
Esa perfección es irónica cuando se piensa que la obra del realizador de "El apartamento" (The Apartment), "Sunset Boulevard" o "La Comenzón del Séptimo Año" (The Seventh Year Itch) es recordada por la frase "nadie es perfecto" con la que concluye "Una Eva y Dos Adanes" (Some Like it Hot).
Sin embargo, el nombre del director, guionista y productor que aspiró al Oscar en 21 ocasiones y ganó 6 estatuillas es el calibre con el que se mide la maestría, ya sea en comedias o en dramas.
"El escribirá y dirigirá otra obra maestra en el cielo", dijo a la muerte de este realizador su amiga y actriz Shirley McLaine.

El director alemán Volker Schlondorff también expresó su adoración a este maestro rodando la mayor entrevista concedida por Wilder a lo largo de su carrera, en un documental que la cadena TCM estadounidense emitirá en el cumpleaños de un hombre al que sólo le preocupaba ser aburrido.
Son más los que se suman a este homenaje y el director español Fernando Trueba, el hombre que brindó a Wilder -su único Dios- el Oscar que ganó con "Belle Epoque", también le ha dedicado un documental titulado "¡Gracias Mr. Wilder!".
"Fue una inspiración para todos nosotros", resume Curtis Hanson.
En el caso de Kevin Spacey, el consagrado intérprete de "American Beauty" y "Sospechosos Comunes" (The Usual Suspects) adquirió en una subasta el respaldo de la silla de director de Wilder para sentirse más cerca del maestro.
Y Arnold Schwarzenegger, ahora gobernador de California, aprendió de su hipocondríaco, gastrónomo y fumador compatriota cómo invertir en arte.

Para Wilder, nacido en la ciudad polaca de Sucha cuando era parte del imperio austrohúngaro, el único maestro fue el realizador alemán Ernst Lubitsch y su carrera siempre respondía a la pregunta de "¿cómo lo haría Lubitsch?" Autodidacta durante toda su vida, Wilder aprendió a escribir guiones y a dirigir del mismo modo que aprendió inglés cuando llegó a Estados Unidos en 1934 sin saber una palabra: observando.
Detrás dejó una Europa al borde de la guerra y ante él un continente que el autor de "Irma la dulce" (Irma, la Douce) amó con pasión.

"Días sin huella" (The Lost Weekend, de 1945) le dio sus dos primeros Oscar pero también el boicot de la industria del alcohol y con "Sunset Boulevard" (1950) el productor Louis B. Mayer salió gritando de la proyección que Wilder debía de ser "expulsado" de Hollywood por "traer la vergüenza a la ciudad que le alimenta".
Lo que le trajo este duro y poético retrato de la industria que tanto amaba fue su tercer Oscar, esta vez como mejor guión, al que se sumarían otras tres estatuillas por "The apartment" en 1960.
De su medio centenar de películas, Wilder nunca guardó copias aunque en su recuerdo su preferida siempre fue "Some Like it Hot".
Un filme que ahora los estudios Sony Pictures sacarán a la venta el próximo 18 de julio en una edición especial en DVD como la mejor forma de decir "Feliz cumpleaños Wilder".

Eso sí, le costó una crisis nerviosa de la actriz y el odio para siempre del que era su esposo, el escritor Arthur Miller, que culpó a Wilder del aborto que sufrió la actriz.
Quizá debían haber tenido en cuenta el lema de la película: "nadie es perfecto".