos de Dina Lohan en transformar en estrella a Ali, la hermana mejor de Lindsay.
Lohan es un personaje mediático. Quizás demasiado. Por eso, Shirley MacLaine la acusó una vez de ser adicta a la atención de los medios, pero uno puede preguntarse si más bien es una víctima de la persecusión. "No", dice ella tajante. "Tiene que ver con la manera como percibes las cosas. Si dejas que pase por un mal filtro tienes que soportarlo. Es una disciplina, no dejar que entren muchas de las cosas malas. Aprendes eso con los años de estar en esta industria".
Son las 4:00 de la tarde y es momento de irse. Lindsay no sabe lo que hará más tarde. Tal vez tener una reunión en su casa de West Hollywood, y luego ir a un lugar lindo y privado, como el hotel Beverly Hills, a tomar el té. Insiste en que no está involucrada sentimentalmente con nadie, tirando por el suelo los rumores de una relación lésbica con su amiga Sam Ronson o un supuesto romance con el actor de "Entourage" Adrian Grenier. Antes de entrar al auto con chofer me da un abrazo. "Gracias", dice con un dejo de desesperación. "Gracias por ser amable. La gente puede pensar varias cosas de mí, pero no soy una mala persona. Realmente no lo soy".
Lo que viene
Lohan interpreta a la amiga del personaje de America Ferrera en "Ugly Betty".
Además está en "Labor pains", una comedia de Rick Schwarz, que se estrena en 2009.
Fuente : Christa D'Souza
Lindsey luce distinta. Tras pasar 84 minutos en la cárcel por conducir en estado de ebriedad y otras tres permanencias en centros de rehabilitación está menos animada, menos escandalosa, más recatada. Pero algunas cosas nunca cambian. Como el perpetuo uso de su blackberry y sus cigarrillos incesantes. O como la "corte" que siempre la acompaña: su leal asistente Jeni, un muchacho llamado Patrick que describe como su estilista y su bronceador profesional, Lorit. Si ella regresa a Londres, ciudad que ella ama, ellos probablemente también irán. "Oh, amo Europa, definitivamente quiero criar a mis hijos allá", asegura Lindsey.
Aunque no profundiza, la actriz cuenta que hasta ha hablado el tema de los hijos con sus amigos. Algo totalmente alejado a las locuras a las que nos tiene acostumbrados, como la vez que bebió una combinación de vodka y Red Bull; o cuando fue acusada de robar un abrigo de mink; o los miles de dólares en ropa que se rumoreó habría robado del armario de una amiga.
Más allá de los escándalos no hay que olvidar un detalle: Lohan es ante todo una actriz como podrían decir quienes han visto "Juego de gemelas", "Chicas pesadas" o "Un viernes de locos". La actriz se preocupa de hablar con énfasis de su trabajo: "Eso es lo que he estado haciendo desde los siete años. La gente parece olvidar eso. Pareciera que están más interesados en una foto mía corriendo bajo la lluvia, cosa que hice anoche y alguien sacó una foto", dice.
La estrella ha aceptado dar esta entrevista debido a su participación en Visa Swap, una gran venta e intercambio de ropa liderados por Mischa Barton. Donó un par de zapatos Jimmy Choo apenas usados, una cartera Miu Miu y dos piezas clásicas. "Odio dar mi ropa", cuenta. Y agrega: "Cada cosa que uso tiene tanta personalidad, pero pienso que es una iniciativa maravillosa, así que estoy más que encantada en dar lo que puedo".
Dar y gastar de manera responsable es parte de la personalidad de la nueva Lindsay, que también está grabando un disco en Nueva York con el sello Universal Motown. Otros proyectos que la entusiasman son lanzar una línea de perfumes y su propia serie de TV que aclara no tiene nada que ver con el reality de su madre, ése que muestra los intentos de Dina Lohan en transformar en estrella a Ali, la hermana mejor de Lindsay.
Lohan es un personaje mediático. Quizás demasiado. Por eso, Shirley MacLaine la acusó una vez de ser adicta a la atención de los medios, pero uno puede preguntarse si más bien es una víctima de la persecusión. "No", dice ella tajante. "Tiene que ver con la manera como percibes las cosas. Si dejas que pase por un mal filtro tienes que soportarlo. Es una disciplina, no dejar que entren muchas de las cosas malas. Aprendes eso con los años de estar en esta industria".
Son las 4:00 de la tarde y es momento de irse. Lindsay no sabe lo que hará más tarde. Tal vez tener una reunión en su casa de West Hollywood, y luego ir a un lugar lindo y privado, como el hotel Beverly Hills, a tomar el té. Insiste en que no está involucrada sentimentalmente con nadie, tirando por el suelo los rumores de una relación lésbica con su amiga Sam Ronson o un supuesto romance con el actor de "Entourage" Adrian Grenier. Antes de entrar al auto con chofer me da un abrazo. "Gracias", dice con un dejo de desesperación. "Gracias por ser amable. La gente puede pensar varias cosas de mí, pero no soy una mala persona. Realmente no lo soy".
Lo que viene
Lohan interpreta a la amiga del personaje de America Ferrera en "Ugly Betty".
Además está en "Labor pains", una comedia de Rick Schwarz, que se estrena en 2009.
Fuente : Christa D'Souza