La historia no está muy clara, pero pertenece al género de aquéllas con un director joven que ha escrito un guión atractivo y tiene la suficiente dosis de suerte como para que el proyecto se lleve a cabo. Llevado esto al terreno práctico, se traduce en un encuentro entre Nicolás López, el director de «Promedio Rojo. Crónicas de supervivencia escolar» y Santiago Segura, productor de la misma (además de actor, director y, en general, rey Midas del cine español). Para el director, el mecenazgo recibido por Segura le ha hecho percibirle «como una especie de ONG. Es lo bueno de que tu productor esté a 10.000 kilómetros de distancia, que haces lo que quieres, porque sólo hablé una o dos veces con él, y durante tres o cuatro minutos máximo, le expliqué un poco y él me dijo que estaba de acuerdo».
Segura explica este retraso diciendo que, «sencillamente, una película chilena no interesa». Sin embargo, este filme, basado en una columna que el autor de la cinta escribía en el diario «El Mercurio» durante su etapa escolar, ha conseguido poner en el mapa cinematográfico a Nicolás López y su ópera prima. Tras el paso de «Promedio Rojo» (que, en Chile, viene a significar suspenso generalizado, en referencia a las notas escolares) por el Festival de cine independiente Austin (Texas), figuras consagradas del arte del celuloide como Robert Rodríguez o Quentin Tarantino se han quitado el sombrero ante la frescura del «próximo Guillermo del Toro», en palabras de Álex de la Iglesia. Nicolás López, con algo más de modestia, la define como «asquerosamente autobiográfica».
«Promedio Rojo» es la historia de Roberto, un chico «freak» amante de los cómics que roza la mayoría de edad, con las consecuencias hormonales que esto conlleva. Tras sus gafas de pasta, y rodeado de perfectos prototipos de estudiantes de secundaria, Roberto -supuesto alter ego del director- protagoniza una comedia primeriza con guiños a Torrente o a Kevin Smith y es, sobre todo, una película que «toma mucho del cine de mierda americano, lo cual me parece dar un giro a lo que normalmente se espera de una cinta chilena. En general, mezcla muchas cosas». Bajo presupuesto, imaginación e insolencia, por ejemplo.
Segura explica este retraso diciendo que, «sencillamente, una película chilena no interesa». Sin embargo, este filme, basado en una columna que el autor de la cinta escribía en el diario «El Mercurio» durante su etapa escolar, ha conseguido poner en el mapa cinematográfico a Nicolás López y su ópera prima. Tras el paso de «Promedio Rojo» (que, en Chile, viene a significar suspenso generalizado, en referencia a las notas escolares) por el Festival de cine independiente Austin (Texas), figuras consagradas del arte del celuloide como Robert Rodríguez o Quentin Tarantino se han quitado el sombrero ante la frescura del «próximo Guillermo del Toro», en palabras de Álex de la Iglesia. Nicolás López, con algo más de modestia, la define como «asquerosamente autobiográfica».
«Promedio Rojo» es la historia de Roberto, un chico «freak» amante de los cómics que roza la mayoría de edad, con las consecuencias hormonales que esto conlleva. Tras sus gafas de pasta, y rodeado de perfectos prototipos de estudiantes de secundaria, Roberto -supuesto alter ego del director- protagoniza una comedia primeriza con guiños a Torrente o a Kevin Smith y es, sobre todo, una película que «toma mucho del cine de mierda americano, lo cual me parece dar un giro a lo que normalmente se espera de una cinta chilena. En general, mezcla muchas cosas». Bajo presupuesto, imaginación e insolencia, por ejemplo.